Estas sillas tienen más años que Matusalén, de hecho
las compré para mi casa de San Fernando, clásicas pero con un color apropiado
para aquella decoración. La verdad es que cada vez que las miraba me daba la
impresión de que pesaban en el salón de mi casa de Marbella, además que son
ocho.
Un día
hablando con mi hijo le comenté que me gustaría hacerles un cambio de look, no
me respondió nada, él es así, todo lo habladora que soy yo, no lo es él, pero
la semillita de la inquietud había prendido en su cabeza.
A los
pocos días me dijo que él me las iba a restaurar, que había aprendido a hacerlo
con tutoriales de Youtube, no puedo decir que no me sorprendiera, a pesar de
que yo aprendo multitud de cosas a través de internet, le dí cincuenta euros y
se fue al una tienda de pinturas.
Desde
entonces está cambiando el aspecto de estas sillas con olor a bolitas de
alcanfor, y el resultado está siendo estupendo porque desde luego aligera la
seriedad de mi mobiliario y se adapta mucho más a forma de entender la casa que
tenemos ahora. Será normal, cuando uno es joven y quiere que lo tomen en serio,
decora clásico, pero más tarde cuando uno quiere sentirse más joven y desinhibido,
lo que quiere es luz y claridad a su alrededor.
Ahí lo
tengo, lijando, dando bases, capas de oro y envejeciendo, sorpresas que
da la vida.
Ana E.Venegas
Pues una sorpresa maravillosa, porque esas sillas a partir de ahora tendrán un significado mucho más especial.
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