Crematorio es un
libro donde no pasa nada y ocurre todo, es la historia de una semana que pare
varias vidas, es un retrato actual que tiene réplica en todas las épocas y representaciones
del arte anterior, es el proceso que surge tras la muerte de un hombre y la
amplificación de su vida a través de las relaciones con todos sus coetáneos y
entre estos a su vez. Esta es la imagen de nuestra sociedad actual donde nadie
es totalmente bueno ni totalmente malo, sólo personas complejas. El tratamiento de todos los puntos de
vista concluyen en un taller sobre la empatía que imparte el personaje narrador y
al que asiste el lector, con una técnica pedagógica basada en la presentación
de personajes encontrados, afligidos, incomprendidos por la falta de la materia
que el autor nos enseña, "aprendizaje vicario".
La obra va
desarrollándose ante la inminente muerte y los preparativos para la
incineración, mientras los demás personajes despliegan sus vidas y sus
relaciones con el difunto y entre ellos. Matías Bertomeu, el fallecido, es el
tío “calavera”, el progre, idealista, el “Viva la Virgen” de la familia, es el contrapunto
de su hermano un hombre de negocios, constructor, corrupto, especulador inmobiliario, como un buen número
de ellos, metido en negocios millonarios gracias a las recalificaciones y al
pago de comisiones a políticos. Por supuesto el fallecido no tiene dinero, se
lo ha gastado todo con su vida bohemia y egoísta, en alcohol, cocaína y
mujeres, ante su sobrina es una especie de héroe que aparecía con suvenires
exóticos, pasaba mucho tiempo jugado con los chicos y volvía a desaparecer, mientras
ellos quedaban con un padre aburrido, incomprendido, sin capacidad para
escuchar, ausente, imbuido en los negocios.
El contrapunto es
muy interesante, pues, mientras el tío ha quemado la vida y su cuerpo, el padre,
Rubén, ha desaprovechado los afectos amasando una fortuna que sus hijos gastan
sin apreciar, su padre es un especulador pero ellos viven a lo grande con el
dinero de papá. Papá también tiene respeto, sentido de la responsabilidad y
sufre, de hecho es el que se ocupa de la abuela, que es vieja y complicada,
pero a la que no le falta un detalle.
El progenitor no
entiende la vida si no es como un continuo ir y venir para llenar la saca,
desprecia con su comentarios a la hija porque es restauradora de arte, en vez
de ser artista, o al yerno que es crítico y profesor en vez de ser escritor, es
de ideas fijas y de conversación hiriente. No concibe su vida sin el ajetreo
del “más y más” y tampoco comprende que los demás no lo hagan.
Esta es una
historia donde no pasa nada, la historia de una muerte y su cremación, es una
simple y cotidiana muerte que estalla, estalla en el verbo narrativo, en la
confederación que realiza el autor, en violencia, corrupción, drogas, tráfico
de influencias, dinero negro, alcohol, desprecios, mafia rusa, pederastia,
prostitución, en vida agotada, en vida gastada, lo de todos los días…. Historia
triste, historia desgarradora, una sociedad voraz… La nuestra: "Quería contar cómo la modernidad ha dado como fruto algo que nos asfixia"
Ana E.Venegas
Ana E.Venegas
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