En mi heterodoxo
camino por las letras, a veces inducida, otras por propia voluntad, paso de
Shakespeare a Javier Sierra, de Vargas Llosa al “Infierno de Gabriel” y en este
momento me encuentro ante la desconcertante novela, catalogada como chick lit e incluso romántica, “Adoro a Mauro” de Yolanda Quiralde.
En verdad, no es
que la obra provoque turbación, el caso es que yo me siento así y es que ante un
libro clasificado, vendido como chick lit, literatura ligera, hecha por chicas
jóvenes, sobre mujeres jóvenes, post-feminista, me he encontrado una lectura,
satírica, cómica, histriónica, desinhibida, inteligente, bien construida, con
personajes de peso, originales, rozando la desvergüenza. Me ha recordado
muchísimo a las sensaciones que tengo cuando leo a Eduardo Mendoza o al
fallecido Tom Sharpe. ¿Os acordáis de "Sin Noticias de Gurb" o "Wilt"?.
Durante doscientas
sesenta páginas, la autora nos va
presentado a su protagonista, un hombre, bastante extraño, ya que la mayoría de
papeles principales en el género mencionado son mujeres, blancas, jóvenes, de
clase media-alta y emancipadas. Mauro, que así se llama, es un treintañero
inmaduro, con amigos de su misma índole, sin anclajes amorosos, rollitos sexuales frecuentes, arropado y controlado
por su familia que se transporta hacia una historia de amor de forma abrupta,
dirigido por accidentes domésticos y de tráfico, meteduras de pata, malos
entendidos y las consecuencias de su principal cualidad, Mauro es un bocazas.
Algunos personajes
dignos de mención son: una “Pichóloga” (urúloga), una mariquita loca, maltratada
por el amor, entrañable, y los padres del interfecto, que también tienen
momentos de gloria por sus particulares caracteres.
Esta obra no es para conseguir un Nóbel, ni falta que hace, a veces, muchas veces, más de cuatro veces, como la sevillana, lo que necesitamos es tocar el absurdo, olvidarnos de la cutre y trillada realidad para envolvernos en un manto jocoso de sentido del humor. A mí, Mauro me ha hecho reír a carcajadas y su amigo Chesu, caracterizado de homosexual-en-cabalgata-gay, me ha hecho recordar que el “hábito no hace al monje”, que hay muy buenas personas y muy buenos amigos, disfrazados, y sin disfrazar, también gente tóxica, pero esos no me interesan.
El planteamiento
de distribución sí me ha obligado reflexionar a sobre la dificultad con la que se
encuentran los autores noveles en la actualidad, es complicado hacerse conocer,
a veces para conseguirlo los escritores y escritoras se adscriben a géneros con fieles clientes, lo que me plantea esta obra es, si no nos
estaremos perdiendo obras de gran talento por clasificarlas en segmentos a los
que no acceden todos los públicos y sobre todo, a los que no llegan los
lectores que dan enjundia a la literatura. Si este libro lo editara Planeta,
seguro que sería de distribución masiva, no tengo más que ver la tirada que
está teniendo el “Maestro del Prado” que excepto la documentación, basada en
obras pictóricas, literarias y arquitectónicas de autores geniales, lo que es la
creación de Javier Sierra, es de relato corto de Secundaria.
Ana E.Venegas