martes, 27 de mayo de 2014

Tertulia Homenaje a Gabriel García Márquez


"El Otoño del Patriarca" ha sido la obra elegida para hacer una tertulia homenaje al Premio Nóbel Colombiano.



Como es costumbre nos reunimos en el Champain Room del Marbella Club un buen número de socias que con heterogéneas opiniones enriquecimos el concepto que individualmente teníamos del maestro y su obra.

    Es de resaltar la imagen ilustrativa en la que el ser humano García Máquez atendió con amabilidad a nuestra presidenta con la que coincidió en Cartagena de Indias. Volveremos luego a la dicotomía artista/ser humano.


    La gran mayoría de las socias coincidió en que es una obra magistral, probablemente la mejor del autor, que ya es difícil elegir. Sin embargo, también coincidieron en la dificultad de su lectura y la aridez de las escenas. Debatimos en torno a esta peculiar novela de Gabo, desentrañamos al dictador genérico, al sentido del humor basado en el absurdo inteligente de bases pragmáticas, al simbolismo y los guiños a la historia, al estilo garciamarqueño más retante y a la belleza de una prosa mágica como el ambiente que crea, dentro de un realismo muy real con algunos guiños paranormales.



   Destacó la observación  del sentido del humor de esta obra. La primera escena con el dictador picado por los carroñeros gallinazos, que han respetado la potra (la hernia), rodeado de postas, de sofás comidos por las vacas dentro del decadente Palacio Presidencial nos pareció el colmo de la ironía, del despropósito, así, de estas situaciones histriónicas está llena la obra. No se nos puede olvidar el tour de la muerta, retocada todos los días por maquilladoras para disimular la corrupción de una madre obligada a ser santa para tener entretenido al pobre dictador, para que se perdiese en sus supersticiones y dejara hacer a la oligarquía realmente poderosa.


     El Dictador, su figura, es otra genialidad de García Márquez, ha construido una hipérbole hipotética, un estereotipo de tirano, supersticioso, crédulo de vaticinios y santerías, analfabeto, básico en sus instintos sexuales, animales, poco elaborado, sólo, sin amigos, sin amor, sin familia, cruel, con la crueldad del humano que no ha desarrollado su emotividad, caprichoso, manipulable, peligroso como sólo un animal herido puede serlo, que impone la hora pero que en realidad está supeditado a potencias extranjeras, un hijo sin figura paterna, ilusoriamente feliz, en un delirio de poder que desperdicia la vida propia y las ajenas, perdido  en una patraña.






   Su sociedad, también es un estereotipo, un pueblo de pobres, abusados como fuerza de trabajo, como carne donde clavar sin bajarse los pantalones, un pueblo de desamparadas usadas como masa de desahogos, dos son las mujeres que se distinguen en la obra, su madre, Bendición Alvarado, a la que los poderosos usan hasta muerta y Letizia Nazareno, una novicia que le raptan para tenerlo entretenido y que se vuelve peligrosa al querer darle estatus de persona.


    Letizia Nazareno es uno de tantos nombres llenos de intenciones, éste encarna la alegría y la penitencia pero también tenemos otros como los de los coches que plagaban el garaje presidencial: El furgón de la Peste, La Carroza del Año del Cometa, Coche Fúnebre del progreso dentro del Orden...

     En dos ocasiones, el dictador es consciente de que el enemigo está en casa y comete la atrocidad de cocinar a uno de sus generales y hacer que los demás se lo coman, "be careful my friend". Son los peligros del poder en manos de un amoral, sin escrúpulo, sin valores ni cultura, “cría cuervos y te sacarán los ojos”. Y Zacarías se perpetúa en el poder por más de cien años, incluso muere dos veces, la primera suplantado por su doble, que de esto también ha habido en la realidad de otros dictadores. Su poder es tan ilimitado que incluso sus vacas nacen con su yerro puesto, eso también es síntoma de su realismo mágico, la mezcla de lo posible con lo imposible, del engrandecimiento y de la mentira, el tirano tiene una ingente cantidad de concubinas de las que nacen hijos sietemesinos, ordeña todos los días, ve las Carabelas de Colón llegando a América, artificios fabuladores que se suman a la sensación de atemporalidad, irrealidad, incluso eternidad a la que engulle el poder de la naturaleza que vuelve a convertir el espacio en floresta.
    
    Alguna de nuestras tertulianas atendió a un matiz que el resto no habíamos considerado y que resultó bastante enriquecedor, se encontraron numerosos simbolismos y correlaciones con situaciones históricas y contemporáneas de importancia internacional como la venta del mar que podemos comparar con los acontecimientos panameños en torno al control del canal, los niños arrojados al río con los arrojados al mar en la dictadura argentina, la expulsión de las monjas al igual que hicieron en España con la expulsión de los Jesuitas, la sábana impresionada con el cuerpo de la "santa por lo civil" con el Sudario de Turín, el indio Wayu con los nativos que fraternizaban con los conquistadores y la de los perros que se comen a Letizia y su hijo por ser peligrosa para el poder, igual que los colonizadores echaban a los perros a los Carib y los Taínos por su resistencia a la nueva autoridad. 


    La novela está dividida en seis apartados, separados por los únicos cinco únicos puntos y aparte de toda la obra. Entre ellos frases maravillosas, enlazadas en una coordinación rítmica que incrementa la musicalidad de la ya estimulante prosa poética, es un complemento perfecto para crear el ambiente envolvente en el que te sumerges siempre que consigas involucrarte y concentrarte, ésta no es una obra para leer viendo la televisión, es un reto intelectual que te exige colaboración y que te paga con creces el esfuerzo. La estructura narrativa es complicada, empieza en tercera persona, un narrador omnisciente que nos puede contar como visitante activo del Palacio Presidencial el irracional estado del edificio y la situación del cadáver del Dictador. Posteriormente el narrador pasa a estar en primera persona y es el propio dictador el que desgrana gran parte de sus hazañas, así como otros narradores que también lo hacen desde su punto de vista. Eso sí, no hay diálogo, no hay acción en presente, el laberinto sintáctico es una manguera abierta de material descriptivo que cuesta trabajo cerrar por la inexistencia de pausas, aquí la coma es la reina de la fiesta, y ante una coma uno no se puede parar, ella, la coma te está pidiendo más, más y más de forma insaciable hasta el final.

     Los tropos se convierten en el lenguaje habitual, la conceptualización en términos de otras imágenes provocan una complicidad con el autor que va aumentando según te sumerges y lo vas conociendo, según te va educando, los juegos de palabras, las metáforas, hipérboles, metonimias, te trasladan a un estrato mágico, irreal con fundamento en la experiencia de la esencia humana.

    En cuanto a la dicotomía Ser Humano/Obra del Artista, se generó una interesante controversia ya que como todos sabemos García Márquez fue amigo de Fidel Castro mientras con la mano derecha escribía sobre libertades y tiranos idealizados. Quedó claro que todos las personas tienen incoherencias de carácter pero que nosotras de los artistas valoramos sus obras y que sus creaciones a veces ponen en evidencia a sus propios allegados, se coincidió en que en el estereotipo de dictador también reconocíamos al autócrata cubano.

    En conclusión, sería muy difícil poder extraer en una sola tertulia la profundidad y belleza de “El Otoño del Patriarca”, obra que sin desmejorar a otras del estilo de “tiranos” tiene el plus de la técnica de García Márquez y su genialidad creativa y comprometida. Varias socias comentaron que esta obra da para mucho más que una tertulia, imaginamos tesis doctorales, ensayos e incluso un seminario donde poder disfrutar y atender la sublimidad y calado de la obra.

Ana E.Venegas

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