

Rafael
Amargo interpreta a un bailaor mediocre por su condición de zocato, que no
consigue sacar lo mejor de sí por su diferencia y por estar a la sombra de
su hermano, un ser privilegiado física y sensorialmente para el baile pero que,
como todos, tiene una diversidad y es que es “invertido” como el propio
Cocteau. Este ejemplar de la cultura popular es descreído, está a la defensiva
y tiene todos los tics propios del individuo “listo de calle”, el que está
acostumbrado a salir ileso de los gajes de la vida, surfeando en la cresta de
la ola. Amargo pone el punto divertido de la obra con su pensamiento pragmático
y su acento calé, en una interpretación tan creíble que aún teniendo mucho que
ver con su imagen, es fácil olvidarse
del hasta ahora bailaor, que nos regaló dos momentos estelares de su arte al baile.
Manuel
Salas es un actor consagrado que viene de ganar un Goya como partícipe del reparto de “La
Isla Mínima”. El marbellí encarna al excéntrico y polifacético artista francés
Jean Cocteau con toda su pluma y toda su desvergüenza, aprendida a lo largo de
los años, como instrumento de reafirmación, como persona con derecho a vivir.
En su relación de atracción sexual por el gitano, pone su experiencia como
hombre genial y diferente, estimulándolo, motivándolo para que tenga una vida
plena, satisfactoria en la que se realice y se quiera con toda su diversidad.
Le hace ver el arte desde otras perspectivas, de manera que el alumno empieza a
comprender la poesía, las películas y el teatro de Cocteau, abriendo su mente,
sacándolo de esa castrante idea de que el “flamenco no considera más arte que
el cante y el baile” como afirma Martina Tuts. Además, le hace comprender que
para crear se tiene que sentir libre, dejar espacio a la improvisación, al
sentimiento del momento.
El Teatro Ciudad de Marbella tiene un problema con el aire acondicionado y la representación se ha tenido que hacer en el anfiteatro, auditorio Parque de la Constitución que tiene su atractivo pero sus inconvenientes. Ambos actores han demostrado una tremenda madurez al adaptar su obra a un espacio sin telón, haciendo de los cambios de vestuario, un incentivo más para la representación y dejando al público la capacidad de ser inteligentes y entender el devenir de la historia.
El Teatro Ciudad de Marbella tiene un problema con el aire acondicionado y la representación se ha tenido que hacer en el anfiteatro, auditorio Parque de la Constitución que tiene su atractivo pero sus inconvenientes. Ambos actores han demostrado una tremenda madurez al adaptar su obra a un espacio sin telón, haciendo de los cambios de vestuario, un incentivo más para la representación y dejando al público la capacidad de ser inteligentes y entender el devenir de la historia.

Texto: Ana E.Venegas
Fotografía: José A.Correa
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