lunes, 31 de octubre de 2011

Romanización de Britania

Julio César (Iulius Cæsar, en latín) efectuó dos expediciones a la isla en los años 55 a. C. y 54 a. C., venciendo al rey Casivellauno (o Cassivellaunus), pero sin llegar a consolidar la incursión y sin terminar de dominar a los isleños, pues las revueltas en las Galias y las presiones de Pompeyo y Craso le obligaron a regresar al continente. Los britanos se comprometieron a jurar fidelidad al Imperio de Roma y a pagar tributo.
Fue casi un siglo después, en el año 43, el emperador Claudio organizó una invasión con su general Aulo Plaucio al frente de la fuerza invasora, la cual contaba con cuatro legiones. Los historiadores discrepan acerca de los motivos que impulsaron al emperador a emprender la conquista aunque muchos afirman que le llevó el deseo de obtener fama y buena reputación entre los romanos ya que sus deficiencias como emperador eran evidentes. La excusa formal para iniciar la conquista estaba en el hecho de que Britania tenía grandes vínculos de entendimiento y comercio con los belgas de la Galia a través del Canal de la Mancha, por lo que Claudio y sus consejeros pensaron que la Galia no estaría nunca segura sin la anexión de Britania. El propio Claudio asistió a la campaña durante algún tiempo y, entusiasmado por el éxito obtenido, quiso perpetuarlo dando el nombre de Británico a su hijo.
Sin embargo, entre los años 60 y 61, estalló la rebelión de los icenios, al mando de su reina Boadicea (Budicca o Boudicca), descontentos por la anexión de sus territorios efectuada por los romanos. Apoyada por otras tribus, incluida la de los trinovantes, luchó con gran dureza y consiguió incluso expulsar de la ciudad de Londinium (el actual Londres) al procónsul romano Cayo Suetonio Paulino aunque finalmente éste aplastó la rebelión en la Batalla de Watling Street. Tras esta revuelta, comenzó un periodo más tranquilo, aunque no exento de nuevas rebeliones, que facilitó el comienzo de la romanización.
En el año 115, los nativos se sublevaron contra sus conquistadores y aniquilaron a las guarniciones romanas de Eburacum, (York). Como resultado, el emperador romano Adriano llegó a Britania en 122 y comenzó la construcción de una muralla de 117 km conocida como muralla de Adriano a la altura del golfo de Solway, como límite norte del dominio de Roma. Años más tarde, su sucesor, Antonio Pío, mandó levantar otra 50 km al norte. Sin embargo, estas nuevas posiciones defensivas fueron abandonadas tras su muerte en 161, pasando a ser de nuevo la muralla de Adriano la frontera romana durante los siguientes doscientos años, un periodo de paz relativa.
Como ocurrió con el resto de Europa, las invasiones bárbaras afectaron también a Britania. Desde las costas de la península de Jutlandia llegaron los pueblos germánicos de los jutos (que se establecieron en Kent y en la isla de Wight, el denominado reino de Kent), junto con los anglos que colonizaron Northumbria (situado en el actual condado de Northumberland), Anglia Oriental y Mercia (en la región central) y los sajones que se adueñaron de Londinium y fueron estableciéndose en pequeños reinos que iban formando. Al principio estos pueblos se limitaron al saqueo pero pasado el tiempo hubo una invasión en toda regla. En el año 418 acudieron soldados mercenarios romanos para la defensa de puntos importantes como Londinium. Sin embargo, las legiones romanas estaban muy ocupadas en resistir las invasiones de los bárbaros en Roma.
Los romanos fundaron muchas y buenas ciudades a semejanza de las suyas y ampliaron pequeños emplazamientos habitados desde la Antigüedad. La tradición de las gentes de la isla aseguraba que estas ciudades habían sido construidas por gigantes o por diablos, tal era la admiración que levantaban su trazado de calles, termas, teatros y templos. Algunas de estas ciudades conservan ruinas de la época romana y otras han sido detectadas gracias a las nuevas técnicas (como fotografía aérea) y a las excavaciones siguiendo el hilo histórico.
La ciudad de Calleva (actual Silchester, al oeste de Londres, al sur de la isla) fue la capital de un estado nativo, gobernada por el rey britano Cogidubnus que rendía vasallaje a Roma en los años de la conquista de Claudio. Era una ciudad rural bastante extensa, con trazado de calles en retícula, amurallada y con grandes edificaciones propias de cualquier ciudad romana: foro,templostermasbasílicas y un gran anfiteatro ubicado fuera de las murallas, con una capacidad para 27.000 espectadores. Las excavaciones de la actual Silchester han sacado a la luz numerosas piezas de gran valor. Gracias a las fotografías aéreas realizadas se ha podido reconstruir el plano de esta ciudad.

La actual ciudad de Londres fue fundada por los romanos en una comarca habitada desde tiempos remotos, aprovechando la cercanía del río Támesis justo donde no llegaban las mareas. Los romanos edificaron la ciudad cerca de un pequeño emplazamiento celta llamado Llyn Din (fortín del lago) y la llamaron Londinium.


En Britania se explotaron casi lo mismos minerales que en Hispania: plomo argentífero, cobre, hierro, oro, estaño y carbón. El plomo argentífero se extraía en SomersetYorkshireDerbyshire y Sussex. En este lugar el emperador Adriano explotó la mina de Lutudaron que después fue concedida a los llamados conductores cuyos nombre se conocen por estar escritos en unas tablillas de plomo que se conservan. El cobre se extraía en el País de Gales, en Shropshire y en Anglesey. El oro también provenía del País de Gales. El estaño venía de Cornualles y competía con el estaño de Hispania.




Documental completo:

Roma, la ultima frontera

Descubre cómo el Imperio Romano, desde el primer asalto de las legiones de César en 55 AC y 54 AC, atacó y conquistó Gran Bretaña (antigua Britannia) y el porqué. Para ello, esta serie contará con las investigaciones arqueológicas y científicas más recientes, además de asombrosas reconstrucciones de batallas e imágenes generadas por ordenador.


Conoce cómo, bajo un gobierno dictatorial que se prolongó durante más de cuatro siglos y que todavía resuena hoy en día, una compleja infraestructura de calzadas, fortificaciones, centros de comercio y villas sostuvo el control sobre la mayor parte de Gran Bretaña.


La serie analiza por qué este país se convirtió en un objetivo óptimo para la invasión y cómo la eficaz maquinaria militar de Roma se extendió por las islas y se apropió de sus recursos económicos para gloria, provecho y beneficio del Imperio


1. Invasion



2. Revueltas



3. Dominio




Vías Romanas en Gran Bretaña (Britannia)


Britannia.

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