viernes, 20 de junio de 2014

“El Barón Rampante” de Italo Calvino

    Gracias a las tertulias literarias y clubes de lectura nos sentimos invitados en ocasiones a leer o releer obras no contemporáneas. Esto, supone un gran placer que nos hace viajar al pasado y a descubrir el talento de escritores que no tenían más que su propia experiencia y medios muy rudimentarios de escritura en comparación con los que manejamos en la actualidad.

    El Barón Rampante es una novela atrevida, divertida e incómoda, no olvidemos que fue publicada en 1.957. Recuerda profundamente al realismo mágico de García Márquez o a la fantasía de Borges. Pertenece a una trilogía, "Nuestros Antepasados" que igualmente coincide en ser inconformista, utilizar las situaciones inverosímiles y atender a la realidad más histórica. Ítalo Calvino usa la entelequia no para huir de la realidad, sino como herramienta motivadora para estudiarla.

 La situación que plantea  es tronchante: el hecho excéntrico de decidir hacer vida arbórea por parte del heredero a la baronía de Rondó. Un capricho infantil, una rebeldía de juventud, un chico que decide no seguir alimentando la costumbre de comer en la mesa y de soportar lo que se le sirviese como se había hecho siempre.

    De esta forma peculiar Cósimo rompe de un plumazo con lo que se espera de él y se desliza por la vida de una forma excitante y peculiar. Contrario a lo que pudiera pensar su padre, este hijo rebelde, al subir a los árboles, no desaprovecha su vida sino que la vive con más intensidad, consiguiendo que cada día sea diferente, conociendo a personas al margen de los convencionalismos a ladrones, a mujeres libertinas y libres, mezclando clases sociales y acontecimientos históricos.

   Es muy curioso ver que Italo Calvino sin ser consciente utiliza una técnica que yo aconsejo para la resolución de problemas y es subirse a algo y mirar desde allí, con otra perspectiva, siempre es muy útil para relativizar y poner cada cosa en nivel real de dificultad. Eso hace con Cósimo, lo sube a los árboles y desde ese momento nos muestra un punto de vista completamente diferente de las relaciones entre los nobles, los venidos a menos, los que tienen problemas con sus hijas, las que se relacionan de manera preocupante con individuos peligrosos, el hambre y la opulencia, vistas desde el mismo árbol, no vayamos a pensar que los que no tienen y a los que les sobran viven en distintos mundos.

    Cósimo se desarrolla como persona encima de los árboles y al margen de que no se adapte a las normas de la superficie terrestre no deja de ser objeto de los mandatos de la biología, de tal manera que vemos a un Cósimo niño, luego adolescente, muchacho, hombre y señor mayor. Los ropajes, los nidos que habita, las necesidades del cuerpo, las enfermedades del alma, el amor,  el desamor y la vejez nos permiten ver el desarrollo de un ser humano al margen de la convencional y reglada evolución de los que pisan tierra, los sensatos, los que son otro ladrillo en el muro (Another Brick in the Wall), sin que su vida sea más infeliz.

   Los demás personajes son el contrapunto para hacernos reflexionar sobre las posturas ante la el mundo. La hermana es un ser cascarrabias y amargante, su padre es una víctima de la decadencia, su madre una trasmisora de órdenes como buena hija de militar y su hermano, el narrador de la historia,  que lo admira, lo respeta mientras se atiene a las reglas terrestres, estudia, se somete, se casa, lo habitual si no fuese por las emociones que le produce ese hermano que se atrevió, que traspasó la línea.

    Pero Cósimo no ha tomado una decisión madura, por un berrinche se subió a los árboles y por una apuesta, una cabezonada, permaneció en ellos el resto de su vida. Muchas veces, las personas que acaban haciendo hazañas famosas, no son los que se han preparado toda la vida para ello, se encuentran en situaciones que los van empujando, para que hubiese un Napoleón tuvo que haber una Revolución francesa, para que hubiese un Hitler, tuvo que producirse la Primera Guerra Mundial, para que apareciese un Franco, tuvieron que darse numerosas circunstancias como las reiteradas quemas de conventos. A muchos de estos hombres los miramos en frío y no comprendemos cómo llegaron a las situaciones donde se vieron inmersos con mando en plaza.

    Con esto último reflexiono sobre la posición de Cósimo ante su peculiar relación con Viola y es que él no estaba preparado para que ella se subiera a sus propios árboles, por eso se lo comían los celos, símbolo del sentido de la propiedad que en la superficie terrestre se tiene sobre las mujeres.  No estaba preparado para que ella decidiera cómo quería que fuese la superficie que pisaba porque era tan libre o más que él.

    El Barón Rampante se convierte en un exponente de la cultura, mantiene relaciones con todos los sectores sociales de manera que en vez de convertirse en un paria se convierte en un ser influyente, de vanguardia que aporta a la comunidad y le presenta movimientos innovadores como los francmasones o los enciclopédicos. Cósimo se cultiva, se cuida físicamente, se asea, organiza un modo de vida civilizado encima de los árboles, con saneamientos y rutas, demostrando que hay otra forma de hacer las cosas.

   Bajo el manto de la ironía y el humor absurdo, el autor se permite guiños históricos, encontrándose con Napoleón o con los españoles expulsados de Nápoles, juega con personajes reales mostrando que no hay nada tremendo en vivir de otra manera, quizás el desorden provenga de seguir viviendo de la misma.




    Hay que leer esta obra y hay que escribir muchas como ella, estamos necesitados de humor y reflexión. 

martes, 17 de junio de 2014

El estigma de la enfermedad mental

Ansiedad, depresión, trastorno bipolar, fobia, adicción, son enfermedades tan comunes como diabetes, hipertensión, insuficiencia renal o asma y los fármacos que las tratan se encuentran como los de estas últimas entre los más vendidos. Sin embargo, la carga de prejuicios que rodea los trastornos de salud mental determina el apoyo social que reciben quienes las sufren e incluso impide que busquen tratamiento.

El estigma puede conducir a discriminación y ésta puede ser directa, como un comentario negativo sobre la enfermedad mental o el tratamiento, o sin intención o sutil, como la evitación porque piensan que la persona podría ser inestable, violenta o peligrosa debido a su trastorno. Incluso el paciente puede juzgarse a sí mismo.

Entre los efectos perjudiciales del estigma se plantea los siguientes:
* Reticencia a buscar ayuda o tratamiento.
* Carencia de comprensión por parte de familia, amigos, colegas de trabajo u otras personas en tus círculos.
* Menores oportunidades de trabajo, actividades sociales o escolares o problemas buscando alojamiento.
* Acoso, violencia física o hostigamiento.
* Asistencia sanitaria que no cubre de forma adecuada el tratamiento de la enfermedad mental.
* La creencia de que nunca se conseguirán ciertos retos o que no la situación no mejorará.

Los especialistas de la Clínica Mayo sugieren las siguientes medidas para combatir el estigma:




1. Conseguir tratamiento
No hay que mostrar reticencias a la hora de admitir la necesidad de tratamiento y dejar que el miedo a ser etiquetado con una enfermedad mental evite buscar ayuda. El tratamiento puede proporcionar alivio al identificar lo que está mal y reducir los síntomas que interfieren con la vida laboral y personal.
2. El estigma no debe avergonzar ni crear dudas sobre la capacidad personal
El estigma no sólo procede de los demás, hay que dejar a un lado monólogos personales erróneos que identifican la enfermedad mental con un signo de debilidad personal o que debe controlarse sin ayuda. Buscar consejo psicológico, informarnos sobre la enfermedad y conectar con otras personas que padecen el trastorno puede ayudarnos a ganar autoestima y superar la autovaloración destructiva.
3. No al aislamiento
Si se padece una enfermedad mental es habitual no comentarlo con los demás. La familia, los amigos o el resto de personas con las que nos relacionamos nos brindarían apoyo si supieran que padecemos un trastorno del tipo que sea. Es clave mantenerse cerca de aquellos en los que confiamos y que pueden brindarnos apoyo y comprensión.
4. No te identifiques con tu enfermedad
'Tú no eres una enfermedad', afirman los especialistas. En vez de decir: 'Soy bipolar' mejor di 'Padezco trastorno bipolar'. En vez de llamarte a ti mismo 'esquizofrénico' di 'Tengo esquizofrenia'.
5. Acudir a grupos de apoyo
Existen grupos locales y nacionales que ofrecen programas locales y recursos en Internet que ayudan a reducir el estigma al informar a quienes sufren enfermedad mental, sus familias y el público general.
6. Conseguir ayuda en la escuela
Si tú o tu hijo tenéis una enfermedad mental que afecta al aprendizaje, descubre qué planes y programas podrían ayudarte. La discriminación contra los estudiantes debido a una enfermedad mental está contra la ley y los educadores en todos los niveles deben facilitar la mejor adaptación posible a los estudiantes. Si un profesor no conoce la discapacidad de un estudiante, ello puede conducir a discriminación, barreras al aprendizaje y bajo rendimiento.
7. Habla en contra del estigma
Expresar tu opinión en reuniones, cartas al director en medios de comunicación o en Internet puede ayudar a infundir coraje a otros que pasan por retos similares y a educar al público sobre la enfermedad mental.
Fuente.EP

viernes, 13 de junio de 2014

“El Ruído del Mundo” de Ignacio García-Valiño

   Hace un mes llegó a mis manos la última publicación del psicólogo y escritor consagrado Ignacio García-Valiño, en esa fecha estaba de exámenes y tengo que confesar que estaba deseando acabarlos para hincarle el diente a esta promesa novelada. Dos veces me lo he leído, porque cada vez estoy más convencida de que en una primera lectura el leyente hace una actividad superficial, llevado por la ansiedad de conocer el desenlace del nudo creado.

   Una vez más ha valido la pena y es que a la lectura de una historia intrigante, con asesinato, abusos sexuales, bulling, adolescentes en fase rebelde y coqueteos varios, ha sucedido una reflexión sobre la mujer, la dificultad de encajar en una sociedad en la que además es madre, oficio que no descuida, profesional, oficio que tampoco descuida, y es persona con pasiones que le hacen implicarse y someterse a los dictados sociales y del destino.

    Hace poco en un viaje a San Sebastián coincidí con una psicóloga, esposa de un socio de mi marido y amiga, con la que discutí sobre el hecho del diagnóstico en la intervención, yo exponía, erróneamente, que el diagnóstico no era tan importante como la voluntad de cambio, ahí entraba mi soberbia de educador social, de seguidora de Viktor Frankl, aquel neurólogo y psiquiatra Austriaco que estuvo prisionero de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y que escribió “El Hombre en Busca de un Sentido”, Frankl abandonó sus raíces, las del  Psicoanálisis, para abrazar una teoría propia en la que el ser humano debe dejar atrás los dolores, las humillaciones, los odios para concentrarse en construirse como individuo más dispuesto a disfrutar del presente, a mostrarse más sencillo, más feliz.

    La verdad es que no he cambiado de opinión en cuanto a que el ser humano debe aprender habilidades para encajar más dulcemente en su entorno, para demandar sus derechos sin crearse enemigos, a seguir los protocolos exitosos, a fijarse en el comportamiento de las personas a las que le va bien la vida y hacerse con las conductas que les funcionan. Pero también es verdad que hay heridas que hay que desinfectarlas para que curen y en la novela de Ignacio vemos cómo hay una imposibilidad de curar ese herida porque el lesionado no permite que se la veamos, llegados a ese punto, me pregunto ¿un buen psicólogo, o educador social, debe permitir que el intervenido no nos dé herramientas para trabajar con él?

    Esta obra de Ignacio es bastante más profunda que la historia de un posible asesinato, nos muestra las entrañas humanas, las dificultades del individuo y de una sociedad que permitió y permite injusticias, el tratamiento de los niños huérfanos, los desahuciados de la crisis, las consecuencias que la historia vivida tiene en las conductas y personalidades posteriores. Mientras, en sus hogares, supuestamente felices y tremendamente aburridas, sestean las inoperativas mujeres de hombres importante del Barrio de Salamanca, floreros jóvenes que se van mustiando con la edad y adquiriendo una tonalidad amarga.

    La protagonista recuerda francamente las obras de Regina Roman “Cuarentañeras” y “Cincuentañeras”, claro que ella lo hace en tono satírico y con un gran sentido del humor, humor que no le falta a García-Valiño en algunas escenas de repelús e intento de asesinato de la Boa que el hijo de la protagonista cría en su habitación, con el objetivo primordial de escandalizar a su madre. Sin embargo, al contrario que la Roman, el resto de la obra tiene más bien un espíritu de suspense grave que mueve a volver la página con avidez de lector intrigado y a permanecer sobrecogido por el horror que sospecha.



    Léansela, se la recomiendo, y háganlo despacio o háganlo dos veces, porque el fondo es aún más bueno que la forma.

jueves, 5 de junio de 2014

Correa Junior restaurador

    Estas sillas tienen más años que Matusalén, de hecho las compré para mi casa de San Fernando, clásicas pero con un color apropiado para aquella decoración. La verdad es que cada vez que las miraba me daba la impresión de que pesaban en el salón de mi casa de Marbella, además que son ocho.
  
    Un día hablando con mi hijo le comenté que me gustaría hacerles un cambio de look, no me respondió nada, él es así, todo lo habladora que soy yo, no lo es él, pero la semillita de la inquietud había prendido en su cabeza.

    A los pocos días me dijo que él me las iba a restaurar, que había aprendido a hacerlo con tutoriales de Youtube, no puedo decir que no me sorprendiera, a pesar de que yo aprendo multitud de cosas a través de internet, le dí cincuenta euros y se fue al una tienda de pinturas.

    Desde entonces está cambiando el aspecto de estas sillas con olor a bolitas de alcanfor, y el resultado está siendo estupendo porque desde luego aligera la seriedad de mi mobiliario y se adapta mucho más a forma de entender la casa que tenemos ahora. Será normal, cuando uno es joven y quiere que lo tomen en serio, decora clásico, pero más tarde cuando uno quiere sentirse más joven y desinhibido, lo que quiere es luz y claridad a su alrededor.


    Ahí lo tengo, lijando, dando bases, capas de oro y envejeciendo, sorpresas que da la vida.

Ana E.Venegas

martes, 3 de junio de 2014

Ser más féliz: De lo que te arrepentirás si no lo haces

1. No haber viajado cuando tuviste la oportunidad. Viajar es cada vez más difícil a medida que envejeces, pues tener una familia de 3 o más personas resulta más complicado que sostenerte a ti solo.

2. No haber aprendido otro lenguaje. Te arrepentirás cuando recuerdes que pasaste más de 4 años aprendiendo inglés en la escuela y no recuerdas nada.

3. Permanecer en una mala relación. Recuerda que “si decides estar en una relación infeliz, has decidido ser infeliz”.


4. Olvidar ponerte protector solar. Arrugas, lunares, cáncer de piel son algunos de los padecimientos que pueden ser evitados si te cuidas.

5. Perderte la oportunidad de ir a conciertos de tus cantantes favoritos.

6. Tener miedo a hacer cosas. Siempre que mires al pasado te dirás: “¿Por qué le tenía tanto miedo a eso?

7. No poner “hacer ejercicio” como una prioridad. Muchísimas personas alcanzarán la plenitud física de su vida acostados en un sillón. Cuando llegues a los 40, 50 y más, lamentarás haberte quedado sin hacer nada en lugar de haberte cuidado un poquito.

8. Dejarte definir por roles de género. No hay nada más triste que escucharte decir: “es que en ese entonces esas cosas no se hacías así”. Atrévete a cambiar los paradigmas.

9. No renunciar al trabajo que odias. Ok, entendemos que hay que pagar los recibos, pero si no tienes un plan para mejorar, podrías despertar 40 años después viviendo en un infierno laboral.

10. No haberte esforzado más en la escuela. No es que las calificaciones te hagan más valioso, pero algún día por alguna circunstancia te dirás que habrías deseado poner más atención en clase.

11. No valorar tu físico o tener complejos. Muchos de nosotros pasamos mucho tiempo lamentándonos por no ser tan guapos y gastamos fortunas en mejorar algo que no nos parece.
12. Tener miedo de decir “TE AMO”. Cuando seas mayor, verás que aunque tu amor no fue correspondido, siempre habrás querido expresar tus sentimientos.

13. No escuchar los consejos de tus padres. Lo sabemos, cuando eres joven no los quieres ni escuchar, pero créenos, cuando crezcas, desearás tan siquiera poder escuchar su voz, más aún un consejo. Y lo mejor es que todo lo que te dijeron era cierto.

14. Darle mucha importancia a lo que la gente piensa de ti. Te lo juro que en 20 años ni te acordarás de lo que aquella gente decía sobre ti y que tanto te importaba.

15. Apoyar el sueño de otras personas por encima de los tuyos. Si, ayudar a otros es bueno, siempre y cuando te des también el tiempo y espacio para brillar por ti mismo/a y realizar tus propios sueños.

16. Guardar rencor o resentimiento por alguien. Eso significa dejar que alguien viva en tu cabeza sin pagar renta. No vale la pena. ¿Cuál es el punto de recordar y recordar el daño que te han hecho? Déjalo ir.

17. No defenderte. La gente con autoestima no deja que nadie les haga algo que no quieren, tu tampoco deberías.

18. No haber hecho una actividad como voluntario. Créeme, ayudar a alguien voluntariamente a hacer su vida más placentera, es algo que jamás lamentarás. Se siente increíble.

19. No cuidar tus dientes. Cepíllate, usa hilo dental, consulta a tu dentista regularmente. Cuando seas mayor y te falten 3, 4 o más dientes, habrás deseado cuidarlos más.

20. No preguntarles cosas de la vida a tus abuelos antes de perderlos. Ellos ya han pasado por donde tú vas caminando y son una fuente inmensa de sabiduría. No pierdas la oportunidad de quererlos antes de que se vayan.

21. Trabajar en demasía. Nadie que vaya a morir ha deseado haber trabajado más o haber pasado más tiempo en la oficina. Por el contrario, desearon haber pasado más tiempo con su familia, amigos, pasatiempos.

22. No saber cocinar por lo menos un platillo que te guste. Aprende a cocinar, tú mismo te lo agradecerás.

23. No detenerte para apreciar el momento. Sí, lo sabemos, los jóvenes siempre son muy activos, pero detenerte y admirar a tu alrededor es algo bueno, hazlo.

24. No terminar lo que empiezas.

25. Dejar definirte a ti mismo por expectativas culturales. Nunca dejes que te digan: “nosotros no hacemos eso”.

26. No dejar a tus amigos que hagan su propia vida. Las amistades crecen por separado. Cada quien tiene su vida y debe hacer lo que considere mejor para ellos. No dejarlos realizarse es causa de problemas y tristeza. No quieres eso.

27. No jugar más con tus hijos. Cuando seas más mayor, verás cómo tu hijo pasó de “Papi porfa vamos a jugar” al “Vete de mi cuarto papá”.

28. No tomar riesgos, especialmente en el amor. Saber que te atreviste a declarar tu amor a alguien, incluso si fue el más grande fiasco de tu vida, será bien visto por ti mismo cuando eres viejo. Aplica para las cosas de la vida cotidiana. Al final lo recordarás con una risa.

29. No darte el tiempo para hacer contactos. Siempre los vas a necesitar, siempre. Así que mejor comienza a hacerlos.

30. Preocuparte demasiado por todo. Si las cosas tienen solución ¿para qué te preocupas?, y si no tienen solución, ¿para qué te preocupas?

31. Hacer más drama del necesario. ¿Para qué? Nadie lo necesita.

32. No pasar más tiempo con tus seres queridos. El tiempo que pasamos con las personas que amamos es limitado y pronto se acabará. Hazlo valer y aprovéchalo al máximo.

33. Nunca haber cantado o hablado frente a una audiencia. Sí, es muy difícil, suena descabellado. Pero atreverte te dará un empujón de autoestima increíble. Tú puedes hacerlo, aunque creas lo contrario. Te llevarás una grata sorpresa.

34. No haber hecho el amor más veces con tu pareja. El sexo es el acto supremo de felicidad y éxtasis. Más cuando se hace con la pareja que amas. Desafortunadamente tiene una fecha de expiración. Lamentarás no haberlo hecho más seguido.

35. No haber sido agradecido a tiempo. Es difícil verlo al inicio, pero eventualmente es más claro que cada momento en este mundo, desde el más mundano hasta el más increíble, es un regalo que se nos ha dado y somos increíblemente afortunados de haberlo recibido.

Dr. Cristóbal López Martín Psiquiatra Marbella