jueves, 5 de septiembre de 2019

“La Biblioteca de los Libros Rechazados”, novela de David Foenkinos. Análisis.



Resultado de imagen de la biblioteca de los libros rechazados    El difícil mundo del escritor se abre en canal en esta historia satírica que pone de manifiesto la vulnerabilidad emocional del que necesita ser leído y al que sólo leen los que las editoriales publican. Un encuentro de trenes entre el ser creativo y el negocio despiadado, injusto y a veces tramposo. Pero nada tan tramposo como el ejercicio técnico de esta novela que si no fuese de Foenkinos no hubiera pasado de la mesa de la becaria de la editorial.

    En principio, es una lectura con su fondo, la necesidad de muchos autores de ser reconocidos, de ser leídos, de que su trabajo llene de momentos importantes al lector. También, es un escaparate de la frustración, de las muchas frustraciones que el escritor soporta hasta tener un nombre y la que mantiene en el caso más común que el anterior de no llegar a tenerlo nunca. De ahí la fijación del escritor en la cantidad de libros rechazados por las editoriales y la existencia de una biblioteca de libros rechazados, una biblioteca en la que se inspiró el autor y que está en el estado de Vermont en USA, la Biblioteca Brautingan.

    Brautingan curiosamente es un escritor maldito, un miembro de la generación Beat que escribió “La Pesca de la Trucha en América” y que se suicidó dando buena cuenta de su malditismo, su alcoholismo y su fragilidad. Brautingan produjo una obra de estilo humorístico e ingenuo que en mi opinión homenajea Foenkinos con su estilo en esta “Biblioteca…”. En este aspecto el autor estadounidense se separa aparentemente de los Beats que eran terribles, como William S. Burroughs que escribió “El almuerzo desnudo”, un caleidoscopio de escenas inconexas en las que se recogen momentos autobiográficos del propio autor y su poliadicción a sustancias estupefacientes que hieren notablemente la sensibilidad del lector, mucho más que “El Corazón de las Tinieblas” de Conrad.

    Foenkinos construye una historia casi surrealista, caricaturesca, con multitud de personajes en los que profundiza poco, es verdad, pero que le sirven para crear el escenario donde los escritores se frustran y los montajes suceden por mor del negocio que no de la Literatura. De forma ligera, en tono de comedia, con un tinte de folletín amoroso, ingenuamente, habla sobre la gran cantidad de libros que se escriben y que no llegan a ser publicados, de cómo un ejemplar se vende masivamente porque va envuelto en un plus ajeno a la Literatura, son muchos las publicaciones que gente del famoseo ponen en las librería y se venden más que las de Julián Marías.

    El autor, tirando de su maestría, atiende a esta ingenuidad que yo veo como un guiño a Brautingan, pero, le da consistencia con su conocimiento de la Literatura, o de cómo hablar sobre ella y quedar como Dios. Así, a veces casi sin venir a cuento mete citas o menciona a Proust, Bolaños, Flaubert, Kennedy Toole… en una especie de refrito, que puede también estar hecho a propósito, el maestro es él.

    Es evidente que esta obra no es gran literatura y aunque pretenda realizar la quijotada de poner en tela de juicio el estatus quo del mundo literario, creo que no será una obra que soporte los cuatro siglos que tiene de vigencia y actualidad la obra cervantina. Eso no quita que nos haga reflexionar sobre cómo afecta la fama o la falta de ella, el reconocimiento como elemento constructor del ego, a varios de los personajes. Es interesante ver cómo duele que los méritos de un autor sean atribuidos a otro, cómo cambia la vida de los que de repente son expuestos al dominio público, el dinero y la fama, y cómo muchas veces, los escritores tienen que envainarse su orgullo para poder comer y se convierten en “negros” y quién sabe cuanta cosa más.

    Si una se acerca a esta obra con la dirección que señaló la brújula de “La Delicadeza” del propio Foenkinos, lo más normal es que se sienta defraudada, este es otro registro con menos profundidad de los personajes. Pero si miramos la obra completa del autor, vemos que puede tener coherencia dentro de su heterogeneidad, que el escritor se divierte jugando a ser diferentes escritores, en este caso, uno bastante menos interesante para mí que no sé si me empeño en buscar lo difícil. Y es que, si algo sé, es que no me va a dar tiempo de leer en esta vida todas las grandes obras literarias que ya se han escrito y se están escribiendo en la actualidad, y siente una que pierde el tiempo, un bien que no es elástico ni infinito.

    Por otra parte, esta lectura me ha entretenido y ha producido en mí numerosas emociones, preguntas y reflexiones, “Nunca el tiempo es perdido” como canta Manolo García, y desde luego si algo queda claro es que la Metaliteratura invade la obra, hablar de Literatura, lo que más nos gusta.

    Finalmente, no puedo dejar de presentar mi queja más enérgica al autor que me ha engañado vilmente, porque me ha puesto a dos personajes en diálogos preguntándose quién, cómo y cuando se escribió el libro que encontraron en la Biblioteca de los Libros Olvidados. Es una incoherencia del tamaño de la Antártida que como narrador omnisciente me cuenten hechos que nunca hubieran ocurrido si el escritor y la editora fuesen los autores del montaje comercial, como finalmente nos muestra el epílogo. Otra cosa es que no me cuentes el contenido de esas escenas y lo guardes como aliciente del misterio, pero la mentira, la incoherencia en los hechos, no se puede permitir.

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