Irene Némirovsky era ucraniana de nacimiento, de origen
judío, y francesa por adopción. El haber tenido que abandonar Rusia muy joven
por la revolución del año 1917, sumado a una difícil relación con su madre,
despierta en ella una actitud crítica y hasta cierto punto marginal, que le
permite observar el mundo que la rodea con cierto desapego. Percibe desde joven
los errores que comete su gente y no se calla, enjuicia. Mantiene una actitud
rebelde e inconformista, elementos que añaden lucidez a su prosa.
En las notas que acompañan la edición
encontramos el horror real de la guerra, del holocausto, mucho más que en la
obra donde Irène da rienda suelta a su crítica social y costumbrista.
Es sorprendente la distancia que ella toma,
en esta novela, respecto al problema judío. Algunos críticos piensan que Irene
se sentía más francesa que judía, y señalan a su favor el hecho de haber sido
bautizada, pero gracias a las notas que aparecen en el apéndice, comprobamos su
situación de perseguida y ultrajada.
Creo que sentirse ajena del ser judío, del grupo, y de la miseria moral contemporánea
le imposibilita ver con claridad quién es el enemigo, se siente al margen y
decide quedarse en Francia, error mayúsculo, porque los nazis no entendían de
sentir sino de prejuicios, superficiales y generalistas. Para la escritora,
el ser humano está por encima de los
conflictos a los cuales se ve arrastrado por su grupo.
Suite Francesa es parte de un proyecto ambicioso que
no pudo terminar. La escritora fue detenida en el año ’42 y luego asesinada por
los nazis en Auschwitz. En la primera parte de Suite Francesa,
llamada “Tempestad”, Némirovsky narra la huida de París por el temor a las
bombas alemanas en la primavera de 1940; y en la segunda parte, “Dolce”, se
detiene en la ocupación de la provincia francesa por tropas alemanas.
TEMPESTAD EN JUNIO
Diversas escenas
sirven para recrear la situación de los parisinos temerosos del bombardeo
alemán. Hay dos claves en la narración de Némirovsky:
1. Elige los hechos
cotidianos y les da trascendencia. No hay mención de batallas, ni arengas o
discursos políticos, tampoco actos de heroísmo ni grandes hazañas, siendo la
guerra el tema de la novela. Lo que interesa a la escritora es el día a día de
sus personajes, a través de los detalles se reflejará cómo viven la
experiencia. Son actos personales y como tales, definen a quienes los realizan.
2. La huida, como
movimiento colectivo en plena guerra, es una situación idónea para sacar a la
luz la esencia de los seres humanos. En un momento de crisis se espera que
aparezca lo mejor y lo peor de cada uno de ellos sin tapujos. La actuación de
los personajes en circunstancias extremas es espontánea, sin meditar ni posponer:
ante el ¡sálvense quien pueda! el individuo se desnuda y se expone.
La marcada diferencia entre
ricos y pobres es una constante en Suite Francesa. El punto de
vista de quien escribe se encarga de ridiculizar a los ricos cuando se aferran
a lo que tienen y pierden perspectiva del mundo de los pobres. Y lo que es peor
aún, les molesta la pobreza, la encuentran fea, incómoda. Los pobres en cambio
comparten a partes iguales la miseria económica y la moral.
Los Péricand, que
forman una familia de ricos burgueses, parece que se preparan para ir de
vacaciones.
La amante de Gabriel
Corte, el escritor, no puede prescindir del boato que adorna su vida, y de los
implementos que realzan su físico.
Charles Langelet,
solterón snob, apegado a sus pertenencias, coleccionista de antigüedades,
“defiende de las bombas” aquello que le resulta más querido.
Sin embargo los
Michaud, una pareja de clase media que respira armonía, decide no llevarse
nada. Ellos se tienen a sí mismos. Sólo ponen a buen recaudo los libros y las
fotos, pero los dejan en casa.
La visión general del clero es de superioridad social “- Sí, son buenos chicos. Nosotros los
suavizamos, domamos a los más rebeldes…” Sin embargo el bueno del hijo sacerdote de los Pericand,
Philippe tiene un espíritu realmente cristiano y paradojas, los chicos que
protege y dirige lo acaban asesinando. Qué quiere expresar la Nemiroski con
esto?: que son clase social sin remedio o más profundo, que la sociedad, sus
vivencias callejeras y familiares, traumática, lo han llevado a esa depravación
moral. Son víctimas o verdugos?
La Sra. Pericand demostraba su superioridad social incluso en sus acciones
bondadosas, cuando hace repartir
las chuches porque queda bien ser un buen cristiano. El viernes en el Bazar,
vino una señora, no importa el nombre, visiblemente muy solidaria pero que
insistió, varias veces en que ella no se ponía nada usado, me resultó alarmante,
semejante punto de vista y la imprudencia de comentarlo. No sabemos qué podemos
acabar vistiendo o comiendo en esta vida.
Me llama la atención la expectación que producen los hombres alemanes
uniformados en Irène que no deja
de presentarlos como objetos sexuales lejos de los hombres rudos de los pueblos
franceses.
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