lunes, 19 de octubre de 2015

“Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar

    La escritora francesa nacida en Bélgica Marguerite Yourcenar escribió y desescribió “Las Memorias de Adriano” durante años. Y finalmente nos presentó una novela histórica que no podía ser más actual al sumergirse en el mundo de los valores y las reglas para demostrarnos la arbitrariedad de las mismas.

    La obra está escrita engañosamente como una epístola dirigida a Marco Aurelio, elegido por el propio Adriano como su sucesor para gobernar un imperio que había tocado techo. En realidad la autora nos presenta el estudio humano de un ser que se sabe justo al haber cumplido con todos los valores que él mismo siente como imprescindibles en el ser que dirige un imperio. Adriano fue un hombre culto, conocedor del pensamiento griego al que veneraba recuperándolo, un estratega del poder que comprendió que su imperio moriría manteniéndose a sí mismo y que quiso frenar su decadencia poniendo fin a las conquistas de territorios, de ahí la decisión de no luchar más en el norte de Britania y hacer el muro que llevó su nombre.   

    Marguerite se pone en lugar de Adriano para justificar sus acciones como propias de una responsabilidad imperial, un hombre que ha de decidir quien vive y quien muere por el bien del estado. Este elemento de su carácter puede parecernos inhumano en estos momentos pero eran los valores necesarios para su encomienda. Por el contrario sus reglas en el terreno amoroso y sexual también podrían escandalizar a la moral actual, yacer con efebos nos parece un crimen y a algunos aún el tema de las relaciones homosexuales tan abiertamente tratadas. En realidad la autora desnuda su propia alma para hacernos ver desde su diversidad sexual que las reglas sociales son arbitrarias, que dependen del lugar y del tiempo y que es probable que nos equivoquemos si juzgamos a los demás con los esquemas propios de nuestra educación.

    Con esta novela somos obsequiados con una gran cantidad de hechos históricos y mucha naturaleza del hombre. Adriano era un hombre empático, trabajador, noble según su concepto de valores. Contribuyó a mejorar la vida de los esclavos, a hacer hombres libres, a parar la guerra, era un ser comedido en la bebida y en la comida, austero en riquezas, perfeccionista, complejo y atormentado; pero era emperador y bisexual y también incluía en sus actitudes declarar guerras para llegar a la paz, mandar matar a personas que pusieran en peligro su imperio y tenía un concepto de la sexualidad que nos puede resultar incluso delictivo por sus relaciones con menores. Pero el conjunto de su ser, lo que él veía de sí mismo con sus propias reglas era un emperador justo, perfecto para la “cosa pública” y un hombre que tenía derecho a ejercer sus relaciones amatorias como le apeteciera. De esta manera la autora reivindica que se puede ser un buen gobernante, escritor o cualquier otra profesión independientemente de la opción sexual de cada uno, esta obra es un llamamiento al respeto de la diversidad sexual y de otro tipo de valores.

   Adriano tuvo muchas relaciones pero la que más le perturbó fue la mantenida con Antinoo que llegó a sustituir a Alejandro como canon de belleza y del que se hicieron numerosas esculturas y al que tras su suicidio, Adriano dedicó edificios e incluso una ciudad. Llama la atención la parte del libro dedicada a sus amores con este chico si realmente la carta estuviera dirigida al sucesor a emperador, no parece adecuada tanta información personal.

    Otro tema importante en la obra es la invisibilidad de la mujer, teniendo en cuenta que está escrita por una mujer que tenía el control de su vida, su economía y sus relaciones. Este era un mundo de hombres, sólo la mujer del emperador Trajano ejerció su autoridad en la presencia de los españoles en Roma, por lo demás, los poderes y las decisiones eran cosa de hombres.

    Esta obra es una joya en cuanto a la documentación empleada, la estructura que muchos momentos parece más un ensayo que una novela, pero también lo es por la semántica actual que encierra y por su prosa elaborada que parafraseando a Juan Marsé descubrimos en cada frase a miles de chinos trabajando en un ferrocarril muy elaborado. A mí me parece soberbia especialmente la documentación teniendo en cuenta los tiempos y los medios en que la realizó la autora.

   

    

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