martes, 6 de diciembre de 2016

Sandor Marai y “Lo Que No Quise Decir”

Resultado de imagen de sandor marai lo que no quise decir   “Lo Que No Quise Decir” de Sandor Marai ha sido el objeto de estudio y discusión de la Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella en este mes de diciembre. El encuentro no pudo ser más productivo porque nos obligó a profundizar en los factores que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial y en la Bolchevicación de Hungría, así como en el sentimiento nacionalista y el de pertenencia a una tribu.

    La mayoría de las asistentes confesaron haberse decepcionado con el principio, entendiendo que esta no era una novela propia de Marai, ni siquiera en cuestión de estilo. Claro que, estudiando la obra en profundidad todas llegamos a la conclusión de que es un libro imprescindible, no una novela, desde luego, sino un diario de reflexiones a “toro pasado” que el autor nunca pensó en publicar por lo menos hasta haberle hecho unas cuantas revisiones y no en otra lengua que no fuese la húngara.

Resultado de imagen    El hecho es que las tertulianas encontramos una prosa limpia, sencilla pero en ocasiones enredada, en un claro ejercicio espontáneo de evocación de recuerdos y de análisis íntimo de su propio pensamiento, una escritura de tipo terapéutico, de las que se realizan para ponerle palabras a los pensamientos desordenados y concretar de esta forma lo que de verdad se siente o se comprende.

Resultado de imagen de memorias de un burgues    Por otra parte, hubo diversidad de opiniones en algunos aspectos como en la trasmisión de implicación emocional en la obra: hubo quien creyó que Marai contaba cuestiones propias del tratado de Trianon, de la escalada comunista o la nazi, de la actitud de la sociedad húngara con mucha sinceridad, con honestidad intelectual. Sin embargo, otras creyeron ver en esa elección de temas y la intensidad del análisis una implicación emocional que también la vemos en sus expresiones de sentimiento nacionalista húngaro y su pertenencia a la burguesía. A Marai le duele el alma húngara y burguesa, se le nota mucho.

    La obra es el tercer libro de “Memorias de un Burgués” y ha sido editado post-mortem y probablemente lejos de la voluntad del autor. Comentamos que el escritor de “El último Encuentro”, tenía tal sentimiento de casa-nacional y casa-clase-social que no quería que estas reflexiones las conocieran otros que no fueran húngaros, las “cosas de casa, se quedan en casa”. Y aunque él mismo comprendía la injusticia, o la irracionalidad, declaraba pertenecer a ambas tribus, de una manera antropológica, para tener raíces y sentirse seguro.

    Marai no era un iluso y en sus reflexiones alguna socia encontró que criticaba la hipocresía burguesa porque animaba al esfuerzo, asegurando que la educación estaba al alcance de todos, pero también admitía que era para todos los que pudieran asistir y se la pudieran pagar, una contradicción que él narra con ironía.

    Algunas socias admitieron haber tenido que documentarse históricamente pues Hungría nos queda lejos y más lejos si tenemos en cuenta que los países de la antigua URSS eran poca materia de estudio hasta hace unos años en nuestro país, y ahora, la Historia tampoco, es uno de los platos fuertes en la programación escolar. No recordábamos bien el Tratado de Trianón y suscitó una buena conversación la idea de que las grandes potencias se reunieran en Versalles, a miles de kilómetros para dictar el futuro de países como Hungría, al que desgarraron por arriba, dándole la Alta Hungría a  Checoslovaquia y al Sur anexionandoTransilvania a Rumanía. Así surgen muchos países artificiales que son en realidad un polvorín de etnias o de anhelos de ser otra entidad.

Resultado de imagen de imperio austrohungaro    Por estas circunstancias y porque el pueblo natal de Marai estaba precisamente en la alta Hungría, entendimos que el sentimiento nacionalista del autor quedó herido, magnificando una emoción que nos puede resultar poco comprensible a bote pronto. Pero entendible al saber que su padre se arruinó intentando conseguir derechos en Checoslovaquia para la minoría húngara y él mismo tuvo que exiliarse a Pest porque fue llamado a filas de un país que no sentía suyo, Checoslovaquia.

    Discutimos sobre la pasividad o incluso la adopción  de los húngaros del nazismo, incluso cierta euforia cuando Alemania se anexionó Austria, la Anschluss. Y es que no hay verdades perfectas, ese pueblo que había estado bajo el yugo empobrecedor turco por más de cien años y que tenía el orgullo de haber pertenecido al Imperio Austrohúngaro, veía en el III Reich el muro de contención de las huestes de Stalin y no querían ni ser invadidos de nuevo ni perder su modus vivendi, sobre todo la burguesía a la que le iba fenomenal. Cuando la gente tiene miedo, cuando pierden la fe en lo que lo sostiene, es capaz de agarrarse al más desatinado populismo.

Resultado de imagen de sandor marai lo que no quise decir    El camino de la tertulia nos llevó hacia la maldad humana que también se cebó en Europa en esos, como en otros tiempos. El autor fue crítico socialmente, en sus artículos, por lo menos ante el bolchevismo. Los judíos fueron aceptados en Hungría más que en otros lugares de Europa, hasta casi el final de la guerra, pero no podían tener los negocios a su nombre, por lo que tenían hombres de paja que se enriquecían sin esfuerzo, eso era mejor de lo que ocurría en otros lugares, como comentaron varias socias, el colaboracionismo con los alemanes consistía muchas veces en delatar a los judíos para fríamente quedarse con sus pertenencias, —“eso no es darles un empujón para que crucen la puerta de la cámara de gas, pero se le parece mucho”— se oyó en el Champagne Room del Marbella Club donde se celebró la Tertulia, y un modisto, muy conocido, que estaba merendando allí no pudo dejar de comentar a nuestra presidenta que era una alegría ver la conversación tan interesante que tenía tantas mujeres reunidas.

    Dos socias discutieron sobre el papel cobarde de la Iglesia en ese momento como en otros de la historia. Con respecto a estos vergonzosos momentos Juan Pablo II y el Papa Francisco han pedido perdón en varias ocasiones en como representantes de la Iglesia.

     Este libro que en principio parecía no dar para una tertulia, resultó ser muy intenso y hubo quien habló del sentimientos universales, como el del emigrante, del que siempre echa de menos el terruño pero que cuando regresa encuentra que su tierra ha cambiado y que no la reconoce, que no imperan los valores que recordaba y que no se encuentra arraigado a ningún sitito. Lo mismo le ocurrió a Marai cuando por fin, por mor de la Segunda Guerra Mundial, la alta Hungría le fue devuelta al gran país y encontró que las gentes habían perdido la idiosincrasia húngara, el boato, la gola, debido a los años de democracia checa, esa es la parte del Marai burgués que resulta patética, sobre la que ironiza y a veces hace autocrítica, pero que no  puede evitar porque se siente burgués y húngaro, un sentimiento que le produjo infelicidad porque en su pasaporte rezaba “APÁTRIDA”.


    El próximo 23 de Enero tendremos la Tertulia en el San Cristóbal porque hay obras en la sede habitual, leeremos “Manual para Mujeres de la Limpieza” de Lucía Berlín. También, deberemos aportar con antelación propuestas de lectura para el próximo trimestre.

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