viernes, 29 de enero de 2016

“Hombres Desnudos” de Alicia Giménez Bartlett

    En esta ocasión os traigo una novela que por la autora, por los bajos fondos que frecuenta y por la presencia de un asesinato podría verse como una novela negra, sin embargo, no tenemos detective y eso es condición sine qua non para considerarla tal. Como otras obras de Alicia  Giménez Bartlett, nos encontramos con estos factores y otros que tienen que ver con su atención a los problemas sociales, en este caso, sobre todo, la diferencia de clases y la crisis económica. Esta novela además es el flamante Premio Planeta 2015.

    La autora ha demostrado con esta novela ser una mujer leída, una escritora versada que se atreve con estructuras difíciles, literatura experimental que tuvo grandes maestros en Virginia Woolf o el mismísimo James Joyce. Llama la atención la descripción de los hechos seguidos por el flujo de los pensamientos de todos los personajes de la novela. Y es un mérito enorme porque no produce confusión, la historia se va conformando, confluyendo de manera coherente para mostrarnos el irremediable final de los dos protagonistas. Es por tanto una manera de contar la historia que tiene mucho que ver en cómo discurre, ríos que se desarrollan, aguas que van creciendo en la misma línea temporal y que llegan a confluir en el espacio.

    Los personajes del libro están muy bien construidos,  es muy interesante comprobar que se comportan como su educación y extracto social manda. Los diálogos, sus acciones, e incluso lo que sienten es propio de sus orígenes.  Creo que Alicia ha hecho un gran esfuerzo de empatía. Aunque, claro,  se puede criticar el hecho de que estos estereotipos son obviedades, creados a base de topicazos, pero en mi opinión funcionan para contarnos una historia donde existen dos mujeres ricas, una de ellas la perfecta esposa abandonada, la otra, la perfecta rica superficial; y dos chicos de clase media y baja, dos seres que se ven abocados a vender su carne, el negocio más antiguo del mundo y que los sitúa en el sótano de la base de la pirámide social independientemente de su origen se ven igualados por esta profesión que todos los estratos usan y que socialmente se denosta.

    La historia está protagonizada por dos actores principales: Irene y Javier, personajes con cierta complicación de anclaje en su propio ambiente por sus caracteres y sentimientos  que van desarrollando su peripecia hasta encontrarse. Y por otros dos secundarios que aunque de diferente estratos son supervivientes resilientes, disfrutones de la vida.

     En la obra identificamos tres mundos en uno: el mundo de los ricos que usan pagando o no a la clase media y a la baja; la de la clase media, sensata y pasmada; y finalmente la clase baja, la de personas con familias desetructuradas que aprenden a sobrevivir en “la jungla” y no dejan de ser conscientes de “quienes son” y sobre todo de lo que pueden esperar de la vida, dándose a la picaresca y asumiendo que esa es su salida. Es muy gráfica la imagen y la vulnerabilidad de esa clase media que puede pasar de un día para otro a formar parte de los intocables, sufriendo profundamente por humillaciones a las que no están acostumbrados y costándoles un gran esfuerzo comprender que sus expectativas no tienen fácil resolución. A Javier le cuesta mucho comprender que es un “pringao”, cosa que Iván el personaje de bajo estrato ha sabido siempre.

    Es triste comprobar que la cultura no nos hace mantener la dignidad y a veces, estos ratones de biblioteca en paro descubren tristemente que quizás les pueda faltar un mucho de la universidad de la calle, habilidades sociales para la supervivencia en la jungla de asfalto.

    El final de la obra es sorprendente pero irremediable, un evento provocado por la falta de coherencia del lugar que se ocupa. Esta reflexión parece clasista pero es todo lo contrario es una crítica, un reflejo amargo de cómo está constituida nuestra sociedad y la dificultad que encontramos en la movilidad por mucho que tengamos una Constitución que nos diga que todos los hombre son iguales ante la ley, porque, que un hombre sea igual a otro ante la ley, cuestión muy discutible porque depende del abogado o gestor que puedas pagar,  no hace que a un “pringao” lo dejen entrar en la Zagaleta, como no vaya a hacer servicios, de todo tipo.

    En fin, a mí me ha parecido una obra fácil de leer, desenfadada pero con mucha enjundia y tremendamente actual. Aunque, eso sí, en algunos momento me ha resultado inverosímil, pero claro esto es ficción y la trama la decide su autora.

      

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