viernes, 14 de febrero de 2014

“La Verdad Sobre El Caso Harry Quebert” de Joël Dicker

  Es una larga novela de suspense centrada en la investigación del asesinato de Nola Kellergan por un escritor en crisis, Marcus Goldman, que se tiene que remontar a 1978 y 1998 para completar el puzle que se desencadena en 2.008, cuando es encontrado el cuerpo de la joven junto a la casa de un escritor y profesor de universidad, Harry Quebert, el que fue mentor del investigador.

    La historia desarrolla el misterio de la desaparición de una chica de 15 años en los setenta y que apareció enterrada 20 años después en la finca costera de un renombrado novelista con el que mantenía una relación amorosa, al margen de las reglas sociales, por la diferencia de edad. El investigador es un escritor con el “síndrome de la hoja en blanco”,  discípulo de Quebert, que va descubriendo todas las miserias de un pueblo en su camino hacia la verdad.

    Por el sendero de la indagación Goldman encuentra que su idolatrado profesor mantenía, a sus 35 años, una relación con una chica de 15 y este artificio de oposiciones entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, lo que es verdad y lo que no, se sostiene en la trama mientras todas las energías del autor se dirigen hacia las pruebas falsas que acusarían a uno por uno y de forma descartante a todos los personajes importantes en la obra. Lo que parece una técnica ingeniosa se convierte en una pesadez en mi opinión, pues este juego se mantiene a lo largo de 660 páginas y yo, como lectora, le pillé el truco cuando aún me quedaba más de medio ladrillo de libro, del juego de lo que parece y no es.

   Es evidente que el autor conoce las técnicas de la novela de suspense, usa y abusa de los giros inesperados con maestría y ha sido cuidadoso en extremo para mantener la coherencia del relato, multiplicando la misma conversación desde distintos actores y atando todos los cabos, aunque a mí ni me sorprenden ni me interesa, lo que me produce es pesadumbre pues he de admitir que el trabajo está bien hecho pero que no me mueve, ni me intriga.

    En cuanto al uso de historia en tres tiempos, pienso en “El Tango de la Guardia Vieja” y siento hasta rubor ajeno y es que por mucho interés que le ha puesto el autor en hacer un gran trabajo, no deja de ser un trabajo y para mí el arte es otra cosa, que tiene que ver con la creatividad y la genialidad no sólo con el esfuerzo, de verdad que me apena escribirlo y sobre todo, no es que yo me sienta mejor como escritora, pero sí soy capaz de percibirlo.

    No comprendo cómo ha conseguido el Premio Goncourt de novela, a mí la historia me parece típica de telefilm americano, para nada idiosincrasia europea, ni Suiza, ni francesa, como mucho da para un guión ligerito de cine, donde se mezcla el amor imposible con el suspense. Los temas me da la impresión que han sido tratados de manera superficial, sin dar la importancia que se les debe, como aceptándolos finalmente: la pederastia, el boxeo, la crueldad sobre la deformidad, las enfermedades mentales, el bloqueo del escritor, la autoridad corrupta…

    Pero lo que más me ha perturbado de la novela es que no me la creo, no me creo sus personajes, no soy capaz de poner cara a una chica de 15 años, que se comporta como una adulta, que tiene ideas de adulta y a la vez de psicópata en una de sus dobles personalidades, no me creo que el escritor Harry Quebert no lo descubriera hasta estar enamorado y luego continuara la relación con una niña con problemas psicológicos gravísimos; no me creo a Harry Quebert, pero es que tampoco me creo al padre, un hombre letrado que deja que su hija con semejante problema mental esté desaparecida de casa tanto tiempo al día y se encierra para no oír el problema, tampoco me creo que “El Principio del Mal” fuese una obra maestra de Luther Caleb, alguien que no ha escrito nunca, para novelar hay que trabajar mucho, lo que ha escrito Joël Dicker, aunque a mí no me parezca genial, no deja de ser el producto de un profesional formado que ha puesto mucho empeño en su obra.  Otra inconexión, en mi opinión, es la pasividad del pueblo, ante un pederasta y ante un escritor que ha puesto verde a toda la población públicamente, nadie se enfada, no los abuchean ni los echan del lugar. En fin, que me rechina la historia por muy buena técnica que tenga.

Marbella 14, Febrero de 2014

Ana E.Venegas

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