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domingo, 24 de agosto de 2025
La tía Remedios. Cadena Ser. Ana eugenia Venegas
lunes, 18 de agosto de 2025
lunes, 11 de agosto de 2025
jueves, 7 de agosto de 2025
Presentación inusual y recital de la Peor Cantante del Mundo de Ana Eugenia Venegas
miércoles, 6 de agosto de 2025
Crítica a No solo en Madrid por Agustín Casado Moreno
“UN MUERTO ON THE ROCKS”
(o “EL MUERTO DE PESCANOVA”)
Esto no es, ni lo pretende, una
crítica literaria. Y mucho menos un comentario de texto. Los años me han
quitado, entre otras cosas, la capacidad de llevar varias lecturas a la vez, de
ir alternando una novela histórica con otra de serie negra, pongo por caso. Y
en medio, alguna lectura poética. Y ya no es uno, como en otros tiempos, un
fusil ametrallador, NI una repetidora. Ni siquiera una escopeta de dos cañones.
Si acaso trabuco de un solo tiro. También en lo literario.
Y ocurre que, aunque ya hacía
semanas el “No Solo en Madrid” ocupaba su sitio en el pequeño montón de
pendientes, hasta esta semana pasada en que pude acabar aquello con lo que
andaba cuando me llegó la novela de Ana Eugenia Venegas no me fue posible, por
turno, meterle mano. Feo detalle de aparente ingratitud cuando se trata,
además, de una obra de mi género literario favorito: el de gratis total.
Renuevo, Ana, mi agradecimiento. Porque me ha hecho pasar un buen rato, unos
buenos ratos. Que con los tiempos que corren no es cosa menor. Pocos buenos
ratos digo porque se lee en tres o cuatro tirones. Tanto te abduce.
La novela, pese a que transcurre
como escenario principal en un entorno tan urbano y de plexiglás, de neón y
Prozac como el Madrid de la Movida, a mí me deja la sensación (y la literatura
son sensaciones, como casi todo) de haber leído un drama rural. Duro, primario,
atávico. Más cercana en estilo y contenidos a El Caso que al Vanity Fair por
entendernos. Es una paradoja, no sé si intencionada.
Aunque la documentación
ambiental es un poco básica, resulta del todo ilustrativa y significativa.
Sobre todo para los no coetáneos de aquella época, que -¡cómo pasa el tiempo!-
necesitan docena y media de referencias de ambientación, atrezzo y “dirección
de arte” que los sitúe. Y creo no se puede con menos trazos bosquejar para un
milennial un entorno más claramente ni con más precisión. El escenario rural no
presenta desde luego mayor esfuerzo para la autora, quizás porque en ese medio
las cosas no hayan cambiado tanto. Quizás porque ella misma se reivindica de
pueblo, como el pan caliente. Y a mucha honra, me parece.
Los personajes. Sólidos y
coherentes. Creíbles. Quiero decir que Santiago hace las mismas cosas y
reacciona y se conduce de la manera en que uno, sin ser psicólogo ni sociólogo,
esperaría de gente como Santiago. Y que Raquel, más allá de la relativa reencarnación
de la “Raquel auténtica”, no deja de ser Raquel desde que la desvirgan en
rústica hasta el final. A gente como Pino, el “sujeto pasivo” de la historia
como nosotros lo somos para Hacienda, lo hemos conocido todos, y son como Pino hasta que dejan de ser. Y Currilloja. O Capi. Y Lucía. Sobre todo Lucía,
a mí me parece que el personaje al que
más quiere la Venegas de toda su tropa. Y creo que yo también.
Confieso que de entrada no me
gustó, me rechinaba, esa segunda voz de la narradora que cada poco te cuenta
que te está contando una historia. Es como lavar el jabón. Pero esos cameos
periódicos de la autora, esa especie de making off, no sé si necesario, acaban
teniendo su gracia. Más que nada porque, conociendo a la autora como es el
caso, hay un momento en que llegas a “oír” a la Venegas, no ya en sus giros y
construcción sintáctica, sino en el timbre y carnosidad de su voz misma.
Salvo eso, que como digo acabé
aceptando y de muy buen grado, y aún hoy, el título, “No Solo en Madrid”, esto
no sé por qué, me gusta todo lo demás. Mucho.
La arquitectura de la novela es
excelente. Profesional. Como ya he visto subrayado por ahí, capítulos cortos, a
veces abruptos en su sucesión, no siempre lineales temporalmente, pero que
consiguen una secuenciación consistente y fluida. Una sólida construcción y
pese a su solidez, brillante, provocativa de meterte por los ojos un capítulo
más, a ver qué coño pasa ahora.
El tenor literario de la
narración es consistente con la conocida calidad de Ana Eugenia. Es una prosa,
ahora de frases más breves y precisas, preñada de vulgarismos cultos y de
cultismos vulgares. Navegando sin bandazos
entre el suave humor socarrón y ese discreto hálito poético que impregna su
narrativa.
La secuencia de la exhumación,
por ejemplo válido, es un ejercicio contenido y muy solvente de narrativa. Me
recordó, vaya-usté-a-saber-por-qué, a pasajes de “La Carretera” de Cormac
McCarthy.
Aunque, qué puñetas, por qué
buscar parecidos. No caigamos en la tentación paternalista de pensar y decir
que No Solo en Madrid está muy bien, que se trata una magnífica novela para ser
obra de una señora a quien yo conozco, de mi casi vecina. No Solo en Madrid es
una magnífica novela. Punto.
Agustín Casado
