En la Sierra de Cádiz hay un pueblo, una maravilla estética
que se sostiene agarrado a las estribaciones sur del Parque Natural de la
Sierra de Grazalema y a la frontera norte de los montes quercúreos del Parque
Natural de los Alcornocales, completado por el espectáculo hermoso e
inquietante del Pantano de los Hurones, apreciándose un lago enorme que riega
los pies a madroños y majuelos. Ubrique está irrigado por las aguas calcáreas y
cristalinas que emanan libres de las montañas más impresionantes que forastero
alguno pueda imaginar, recibiendo el líquido de los arroyos, los ríos
subterráneos y de los lechos de un antiguo glacial que hoy en día te corta la
respiración con sus morreras y sus cortes en las laderas escarpadas. Está oxigenado
por la laurisilva salvaje que nos extiende por un lado hasta las hermosas
playas de Cádiz y por otro al sur del sur, el Estrecho de Gibraltar.
Esta situación
geográfica fue elegida por romanos y árabes para establecer sus poblaciones, de
hecho hay restos en muy buen estado de conservación en “El Salto la Mora”,
ciudad donde se aprecia la distribución de hogares, aljibes un columbario o en
el “Castillo de Fátima”, cuyos riscos sostiene una de las mayores buitreras de
Andalucía y los vestigios arqueológicos, gran cantidad de ellos contenidos en
el Museo Arqueológico de la capital, estos últimos recogidos especialmente por
el grupo “Misión Rescate”, grupo de alumnos dirigidos por el profesor Manuel
Cabello que intensificaron su actividad en los años 70.
Ubrique, pese a ser uno de los pueblos más
grandes de la serranía es difícilmente vislumbrado desde la lejanía, forma parte de
su misterio, al estar enclavado en un valle, rodeado por montañas y montes,
sólo consigues verlo cuando estás casi encima y de repente, corta la
respiración, tamaña imagen blanca, limpia, que contrasta con la masa rocosa y
boscosa. Sin embargo cuando de verdad te quedas impresionado es cuando bajas
del coche y consigues caminarlo, las fuentes, los caños, los nacimientos de agua,
sus calles de piedra que contrastan con la zona moderna donde se venden los apreciadísimos
artículos de piel manufacturados por nuestros artesanos y artesanas.
Con este escenario
hace ya algunos años que se restauró un convento de capuchinos del Siglo XVII que
sufrió gran daño durante la guerra civil, ya que Ubrique quedó en zona
republicana y se destruyeron numerosas obras de arte de siglos de antigüedad, después, cuarenta años de lo que todos sabemos.
Posteriormente fue restaurado y puesto en valor durante los mandatos
municipales andalucistas, socialistas y popular, este edificio es un símbolo de
cómo debemos remar todos y no herirnos más, ya es suficiente cainismo.
Este Convento
contiene una ermita en la que habita Nuestra Señora de los Remedios, patrona de
Ubrique y a la que todos los sábados acuden gran cantidad de creyentes a rezar el
Rosario, también es lugar muy apreciado para celebrar bodas, por su sencillez y
belleza. En el claustro se ha situado una galería de arte con luz natural, la
del atrio central y en la que también viven máquinas rudimentarias y antiguas
utilizadas para algunas tareas relacionadas con la marroquinería, a modo de
esculturas con historia de sus prisas y sus horas y sus fríos y calores y sus
penas y alegrías de los operarios que las han manejado. En el recibidor, en el
techo, una conmovedora instalación, las patacabras jubiladas, otra genial idea de la promotora del museo
Maribel Lobato Fuentes, estos utensilios forman parte de las herramientas del
petaquero, como se les llama a los trabajadores de la piel, es una pieza de
madera con la que se doma y se asientan los picos y zonas más rebeldes, para
que la obra quede elegante y fina, cada artesano tiene una que le acompaña toda
la vida, a veces se heredan de padres a hijos y todas toman la forma de las
manos que la han dirigido, por lo que no hay dos iguales, son como el ADN o la
huella dactilar del ubriqueño. Maribel nos ha contado la dificultad que está
teniendo para reunir estas patacabras, ya que el petaquero, aunque jubilado, no
se quiere separar de su compañera que en muchas ocasiones le ha escoltado desde
que tenían siete años como en el caso de Ana Mª Moreno Guerrero, mi madre.
Subiendo las
escaleras del hall nos encontramos con una recreación de la celda del Fray
Diego José de Cádiz que vivió en el convento, tras este detalle para que no se
olvide el uso primigenio del edificio se han instalado varios espacios que
recrean los momentos clave del trabajo en piel: Se exhibe una mesa de corte
donde podemos apreciar las herramientas, moldes y pieles de diferentes
animales, las más usuales, las de cordero o vaca y las más exóticas como
reptiles, aves y peces, no se pierdan la de raya, con la que se están haciendo piezas
únicas ya que las piedras que tienen incrustadas obligan al artesano a seguir a
la materia prima; posteriormente encontramos una mesa de ahormado en la que se
consigue dar forma a la piel mojándolas y adaptándolas a moldes, con mucha
paciencia y saber hacer; también encontramos una mesa de petaquero donde hay
varios puestos de trabajo, cada uno con su losa de mármol para situar la piezas
y elaborarlas, la calidad de las manufacturas de Ubrique exige lugares de
trabajo finos y pulcros, los controles de calidad son muy exigentes y no se
permitiría un exterior rayado, así que el mármol es una superficie perfecta
para trabajar usando patacabras, chavetines, tijeras, espátulas, flejes…; Más
tarde encontramos una oficina como de mediados del siglo pasado, con sus
muestras y objetos de administración. Todo este espacio, la Fábrica, o el
Boliche, son y eran espacios diáfanos, en los que los artesanos compartían experiencias personales y sociales, de hecho en todos había una radio con la
que estar al día de las noticias de España y el mundo, el que está en el museo
es el de mi familia y yo me siento muy orgullosa de que ese símbolo de la conexión
entre el mundo y el pueblo sea algo mío.
La impulsora de
este proyecto, Maribel Lobato es una mujer práctica, culta y creativa, no ha
querido dejar pasar la ocasión y ha llenado los espacios de estética
aprovechando las citadas patacabras de personas Jubiladas para hacer una
instalación, como ya hemos anotado, o un grupo de maletas al estilo Úrculo para
evocar los representantes de artículos de piel que desde hace siglos visitan sus clientes, ferias de manufacturas, de ganado y cualquier lugar donde vender
nuestras joyas. También ha reservado un espacio para el arte del repujado, que
es la escultura llevada a la piel, dando como resultado bellezas en relieve,
acromatizadas que representan escenas del Quijote, textos, motivos florales o
folklóricos.
Finalmente, me
gustaría llamar la atención sobre una pintura del genial Agüera, pintor de
Ubrique de fama internacional. Antonio hace una relectura del Guernica de
Picasso con escenas típicas de la historia de la morroquinería sin olvidar el
objetivo plus que tiene el arte como crítica social. Mi pueblo es cuna de
artistas y tiene un censo de pintores y de licenciados en arte muy por encima
de la media nacional y es que tanta belleza debe abrir los chacras del
hedonismo.
Fotografía: José A.Correa
Texto: Ana E.Venegas
Muy buen artículo, Ana, dan muchas ganas de ir a visitar Ubrique y su Museo de la Piel.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Genial articulo.Se nota un dominio del lugar y de su artesanía , pero mas importante un cariño e implicación personal.Gracias Ana
ResponderEliminar