Este mes lo hemos dedicado a la lectura y
análisis de “Intemperie” del novel escritor Javier Carrasco. Finalmente, este
Lunes 14 le hemos dedicado una tertulia en el Marbella Club.
Debido a las fechas no hemos tenido un grupo
muy numeroso de contertulias pero mirando el lado positivo, nos ha permitido
interrumpir con sentido productivo, de manera que hemos podido enriquecer las
tesis mantenidas de manera individual.
Todas las asistentes han coincidido en el
acierto a la hora de elegir esta novela para la tertulia, pues nos ha permitido
disfrutar de una prosa magnífica, bien estudiada y de emociones vicarias de
esas que son necesarias para mejorar como lectora y como persona, y que es
mejor no vivir en carne propia. Nos hemos felicitado por ser lectoras y poder
vivir cien mil vidas en una.
La obra está narrada de una manera lineal y
anclada en el pasado. Habla la tercera
persona desde el punto de vista de un niño que huye del mal uso de la
autoridad, la paterna y la oficial, autoridad que recae en personas corruptas
que vulneran lo más inocente y desamparado, la infancia. Las socias han
señalado la profunda impresión que les ha supuesto la dureza de la historia, la
violencia, el ensañamiento con el más débil, hemos tenido claustrofobia y
sensaciones de no poder soportar la tensión como si de un thriller de Hitchcock
se tratara.
Por otra parte ha habido compañeras que han
apuntado una suerte de equilibrio del bien y del mal que tiene como
protagonistas las personas del niño y la del cabrero, un anciano, un hombre de
bien, con un sentido de la justicia cercano a los valores más puros y en el que
alguna ha creído entrever alguna formación religiosa y una decisión de vivir
aparte del mundo en una especie de retiro eremita. De hecho se perciben
bondades de carácter de los que ya nos habló Aristóteles o forman parte de los
símbolos que portan nuestros pasos de Semana Santa, como la bondad, el
esfuerzo, la justicia y otras que podemos ver en el Cristo de las Tres
Potencias. Otra socia ha visto cierta espiritualidad de orden animista en el
comportamiento del anciano.
La relación del niño con el abuelo ha sido
analizada desde varios aspectos, destacando la importancia del maestro que
enseña un oficio con la técnica del “learning by doing”, aprender haciendo, que
tan buenos resultados da porque el alumno ve los resultados de su trabajo a la
par que aprende y sólo queda la práctica para su perfeccionamiento. Pero además,
el cabrero trasmite valores de manera vicaria, con su proceder y sus pocas
palabras que adquieren un mayor significado en una relación de hondos
silencios. Alguna tertuliana ha evocado el momento en que el abuelo enseña al chaval a
ordeñar, trasmitiéndole con su mano los secretos de la vida, los que le
ayudarán a vivir la suya, herramientas para el camino.
También, se ha comentado el papel de los
animales que en su gran mayoría son beneficiosos para los protagonistas y de
donde le vienen las mejores recompensas en forma de comida, compañía, medio de
trasporte. Este papel contrasta con el de la maldad que puede anidar en el
hombre, que es capaz de ser una basura pero también un héroe, en distintos
individuos o en el mismo, de ahí que el abuelo mostrara la necesidad de
enterrar a los malvados, porque de alguna manera no se merecían ser comidos por
las alimañas.
Las
socias han resaltado la importancia del paisaje, de la mugre, la sequía, el
polvo, los olores a miseria que por la fuerza de una prosa riquísima adquiere
entidad de personaje agreste, enemigo que sólo cuando empieza a llover parece
aflojar la dureza de su presencia.
Todas hemos coincidido en la incertidumbre
producidas por el no lugar, el no tiempo, los no nombres y la no edad de los
protagonistas, como si estos seres carecieran de individualidad, o como si esta
fuese una historia que se ha repetido muchas, muchas veces por la dureza del
mundo que no da tregua y que es más doloroso por la maldad de algunos humanos,
muchos y por los caprichos de la tierra.
En
fin, que hemos disfrutado de un libro magnífico de los que no se pueden olvidar
y te dejan cicatrices en el alma. Qué suerte poder conocer de esta historia, de
la manera en que ha sido contada y no ser ni el niño, ni el cabrero, ni el tullido,
ni el alguacil, ni el ayudante, y mucho menos el padre desnaturalizado.
Excelente reseña de esa tertulia y del libro... me has picado la curiosidad.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Eugenia.