En
esta ocasión comentaremos el primer libro de la estadounidense profesora de Princeton, Premio Pulitzer y Premio
Nobel Toni Morrison, una obra que nos obliga a reflexionar sobre la situación
de una población negra en un país de preponderancia blanca. Sin crítica, sin
alusiones a la crueldad del blanco, atendiendo a la autoimagen del negro.
La estructura
del libro es realmente ingeniosa, son cuatro las partes de las que se compone,
cada una tituladas como una estación del año, empieza en otoño y acaba en
verano. A su vez subdivididas en capítulos iniciados por una frase, trabalenguas,
sin separación entre las palabras, que cantan, con gran importancia para el
sentido de la lectura, un personaje y su relación con Pecola, la niña
protagonista de esta historia y que es inteligentemente contada por una de las
dos hermanas con la que tienen una relación de amistad infantil, con un punto
de vista de niña, sobre asuntos tremendamente duros de adulto, como la
pederastia, los malos tratos, las frustraciones, los deseos imposibles, el
reniego de la propia raza. Me hace recordar la novela de Julia Navarro, “Dispara,
yo ya estoy muerto”, donde un niño judío, al ver las desgracias de su pueblo,
quiere dejar de serlo, ¿cómo se deja de ser judío, cómo se deja de ser negro,
cómo se deja de ser pobre, cómo se deja de ser mujer?
En un mundo
blanco, los negros son feos, si los ojos azules son los más bonitos según este
esquema, qué difícil es que una chica de color sea guapa, si el ejemplo es Shirley
Temple, qué alejadas están esas chicas de piel oscura, narices anchas y labios
abultados. Si las muñecas son Barbies, rubias, de rasgos suaves, grandes ojos
claros, ¿Qué siente una niña cuando no hay posibilidad alguna de que alguna vez
sea ni medianamente como su muñeca?
Frustración,
frustación de las niñas, de las madres que no consiguen que sus hijas parezcan
las de sus señoras, frustación de los maridos que consiguen trabajos mal
pagados, sucios, que olvidan con alcohol y los más bajos e ignominiosos deseos.
Vulnerabilidad, es el crimen, el ser más vulnerable es pues, una niña pequeña,
desvalida, negra, fea, con madre que huye de su vida para consolarse como
criada querida de blancos guapos que la llaman cariñosamente en una casa
preciosa con melenas rubias y muebles limpios.
Vulnerabilidad de una niña que
acaba de ser aterradoramente mujer, sin que su madre tan atenta con los niños
blancos se haya dignado a explicarle en qué consiste. Desgracia, cuando ese
padre abusa sexualmente de su hija, la deja embarazada y la “pierde” para
siempre.
Estar “perdida”
es una condición terrible, estás fuera de la sociedad, las prostitutas están "perdidas", pero una vez que se ha perdido todo, no se puede perder más y esa es
una esperanza que subyace en el libro, puede que Pecola acabe en un porche,
riendo a carcajadas y escandalizando la moral blanca imitada por los negros en
una cultura blanca. Riendo porque cuando descubres que no tienes nada,
descubres que tampoco tienes miedo de perderlo.
Este es un libro
imprescindible, engañosamente sencillo en la forma, una genialidad en la
estructura y una profunda reflexión sobre la sociedad, vigente hoy en día
aunque ya no tan centrado en la raza, hoy en día el dinero y la fama parecen
ser los esquemas a seguir.
Ana E.Venegas
Entrevista, in English:
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