
Esta vez hubo diferencias en
cuanto a las emociones que producía el libro, por su crudeza y su visión de
tubo pesimista, alarmista y existencialista. De manera que alguna socia confesó
no haber pasado buen rato con él y otras en cambio que a pesar de que la obra
era profundamente pesimista, merecía la pena por su estructura, su prosa y por
el reflejo de lo que ocurrió en una parte de la sociedad española y que como hemos
visto, tras la “crisis del ladrillo”, nos ha afectado a todos.
También hubo socias entusiastas
de los pensamientos y frases que el autor pone en boca de sus personajes,
frases propias de un filósofo reflexivo pleno de capacidad de observación y con
un aroma cínico.
Algunas socias no lo acabaron
de leer, en su mayor parte porque les había resultado duro y el mes lo está
siendo también en materia de noticias internacionales.
Se habló sobre la estructura
complicada del libro, donde hay distintos narradores que cuentan en primera
persona y que Chibres maneja con tal maestría que no se pierde y consigue que
no nos perdamos. Otro tema que también nos llamó la atención era el vocabulario
y frases burdas que el autor utiliza al hablar del sexo, sobre todo con las
prostitutas, y se apuntó que ese lenguaje era propio de esos hombres que habían
sido protagonistas de una época donde primaban las obras, las grúas y las
hormigoneras.

En fin, que pasamos una buena
tarde con una interesante tertulia donde las diferentes opiniones y las distintas aportaciones de las socias
contribuyeron a profundizar en esta última obra de Rafael Chibres.
Ana
E.Venegas
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