miércoles, 26 de febrero de 2020

"La Magdalena de Proust es un Bastón" gracias a Paco "Sacromonte"


La imagen puede contener: una persona, sonriendo, sombrero y primer plano    Ha fallecido uno de los personajes de esta nuestra Marbella tan divina y tan diferente. Paco Sacromonte fue bailaor, vendedor de lotería y un dandy con aire calé. Formaba parte de nuestro paisaje, de nuestra fauna y la gente lo apreciaba. Era divertido, irreverente, picante de una manera muy tradicional. Un día me contó una de sus hazañas de juventud y me inspiró este relato. Es una narración a raíz de una anécdota. Excepto la anécdota, todo lo demás es ficción.  Este es el Relato: 

La Magdalena de Proust es un Bastón

    Se oye el segundo toque de campanas. Hoy hay boda, el novio camina la plaza acompañado de la madrina, su tía Esmeralda. “Omá” falleció cuando nació Eduardo, el último de los quince hermanos Cantero-Quiñones. El empedrado de la calle Viento sirve de caja de resonancia para los tacones de los familiares y vecinos que acompañan a “Manué”. Se escucha la nota impar del bastón de la abuela Carmen. El cortejo desfila ante los restos de la muralla invadida por casas de familias y un convento de salesianas, escuela de las niñas de Marbella.

    Hoy hay boda y la puerta grande de la Iglesia está abierta, como una elongación de la plaza, un ambigú para todas las clases sociales, donde uno se surte de cremitas para el alma y libros de instrucciones para el buen funcionamiento de la máquina social, un bufet de creencias que algunas marbelleras descocadas empiezan a servirse a su gusto, siguiendo el ejemplo de las visitantes, la nueva hornada de turistas, extranjeras y mujeres poderosas que tienen comportamientos libres, como si fueran hombres, ¿dónde iremos a parar? Ellas, las otras, van por ahí con faldas por encima de la rodilla, melenas cardadas, miran descaradamente a los hombres, fuman y no saben cocinar.

    En la puerta de la iglesia, el novio sube el escalón y ayuda a la madrina, su segunda madre, la Tata Mariquilla, que lleva un vestido de flores silueteadas en negro que no le disimula en absoluto la extensión horizontal de sus nalgas, culo prodigioso que se estremece como un Flan Chino El Mandarín. Los acompañantes no han sido invitados, aquí no ha hecho falta mandar carta de participación, los que han venido sabían que tenían que venir y era conocimiento de los novios que ellos vinieran, un conocimiento entre instinto y sentido común. Los “no invitados” entran en la Iglesia saludando satirones al novio, como pensando “menudo banquete te vas a dar esta noche pillín”, mientras, él y la madrina esperan la llegada de la Chata, la tradición manda que la novia entre antes pero que llegue al templo después, para hacerse un poco de rogar, lógico, trae el tesoro de la virginidad y eso merece un respeto.

    “Manué” está nervioso, hoy es el día más importante de su vida, eso le dicen. Pero se distrae, el bastón de la abuela contra el mármol, el goteo metálico rítmico y poderoso del regatón de metal, traslada al novio a otros momentos memorables y sonríe con la picardía que da saberse macho, hombre, masculino y estar ajeno a las culpas de la carne.

    La abuela Carmen se dirige orgullosa al sembrado de bancos de madera, caballones donde cultivar católicos, en su mayoría de floración anual o incluso bianual, pero de cosecha segura en bodas, bautizos y funerales, sobre todo funerales, no hay que perder la adicción al drama. La abuela va vestida de negro, como siempre desde que hace cuarenta años sucedió el primer fallecimiento en la familia, el de su padre, al que partió literalmente un rayo cuando bajaba de la huerta por el camino de la Barbacana, cuando le sorprendió un aguacero de esos que aparecen por poniente y encienden el cielo con sus rayos, cuando las partículas positivas en la tierra y negativas en la atmósfera se atraen irremediablemente pudiendo generar una potencia instantánea de un gigawatt, casi una explosión nuclear. Aunque, al abuelo “Manué” no le hizo falta tanto para quedar quietecito, ennegrecido y oliendo a chamusquina.

    Carmen insiste contra el mármol, el metal del bastón llama con insistencia a “Manué” que recuerda, por el mismo efecto de la magdalena de Proust, el momento de máximo placer en el que al regreso del guateque en la casa del Conde contó a sus amigotes cómo había “cortado oreja y rabo”. Si no lo hubiera contado, si ni lo fuese a contar doscientas cincuenta mil quinientas veintisiete veces más a lo largo de su vida, ¿qué gracia habría tenido?

    Entró en la Cafetería Marbella a vender su lotería, vestía un terno beig que le había regalado Mel Ferrer al que en una ocasión acompañó al aeropuerto. Aquel día triunfó, además del traje consiguió camisas, zapatos que le quedaban un pelín grandes por lo que los usaba con un poco de algodón metido en la punta, corbatas y un Panamá fabricado en Ecuador que no le cabían en la maleta al por entonces marido de Audrey Hepburn.

    Con la planta que da a un cuerpo como el suyo el atavío de un dandi, Manué se sentía seguro de sí mismo, guapo, guapetón y casi irresistible para esas extranjeras que apreciaban sus detalles de la tierra, una flor en la solapa, un tallito de romero en la cinta del sombrero, en fin, un tuneo con gracia y salero para salir a comerse el mundo en una suerte de “Pijo Aparte” ganador. Conocía a todos los clientes de la cafetería, los fue saludando y vendiendo los décimos que llevaba en su maletín, un maletín de piel de Ubrique que había conseguido en uno de sus trapicheos y que le daba un aire distinguido de noble lotero de Wall Street, un cruce entre Jaime de Mora y Aragón y el marido de Doña Manolita, la de la Puerta del Sol.

    Allí, en la barra de la famosa y céntrica cafetería, mítico “meeting point” marbellí de todos los tiempos, estaba el Conde tomándose un güisque sin “on the rock” ni agua, a palo seco, dando un golpe chispeante a las papilas gustativas antes de dejarlas K.O., en un acto de adormecimiento etílico con sabor a barrica de roble.

—Hola Manué ¿cuánta lotería te queda?
—Pues excepto estos décimos que tengo apalabrados aquí habrá unas ochocientas pesetas.
—Anda, dámelo todo y me ayudas a llevar estas botellas a “las Adelfas”. Hoy tengo jarana y nos vendrá bien un cantecito de los tuyos.

    Manué se las ingenió para no coger ni una de las cajas, “que si esta me la pones en el maletero, que si esta otra en la parte trasera”, en fin, que dirigió la operación de los camareros porteadores sin arrugarse la chaqueta, como si fuese el dueño del Mercedes 190. Todavía le quedaba el golpe de gracia, se fue derecho a la puerta del conductor dispuesto a manejar un cochazo, un haiga de campeonato, el conde sonrió y le dio la llave.

—Eres un tunante Manué.
—Así va usted más tranquilo mirando el paisaje.
—¡Anda, vamos!, que sabes hasta latín.

   El Gold Vermeil Balmoral Walking Cane, el bastón de empuñadura dorada de la abuela, se aleja hacia las bancas cercanas al altar, del mismo modo se alejó el cochazo del centro de Marbella hacia el oeste por la nacional 340. “Manué” iba con el brazo por fuera de la ventanilla, cambiaba las marchas con chulería, estaba vivo, lo sentía en la brisa templada que chocaba en su cara y en su pelo brillante. No pensaba dejarse llevar por la impaciencia de la noche que iba a pasar entre mujeres guapísimas, alcohol en abundancia y a saber qué más.

     Al llegar a las Adelfas se hizo cargo del desembarco del pedido, buscó al guardés y le indicó que llevara las cajas a la cocina. En ese momento apareció la condesa enfundada en un caftán verde agua con motivos plateados.

—Hombre Manuel, ¿hoy nos honras con tu presencia?
—Sí señora, el señor conde me ha pedido que venga a la fiesta y le ayude con las provisiones.
—Pues muy bien, aún queda más de una hora para que empiecen a venir los invitados, si quieres date un baño en la alberca, en la casetilla tienes toallas y bañador.
—Gracias condesa, le voy a tomar la palabra que vengo “acalorao”.

    Ella subió los tres escalones del porche contoneándose, en un provocativo y auténtico coqueteo de hembra que sabe que abajo hay un macho babeando por sus atractivos. Manué, que de tonto no tenía ni un pelo y que ya había toreado en más de una plaza de primera, la siguió con la mirada y pensó casi en voz alta “no tienes ni idea de lo acalorao que me has puesto gachí”.

    ¡Qué viene la novia!¡Que viene la novia! Gritan los niños de la familia que se han asomado al Castillo para verla venir por la calle Lobatas. La Chata lleva un traje de novia blanco que le queda un poco estrecho porque es prestado, pero este detalle sólo hace resaltar las redondeces del pecho y la estrechez de su cintura. Su padre viene con un terno oscuro, el mismo que con toda probabilidad le servirá de mortaja. El velo le cubre la cara, la novia no se puede ver hasta después del “sí quiero”. Bajo este anonimato tradicional, la Chata ha echado el resto en el peinado y el maquillaje, incluso le han prestado unos polvos Maderas de Oriente de Myrurgia con el que ha unificado su rostro, luego se ha pintado unos buenos rabillos y las cejas, finas y altas creando esa expresión de sorpresa que tanto se lleva, los labios se los ha coloreado en rosa, una novia con los labios rojos no es muy virginal que se diga.

    Mientras, Manué espera inquieto. Ser el protagonista de semejante jaleo es un “papelón”. Aunque para jaleo el que se organizó en la casa del conde cuando llegaron los invitados, algunos venían ya con una copita y el anfitrión había dado cuenta de media botella de Juanito el Caminante, el whisky Jonny Walker con sorna políglota, una de las bromas de la panda de amigotes del “Manué”.

     Ya antes, la velada había entrado por unos derroteros un pelín, digamos… peligrosos, pero muy excitantes. Cuando “Manué” salió del vestuario saludó al conde que estaba sentado en el porche con un vaso en la mano. De igual manera, cabeceó a la condesa que ligerita de ropa observaba con evidente concupiscencia el cuerpo del lotero desde la balconada del dormitorio, ella lo miró con descaro y se mordió el labio inferior. “Manué” tuvo que tirarse de cabeza a la alberca antes de que el conde tuviera la oportunidad de descubrir su indiscreta erección. Ya en el agua volvió a mirar al conde que seguía impertérrito dando sorbos a su bebida y luego a la condesa, balcón arriba, que le sonrió divertida.

    La Chata y el padrino acaban de llegar a la iglesia. Un silencio inquietante y respetuoso antecede a los comentarios: ¡qué guapa!, ¡qué vestido tan bonito!, ¡qué planta!, ¡ole las novias como tienen que ser! El ramito de azahar, símbolo de virginidad, está centrado en el escote, es de tela, no es tiempo de azahares. El novio le sonríe conmovido, ahí está la madre de sus futuros hijos, una buena mujer, una mujer como Dios manda, una “muje pa un pobre”. Ella entra a la Iglesia del brazo del padrino y el Manué la sigue con la tía Esmeralda, María de la Esmeralda, que ella es muy, pero que muy católica.

    Ya cerca del altar, mientras la novia se sitúa en el reclinatorio y le extienden el traje, Manué consigue apreciar el refulgir del oro del bastón de la abuela Carmen y descubre al Bana, su amigo de toda la vida, mirando al bastón y mirándolo a él. Ese fue el preciso momento en que, con gran esfuerzo, contuvieron una carcajada que les aguó los ojos. Ambos recordaban la frase del choteo que perduraría como las hazañas de los conquistadores en las américas:

—“Illo”, corté oreja y rabo y al salir de la casa ya de “madrugá”, miré el paragüero y pensé “ese bastón tiene puesto el nombre de mi abuela Carmen” —Después, cada vez que lo contaba, todos, los presentes y por supuesto el mismísimo Manué, todos varones, se revolcaban de risa. Y sí, ese Gold Vermeil Balmoral Walking Cane tiene “puesto el nombre” de la abuela Carmen ¿quién lo duda?

***La fotografía es del Facebook de Rafael Álvarez Ortego.


lunes, 24 de febrero de 2020

Ana Eugenia Venegas Tiflos de Poesía Especial 2020 y Presidencia en Funciones de la Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella

   Entrevista a Ana Eugenia Venegas con motivo de su Premio Tiflos Especial de Poesía 2020 por "En el Confortable Armario de las Galletas" y en el que habla sobre su presidencia en funciones de la Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella.




martes, 18 de febrero de 2020

“El Baile” de Irène Nemirovski, reseña

   En estos días he releído esta “nouvelle” de la escritora francesa, nacida en Ucrania y asesinada en Auschwitz en 1942. Y si algo he redescubierto con placer es la genialidad en la inmersión psicológica de los personajes, la forma minimalista que usa para crearlos y lo mucho que se puede contar en tan poco cuando los diálogos, las pausas, las palabras significan lo que parecen y además conforman un todo que es más que la suma de las partes.

   En 96 páginas Irène dialoga sobre la movilidad social en una época en que los nobles no tienen dinero porque los títulos y las mansiones no se comen, donde la burguesía, enriquecida como consecuencia de la Revolución Industrial, pretende trepar socialmente usando las ruinas de la antigua sociedad a los imita, les compra los títulos, creando situaciones patéticas, en cierto modo, porque son nuevos ricos y creen más en el precio de las cosas que en su valor artístico o sofisticado, demostrando su falta de fundamento de educación elitista. Con estas premisas, esta pequeña novela da vida a una mujer que se ha casado con su jefe, un judío bancario que devine en acaudalado por un vaivén de las cosas de la bolsa. Estas especulaciones ocurrieron tras la Primera Guerra Mundial y finalmente desembocaron en el Crac del 29 en Estados Unidos y conmovió a todo el mundo occidental. La mujer, que llegó a pensar que el inútil de su marido nunca la sacaría de la mediocridad de la clase media, se convierte en una señora con mansión en un distrito propio de las clases altas. Pero he aquí que ni las clases altas son nobles, que los que lo son están arruinados por las propias exigencias de sus propiedades y forma de vida, que un judío puede ser marqués porque ha comprado el título y que pecadillos morales y financieros no se tienen tanto en cuenta como el volumen de la cuenta bancaria. Con ese ambiente, nuestra Sra. Kampf quiere ser vista en sociedad, admirada por su belleza, su cabello rubio teñido, su dinero, sus joyas, su dispendio decorativo y organiza un baile para dejar a todos con la boca abierta, incluso a una prima que es profesora de música, para que cuente a sus antiguos familiares y vecinos lo que ha visto, para que se mueran de envidia.

    Como observadora minuciosa de la sociedad, la autora se centra en la situación de los judíos de los Pogromos, de los huidos de las fauces de Stalin, en la Europa del Este y de su difícil integración en sociedades como la francesa. Algunos son ricos o saben hacer dinero, pero son diferentes, y desean ser aceptados porque es una necesidad humana, y son capaces de crear situaciones vergonzosas para conseguirlo, el ridículo, la impostación, la imitación, cualquier esfuerzo necesario para ser en otro.

    Por otra parte, la autora acomete el tema de las relaciones madres-hijas a través de sus sentimientos más personales. En una narración con notorios rasgos biográficos, Nemirovski construye un personaje materno lleno de egoísmos, necesidades de reconocimiento social, de diversión y coqueteo para sentirse hermosa, deseada o envidiada con una postura evidente postura dramática. Pero encuentran en la hija, en su presencia, en su crecimiento como mujer, en su propio deseo de reconocimiento social, un verdadero obstáculo al que pretende recluir para no presenciarlo ni que sea presenciado. “Ahora es mi momento”, le dice a una hija adolescente con ganas de abrirse al mundo de los adultos. La madre no gestiona bien las frustraciones, siempre ha deseado lo que no tenía, culpa a los que tiene cerca y descarga su ira sobre ellos, es una persona dolorida pero muy tóxica.

    En realidad, el personaje principal es la hija, una adolescente de la que la autora puede exponer sus pensamientos y acciones porque la obra está construida con un narrador omnisciente que lo ve todo. Así, de forma eficacísima, entre diálogos y narraciones sabemos lo que siente la niña al ser desposeída de la posibilidad de asistir al baile de entrada de su familia a la sociedad, y de la esperanza de su propio baile de puesta de largo al cumplir los quince, su madre no está dispuesta ni a asumir la responsabilidad de una hija casadera ni a cederle protagonismo. Observamos, desde nuestro balcón de empatía hacia la adolescente, a la privación de afectos y a las exigencias que la nueva posición impone, como levantarse cuando su madre entre en la habitación y a la perplejidad ante lo snob del matrimoni que empiezan a tratarse de usted en un incoherente acto de hipocresía que impregna a toda la familia y a la clase donde se pretende incursionar. Y es que todo es poco para crear distancia de sus orígenes.

     La autora de la novela póstuma “Suite Francesa”, despliega en “El Baile” sus capacidades para crear el personaje de la madre obsesionado en todos los detalles de la fiesta, en la elección de invitados, de viandas, vinos, en la previsión del tratamiento a personas que no conoce “le llamaremos querido marqués…”, un apego a la apariencia, un exceso que al lector provoca distintas emociones, un rechazo tremendo ante la exposición exterior, ante la creación del grupo artificial, impostado, con el objetivo de crear una imagen que además no les representa si hablamos con honestidad. Pero, además, Némirovski puede hacernos profundizar en ese sentimiento tan doloroso que provoca la necesidad de ser reconocido socialmente y más aún si pretendemos ser reconocidos por quien no nos reconoce, el dolor es tan perturbador y a la vez tan absurdo como el propio ser humano.

    El personaje de la niña es también muy interesante, es sin duda el centro, la protagonista. Antoinette, a la que le han escatimado los afectos y que probablemente se sintiera culpable de no haberlos merecido, por cuestiones del tiempo, entra en la adolescencia y comienza a cortar el cordón umbilical, ya la madre no es el centro, el centro empieza a ser ella misma y se desarrolla en ella una natural pulsión sexual y otra que tiene que ver con la destrucción, la propia o la ajena, una pulsión de muerte. Y siente que su madre se comporta de una forma cruel, injusta, no hay nada que enerve más a un adolescente que la injusticia, y comienza a pensar por ella misma, y comienza a tener descargas hormonales que le hacen creer, como a todo adolescente, que todo es posible.  Por eso, es capaz de realizar la acción que lleva al desenlace final y que a ella le trae un beneficio inmediato, un abrazo materno que refuerza su aprendizaje como persona. ¿Es así como se consiguen las cosas?, ¿En qué momento alguien puede convertirse en un manipulador a conveniencia?, ¿En qué momento alguien puede aprender que un mal gesto puede traer beneficios? Miedo me da. Esto sí que convierte a “El Baile” en un cuento de terror, la sonrisa malvada de la chica al ser abrazada por su madre es un presagio, ¿dónde está el límite?

   “El Baile” nos deja muchas reflexiones como la causalidad, la relación causa-efecto, la importancia de los detalles y de las acciones porque todo lo que hagamos tendrá un efecto, una causa produce un efecto. Algo ocasionó la inseguridad, la inmadurez, la necesidad de notoriedad social de la madre, su actitud poco cariñosa y empática con la hija, y eso provocó la acción de la hija; y las consecuencias de su acción, la reafirmación en que la mandad tiene recompensas, una verdadera locura de consecuencias difíciles de parar. Quizás queda una esperanza que el padre, tan pusilánime y maltratado por la patología de la esposa afirma en una reflexión “Al final, para avanzar en la vida hay que seguir el Evangelio”, no sé exactamente a qué parte de los Evangelios se refiere, pero creo que amar a los demás, orar-reflexionar-meditar, confesarse, mirarse y cuestionarse como modo de conocerse y proponerse cambiar, no mentir, no robar, ni matar, ni hacer infeliz a otros, puede mejorar mucho la experiencia vital, tanto si la fuente es el Evangelio como si es la moral aprendida.


    Esta obra es una joya por su contenido y por su forma, una sencillez tan calculada que consigue ingresar en el alma de los personajes a través de un lenguaje común y de unos diálogos contundentes, que dicen poco pero agudo. Con una forma sibilinamente sintética, de ritmo trepidante, impresionista, a manchas, a pinceladas, con una pequeñez grandiosa. Esta obra habla de temas de todos los tiempos, de los pecados capitales que dañan hacia afuera y hacia adentro, de la ridiculez de los nuevos ricos en su trastorno social y emocional y de esa relación tan difícil como se quiera hacer de madres e hijas. Como buena obra que nos hurga por dentro, nos deja con cierto desasosiego, nos mira y nos hace mirar, dentro y a nuestro alrededor, nos hace sentir lo que sienten los personajes, más aún cuando está concebida como un drama escrito quizás alegremente. Los comienzos y finales de los capítulos son deliciosos.

    Irène Nemirovski fue conocida por su crítica a los judíos, su familia lo era y ella se hizo católica, a pesar de todo los Nazis la mataron por su sangre judía. Es posible que como reacción a su madre con la que mantenía una difícil relación, Irène pusiera en tela de juicio las tradiciones e incoherencias de la cultura semita. Sin embargo esta obra es un claro ejemplo de la Ley del Talión que vertebra el judaísmo , ojo por ojo y diente por diente, es por lo que se justifica la venganza de la hija y como dice el catolicismo, al final todos tuertos. Irène no recurre al perdón que sería lo propio del catolicismo, un hecho definitorio si tenemos en cuenta que esta obra es una especie de venganza personal hacia su madre.

lunes, 10 de febrero de 2020

"ESPAÑA. UN RELATO DE GRANDEZA Y ODIO" de JOSÉ VARELA ORTEGA Presentación en Marbella con vídeo


    El pasado viernes pudimos asistir en Marbella a la charla presentación del libro "ESPAÑA. UN RELATO DE GRANDEZA Y ODIO" de JOSÉ VARELA ORTEGA, un acto organizado por la Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella donde el presidente de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón disertó con verso libre sobre la creación, el fundamento y la documentación de esta obra histórica y ensayística de gran volumen y envergadura.

    En su distendida presentación pudimos entender que su obra tiene sentido en la dicotomía de la realidad documentada y el mito generado, con situaciones de verdades históricas revisadas que han producido la hilaridad del autor, pero que él trata con bata blanca, desde su podium de científico de la Historia, sin concesiones a los amores patrios ni todo lo contrario. 

    El acto estuvo presentado por la Secretaria Eloísa Sánchez Amillategui que introdujo la Asociación de Mujeres y por la Presidenta Emérita Garbiñe Larrazábal. Pueden escuchar la charla aquí:



Sinopsis de ESPAÑA. UN RELATO DE GRANDEZA Y ODIO

    Una obra para pensar y reflexionar sobre quiénes somos y la importancia e influencia que hemos tenido en la Historia.

    José Varela Ortega realiza en esta obra una apasionada defensa de España y de sus múltiples valores. Y lo hace desde varios campos: la filosofía, la literatura, el cine o el arte.
Analiza la imagen de nuestro país en el extranjero a lo largo de la historia y explica cómo se fue forjando de forma premeditada nuestra leyenda negra, pero resalta que también hubo una época de admiración hacia nuestro país y que, normalmente, se obvia desde España.
Es cierto que la imagen de España ha sido distorsionada por los estereotipos y la mirada del otro, pero también por los propios españoles. 

    Sin embargo, nuestra historia es más rica y respetada de lo que a la mayoría nos han hecho creer, y a ello dedica Varela gran parte de su texto, sin dejar de abordar cuestiones controvertidas como la conquista de América, la polémica obra de Bartolomé de las Casas, la piratería como ataque a las conquistas españolas, el mito de los Tercios de Flandes o la Inquisición.

    Un minucioso trabajo de veinte años que muestra la admiración que se sintió por nuestro país y, al mismo tiempo, el odio y la envidia que despertamos en el mundo entero.

JOSE VARELA ORTEGA, breve curriculum

José Varela Ortega es presidente de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón y editor de El Imparcial. Es doctor por la Universidad de Oxford y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense. Ha sido catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela, de la Universidad de Valladolid y de la Universidad Rey Juan Carlos. 

II CHOCOLATADA PRO-BECAS AMUM 8 de febrero, con fotografías y audio de mi poema ad hoc


  La Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella ha celebrado su II CHOCOLATADA PRO-BECAS, un esfuerzo de las socias que han colaborado, de la anfitriona a la que hemos invadido y de los asistentes y fila cero que han conseguido con sus aportaciones un nuevo impulso para el Programa de Becas de chicas brillantes de la Municipalidad de Marbella en pro del objetivo de que la Mujer tenga presencia en todos los estamentos de la sociedad gracias a la formación, a las capacidades y conocimientos, estamos porque podemos.

    En esta ocasión disfrutamos de deliciosos bizcochos, galletas de jengibre***, pasteles y tartas realizadas por las propias socias, entre aromas de aromático, espeso y negro chocolate en servicios de café preciosos, de porcelanas finas y antiguas, que la anfitriona Isabel Jiménez ha tenido la generosidad de compartir con nosotros en un alarde de desprendimiento de la que sí está comprometido con el progreso social.

    Esta es la segunda ocasión en la que nos unimos a una tradición que proviene de la fiesta de Santa Ágeda (5 de febrero) en la que la mujer es protagonista de muchas celebraciones populares, en Zamarramala (Segovia) está declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional y ese día se les da el Bastón de Mando a las Mujeres. En otros lugares se hacen chocolatadas, como Cuéllar, Salamanca, Tembleque, Betrocino, Peromingo… En el País Vasco también se celebra con canciones y peculiaridades gastronómicas.

    El año que viene no se lo pierdan y apúntense pronto ya que el aforo es reducido, la que da lo que tiene no se le puede pedir más.


***Las conversaciones fueron diversas y muy interesantes además algunas socias compartieron poemas propios creados para la ocasión. Os reproduzco dos de ellos:
Mujeres frailes y ascensoristas
de Ana Eugenia Venegas


Fotografía y receta*** de Marité 

Galletas de jengibre
Ingredientes
180 g de mantequilla
100 g de azúcar blanco
1 pizca de sal
½ paquete de azúcar avainillado
1 cucharada de leche evaporada
250 g de harina blanca
100 g de jengibre cristalizado cortado en trocitos pequeños
Procedimiento
-Batir la mantequilla hasta que quede suave. Añadir el azúcar, la sal, el azúcar avainillado y la leche evaporada. Mezclar bien durante una hora.
-Con la mano formar unos tres o cuatro rollos de más o menos 3 cm de diámetro. Envolverlos en papel aluminio y guardarlos en la nevera durante la noche.
-Cortar los rollitos de masa en rodajas de menos de ½ cm y colocarlas en una bandeja de horno cubierta de papel mantequilla. No colocarlas muy juntas. Si no caben en una bandeja, hacer dos y hornearlas una por una.
-Calentar el horno a 190°C – calor arriba y abajo y sin aire de convección.

-Hornear durante 10 a 15 min (depende del horno) hasta que estén doradas.




















viernes, 7 de febrero de 2020

José María Llobel expone su "Cine Pintado" en Marbella


   El Centro Cultural Cortijo Miraflores recibió ayer a decenas de artistas y amantes del cine y las artes plásticas que acudieron a la inauguración de la ‘El cine pintado’, del artista José María Llobell. Un acierto del responsable y comisario de exposiciones del Ayuntamiento de Marbella y director del Museo del Grabado Español Contemporáneo Germán Borrachero.


    José María Llobell nació en el Tetuán español y se recrió en Marbella. Es profesor de Arte en el instituto Río Verde, licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla y conocido hombre de bien, sencillo y generoso. En 2010 comenzó a hacer pública su obra, realizando exposiciones individuales esporádicas y participando en diferentes certámenes y es miembro del colectivo artístico de Marbella ‘La Karva’, además de colaborar con el Museo Jorge Rando.

    La muestra es un trabajo que viene desarrollándose desde hace cinco años para el Museo Jorge Rando de Málaga. Este museo expresionista proyecta como parte de su programación películas explícitamente expresionistas como “El Gabinete del Doctor Caligari” o con recursos expresionistas en su fotografía, música, guion, escenografía o montaje como “Azul”, “Metrópolis”, “Pollock”, “El Ocaso de Los Dioses”, o “Jesucristo Superstar”. El Proyecto pictórico que se exhibe en el Cortijo Miraflores nace como hermano siamés que se deja inspirar y se materializa en obras pictóricas que el artista José María Llobel aprehende y trasmuta apabullando con sus recursos estilísticos y matéricos.

    Cada película tiene su trascendencia en una obra de Llobel, pero cada obra es tan diferente de las otras que te preguntas si pueden haber sido realizadas por el mismo artista, la variedad de materiales, de dibujo o la brocha atrevida, acuarelas, arena, yeso, dripping, ácido, blancos y negros, colores planos, trabajados, azules insidiosos, caricaturas, retratos realistas, impresionistas, arquitectura neoclásica y guiños a Fibonacci, en fin, una placentera barrocada propia del que maneja todas las técnicas y te puede dejar sin respiración. Porque, además, cada obra te cuenta, te cuenta mucho sobre la emoción del artista ante las películas representadas, y consigue llevar ese sentimiento de la cinta completa a la interpretación de las escenas y los planos que nos muestra en una técnica impropia de la pintura y por tanto muy original de un story board delicioso y a veces inquietante.

    La colección consta de más de sesenta obras de las cuales podemos ver unas cuarenta. No se la pierdan, es impactante, sorprendente y mueve a la curiosidad en el detalle, amén del diálogo que se establece entre la obra y el imaginario cinematográfico del espectador y de los corrillos de cambios de impresiones que provoca. Estará en Marbella hasta el 26 de febrero.

***Fotografía magnífica de José A. Correa