jueves, 22 de noviembre de 2012

"Suite Francesa" de Irène Nemirovsky



    Irene Némirovsky era ucraniana de nacimiento, de origen judío, y francesa por adopción. El haber tenido que abandonar Rusia muy joven por la revolución del año 1917, sumado a una difícil relación con su madre, despierta en ella una actitud crítica y hasta cierto punto marginal, que le permite observar el mundo que la rodea con cierto desapego. Percibe desde joven los errores que comete su gente y no se calla, enjuicia. Mantiene una actitud rebelde e inconformista, elementos que añaden lucidez a su prosa.

   En las notas que acompañan la edición encontramos el horror real de la guerra, del holocausto, mucho más que en la obra donde Irène da rienda suelta a su crítica social y costumbrista.

    Es sorprendente la distancia que ella toma, en esta novela, respecto al problema judío. Algunos críticos piensan que Irene se sentía más francesa que judía, y señalan a su favor el hecho de haber sido bautizada, pero gracias a las notas que aparecen en el apéndice, comprobamos su situación de perseguida y ultrajada.

    Creo que sentirse ajena del ser judío, del grupo, y de la miseria moral contemporánea le imposibilita ver con claridad quién es el enemigo, se siente al margen y decide quedarse en Francia, error mayúsculo, porque los nazis no entendían de sentir sino de prejuicios, superficiales y generalistas.  Para la escritora, el ser humano está por encima de los conflictos a los cuales se ve arrastrado por su grupo.


   Suite Francesa es parte de un proyecto ambicioso que no pudo terminar. La escritora fue detenida en el año ’42 y luego asesinada por los nazis en Auschwitz. En la primera parte de Suite Francesa, llamada “Tempestad”, Némirovsky narra la huida de París por el temor a las bombas alemanas en la primavera de 1940; y en la segunda parte, “Dolce”, se detiene en la ocupación de la provincia francesa por tropas alemanas.

TEMPESTAD EN JUNIO
Diversas escenas sirven para recrear la situación de los parisinos temerosos del bombardeo alemán. Hay dos claves en la narración de Némirovsky:
1. Elige los hechos cotidianos y les da trascendencia. No hay mención de batallas, ni arengas o discursos políticos, tampoco actos de heroísmo ni grandes hazañas, siendo la guerra el tema de la novela. Lo que interesa a la escritora es el día a día de sus personajes, a través de los detalles se reflejará cómo viven la experiencia. Son actos personales y como tales, definen a quienes los realizan.
2. La huida, como movimiento colectivo en plena guerra, es una situación idónea para sacar a la luz la esencia de los seres humanos. En un momento de crisis se espera que aparezca lo mejor y lo peor de cada uno de ellos sin tapujos. La actuación de los personajes en circunstancias extremas es espontánea, sin meditar ni posponer: ante el ¡sálvense quien pueda! el individuo se desnuda y se expone.

 La marcada diferencia entre ricos y pobres es una constante en Suite Francesa. El punto de vista de quien escribe se encarga de ridiculizar a los ricos cuando se aferran a lo que tienen y pierden perspectiva del mundo de los pobres. Y lo que es peor aún, les molesta la pobreza, la encuentran fea, incómoda. Los pobres en cambio comparten a partes iguales la miseria económica y la moral.

Los Péricand, que forman una familia de ricos burgueses, parece que se preparan para ir de vacaciones.
La amante de Gabriel Corte, el escritor, no puede prescindir del boato que adorna su vida, y de los implementos que realzan su físico.

Charles Langelet, solterón snob, apegado a sus pertenencias, coleccionista de antigüedades, “defiende de las bombas” aquello que le resulta más querido.
Sin embargo los Michaud, una pareja de clase media que respira armonía, decide no llevarse nada. Ellos se tienen a sí mismos. Sólo ponen a buen recaudo los libros y las fotos, pero los dejan en casa.

    La visión general del clero es de superioridad social “- Sí, son buenos chicos. Nosotros los suavizamos, domamos a los más rebeldes…” Sin embargo el bueno del hijo sacerdote de los Pericand, Philippe tiene un espíritu realmente cristiano y paradojas, los chicos que protege y dirige lo acaban asesinando. Qué quiere expresar la Nemiroski con esto?: que son clase social sin remedio o más profundo, que la sociedad, sus vivencias callejeras y familiares, traumática, lo han llevado a esa depravación moral. Son víctimas o verdugos? 

    La Sra. Pericand demostraba su superioridad social incluso en sus acciones bondadosas, cuando hace repartir las chuches porque queda bien ser un buen cristiano. El viernes en el Bazar, vino una señora, no importa el nombre, visiblemente muy solidaria pero que insistió, varias veces en que ella no se ponía nada usado, me resultó alarmante, semejante punto de vista y la imprudencia de comentarlo. No sabemos qué podemos acabar vistiendo o comiendo en esta vida.

    Me llama la atención la expectación que producen los hombres alemanes uniformados en Irène que no deja de presentarlos como objetos sexuales lejos de los hombres rudos de los pueblos franceses.


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