miércoles, 3 de agosto de 2011

Economía para torpes. Como me convertí en especulador

Hoy en economía para torpes:
Como me convertí en especulador
by David Aguilera from Cursam
Cada vez la situación económica es más preocupante. Hace un momento, la prima de riesgo, que ya explicábamos en qué consistía hace unas semanas, anda ya rozando los 410 puntos, la bolsa parece una bolsa común, por aquello de que anda por los suelos, y la confianza se paga más cara que nunca.
Alguna vez puede que se haya preguntado, ¿como se ha llegado a todo esto?
Existen infinidad de razones, pero hoy vamos a comentar una, y es la posibilidad que proporcionan los mercados a los especuladores, a los que yo llamaría carroñeros financieros, para aprovecharse de situaciones como esta, para sacar tajada de las desgracias de empresas y familias para lucrarse.
¿Que como es esto posible?
He preparado una historieta con personajes y empresas fictícias, pero que creo será orientativa. Nada de esto es real, pero circunstancias como las que explico se han dado y se darán mientras el sistema financiero no cambie.
Como siempre, al final de la historia, os planteo varias cuestiones para el debate.
Día 1.
Vengo del entierro de mi tía Carmela, la pobre, con lo que me quería, y lo bien que me trató siempre, tanto que me ha dejado por herencia sus ahorros, casi nada, medio millón de euros. Como son las doce de la mañana y tengo tiempo antes de tomarme la cervecita y la tapa, voy a pasar por el banco haber que me dice que haga mi amigo Sebas con el dinero. Este siempre ha mirado muy bien por mi capital, recuerdo aquella vez que me dijo que invirtiera en Forum Filatélico, lo perdí todo, pero la idea era buena.
Llego al banco. Sebas, como siempre, anda haciendo sudokus y tratando de sacarle una cita a una joven pelirroja que deduzco lleva allí trabajando poco tiempo y aún no ha caído en las redes de este don Juan de pacotilla.
Me acerco a él y me mira como diciendo: "porqué no te vas un poquito al carajo". No tomo en serio sus insinuaciones gestuales y le tiendo la mano, la que estrecha amistosamente pero con las mismas ganas que yo voy a trabajar los lunes.
-Mira Sebas -le digo. Acabo de heredar de mi tía Carmela un dinerillo, sí hombre, mi tía, la del pueblo, la que se quedó solterona y no se metió a monja de milagro. ¿Que cuanto? Medio milloncejo de euros. Y como sé que tú estás al loro de como hacer crecer el dinero, te lo traigo aquí para que lo inviertas en algo rentable para ver si en unos meses, en vez de medio millón, tengo el millón entero.
Sebas me dice que va a comprar acciones del Banco Dorniz, que tienen muy buena pinta y que cree me producirán una muy buena rentabilidad.
Procede a comprar 100.000 acciones del mencionado banco a 5 euros, gastando el total de mi capital.
Me voy a casa tranquilo porque sé que mi dinero está en buenas manos.
Día 2.
Salgo a desayunar, compro el Marca y el Mundo. En el Marca hablan de fichajes y poco más. En el mundo no paran de hablar de la prima de alguien que no para de subir, me pregunto a donde querrá llegar con su escalada.
Me sorprende una columna:
El banco Dorniz se desploma en la bolsa, sus acciones caen un 10 por ciento.
No entiendo mucho de matemáticas ni de economía, pero si mis acciones han caído un 10%, yo he perdido como el que no quiere la cosa, 50.000 pavos como el que pierde el mechero.
Llego al banco y Sebas sigue dale que te dale con la pelirroja. Sin miramientos le pregunto qué leches pasa con las acciones y cuanto he perdido. Me confirma mis peores sospechas, acabo de palmar 50.000 euros, ¡con el trabajito que me costó ganarlos!
Con lágrimas en los ojos, le pregunto qué puedo hacer, y con una sonrisa en la cara que solo me ha faltado arrojarle el pisapapeles a las narices, me ha dicho que el secreto es esperar, que todo lo que baja sube y viceversa.
¿No dicen que la paciencia es una virtud? Pues ala, a esperar toca.
Día 3.
Me levanto a la hora de costumbre. He pasado mala noche, he soñado que mis acciones valen 10 céntimos y que no me queda dinero ni para un café con leche. Bajo al quiosco, compro el Mundo, paso del Marca, sigue la prima esta en la portada, y para mi orror, otra columna aterradora: "el banco Dorniz sigue acumulando pérdidas en bolsa, y ayer se dejó otro 6 por ciento".
Saqué la calculadora de mi ladrillo, un viejo Nokia 3210 al que quiero como a mi padre y que es el único móvil con el que me entiendo, y calculé cuanto había perdido: 27.000 euros más. con ese dinero podría haber comprado un coche tan potente que habría encandilado a la pelirroja que estaba tratando de ligarse el Sebas, si es que era aficionada a los vehículos de motor claro, a lo mejor era como yo, aficionada a coleccionar soldaditos de plomo y monedas antiguas.
Sigo hojeando el periódico y me detengo en un artículo que me llama la atención:
"Muchos inversores ganan cuando la bolsa baja.
Es posible realizar en el mercado, lo que se conoce como operaciones cortas, consistente en optar por la opción de que un valor va a devaluarse. También puede usted invertir su dinero suponiendo que un índice como el Ibex va a bajar, lo que se suele hacer con derivados como los futuros financieros.
Muchos inversores están acumulando grandes ganancias con las pérdidas del Banco Dorniz, pues veían su caída cercana e invirtieron en corto sobre sus valores, lo que les está reportando grandes beneficios".
Llego al banco, materialmente le pego al Sebas un periodicazo en las narices con la página del artículo que acabo de descubrir y me dice que esas operaciones son muy arriesgadas y si yo quiero invertir a corto, que él me lo hace, pero allá yo con mi dinero.
Le digo que me arriesgo, que el Banco Dorniz un día de estos se va a ir al carajo y que ya de perdidos al río.
Sebas le da la vuelta a mi inversión, ahora he apostado a que el Banco Dorniz va a cotizar a la baja, y tengo un pálpito de que me va a salir bien la jugada.
Como he pasado unos días con un estrés insoportable, además hoy coincide que es viernes, me cojo un paquete turístico que me ofrece la agencia de viajes de mi vecina Clodomira y me voy cinco días a Miami a olvidarme de todo.
Cinco días después.
Regreso a mi barrio. Me acerco al quiosco de prensa y me llevo el Mundo sin pagárselo a Faustino, es tanto el ansia de saber como va la bolsa que se me olvida ese detalle. En portada, me espera la Gloria:
"El Banco Dorniz al borde de la quiebra, sus acciones cotizan a 2 euros".
Llego al banco. Cuando me ve entrar, Sebas, el director de la sucursal, la pelirroja y un señor al que no conozco, me abrazan, me dicen que tengo una visión financiera que ya la quisiera Botín y me ofrecen el puesto de director de finanzas de la entidad. Les digo que solo he venido a vender mis acciones y a recoger beneficios. Quitando las pérdidas que tuve los primeros días por el despiste del Sebas, he ganado 330.000 euros sin mover ni un dedo, a mi madre eso la llenaría de orgullo.
A la salida, paso por una sucursal del Banco Dorniz, miles de personas protestan ante la puerta, le pregunto a un señor que pasa y me cuenta a grandes rasgos que el banco ha quebrado y muchas personas han perdido los ahorros de toda una vida, que el Banco de España les asegura una parte, pero no todo lo que tenían guardado allí.
Yo, que soy un tipo pacífico y no quiero problemas, me voy a casa que se está haciendo tarde.
Cuestiones para el debate.
¿Ciñéndonos al ejemplo que acabamos de analizar, os parece moral que mientras centenares de familias pierdan sus ahorros de toda la vida, los inversores que previeran la quiebra del banco saquen una tajada tan atractiva de esta caída?
¿Creéis que habrá algo o alguien detrás de quiebras de empresas cotizadas, intereses de inversiones millonarias a las que les interesa que el valor de unas acciones cambie de signo según las inversiones que en ellas tengan puestas?
¿Consideráis oportuno que España, ante la coyuntura económica tan delicada que atraviesa, prohiba como Grecia las operaciones a corto, o sea, invertir el dinero confiando en que un valor o un índice va a bajar?

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