lunes, 5 de septiembre de 2016

"Holmes y Watson, Madrid Days" en la inauguración del Festival Internacional de Cine Fantástico de la Costa del Sol, tras el diálogo de José Luís Garci y Luís Alberto de Cuenca

Resultado de imagen de festival cine fantastico costa del sol 2016    El pasado sábado se dio el pistoletazo de salida del Festival Internacional de Cine Fantástico de la Costa del Sol que se celebra principalmente en Estepona, pero que tiene eventos en otras sedes como Marbella, Benahavís y Málaga. El inicio de esta semana cinematográfica tuvo a Luís Alberto de Cuenca y a José Luís Garci  en un “duelo dialéctico a primera sangre” y la proyección de “Holmes y Watson, Madrid Days” del oscarizado director de cine.  

    Ya por 
la mañana en la rueda de prensa descubrimos la enorme afinidad entre ambos talentos, Cuenca y Garci hablan a menudo, se nota, comparten conceptos comunes sobre cuestiones esenciales de la vida, son unos amantes del arte, versados en estilos y autores, amantes de la música y de la buena literatura, por lo que el duelo hubiera persistido por horas sin que hubiera habido lesión alguna. Eso sí, los espectadores pudimos disfrutar de sus pintores favoritos, los museos, los libros más significativos de nuestra cultura, personajes como el Quijote y Sancho que se reproducen incluso en la obra de Conan Doyle y de una conversación que saltaba de un tema a otro y reconducían en una generosa donación de saberes que sólo fue preámbulo de la maravillosa película José Luís Garci y que pudimos disfrutar acto seguido al debate.

    “Holmes y Watson, Madrid Days” es una revisión del clásico, un pretexto para mostrar la España de finales del XIX, pero, y en esto tenemos que felicitar al director, con todas sus vertientes, lo bajos fondos, la corrupción y también la grandeza de un pueblo trabajado, bullente de actividad, pleno de intelectuales, músicos como Albéniz, literatos como Galdós o Pío Baroja que Garci nos presenta en forma de fotografía antigua, la que se hacía con las cámaras oscuras y que inmortalizaba momentos imprescindibles. La escenografía es una maravilla y el vestuario magnífico. Los diálogos, escritos por el propio Garci vuelcan el pensamiento, el profundo poso cultural español, nos reconcilia con nuestro país, después de tanto harakiri antinacionalista, pero seguro que a muchos les resulta un ejercicio pedante de la nostalgia, yo, me he dejado vanagloriar, una vez cada doscientos años no puede ser malo.

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Los Holmes y Watson de     La película tiene una trama reconocible en el universo sherlockiano, los célebres británicos siguen a Jack The Ripper, pero esta vez en Madrid donde se están sucediendo asesinatos de una factura muy parecida a la londinense. De todas maneras, la historia es un pretexto para hablar de Madrid, para mostrar el Madrid de los Austrias, para presentar a su gente, gente de todo tipo, pero mucha de ella olvidada por cuestiones políticas partidistas. Esta ofuscación en hacer diálogos descriptivos del ambiente ha resultado ridículo para muchos espectadores que no la han elevado a obra taquillera y es que, estos diálogos merecen ser oídos con calma, deleitarse con ellos, reconocer un pasado y sus protagonistas aunque sí es verdad que a veces se nota que están en plena oda panegírica lo que puede ir en contra de la credibilidad, yo lo acepto como una licencia poética como cuando el revisor del tren entra tarareando obras de música clásica. A mí me han emocionado, quizás porque soy muy sensible al halago y me ha gustado que me recreen el oído con lo que es la imagen de un país que ya no se enseña y es una pena, porque no hay blancos ni negros puros en la naturaleza.

El lujoso acabado técnico     El tema técnico sí que no tiene lugar a dudas, desde las iluminaciones vainillas, sepia, hasta las escenas que llegan a sonar como escenarios de teatros antiguos y que muestran imágenes bellísimas, muchas reconocibles de pinturas y fotografía del XIX. Imágenes fijas son las que Garci monta como intersecciones e incluso como información importante que cuenta mucho en un solo plano, lo importante es que se funde sin discontinuidad y que en vez de resultar una cutrez propia de un presupuesto escaso, es un recurso más para mostrar las artes fotográficas y pictóricas de ese tiempo.

Resultado de imagen de holmes watson madrid days   La intelectualidad de la época brilla como nunca en esta película, el director ha procurado que estén presentes desde la música a la fotografía, desde la pintura a la poesía, la filosofía y la dialéctica. Es delicioso poder vanagloriarse con las obras de final del XIX y es estupendo asistir a la madurez de un ser curioso que tiene la generosidad de compartir con nosotros lo que ha aprendido y le apasiona en la vida, sobre todo si esos temas son los que también nos interesan a nosotros. Comprendo que esta no haya sido una película taquillera, es difícil de apreciar si no se llega a ella con un gusto educado y unos conocimientos previos.

    Al terminar una señora que ha sido Mujer Europea de la Cultura 2003 le dijo a otra:

—Qué orgullosa me siento, ha sido delicioso

A lo que la otra contestó:

—Sí, pero dudo que “esta vaya a ser la canción del verano”

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