
Preocupada como estaba del tema del
interlocutor, la autora se decide por provocar una entrevista sin preguntas, un
entrevistador sin cara, sin historia ni forma. Una excusa perfecta para una
biografía con marcados matices fantásticos, su infancia alargada, extendida
durante una época y un rol femenino de represión. Según me iba adentrando en la
técnica no me lo podía creer, era la misma que creó Sándor Marai en “El
Encuentro”, un interlocutor silencioso e inquietante recibe estoicamente los hechos,
reflexiones y sentimientos de media vida, como una pared de roca donde provocar
un eco tumultuoso al mundo.

Por otro lado Carmen aborda el proceso de
creación en un montón de folios que va creciendo bajo el sombrero de la
creatividad y que se va conformando a través de las vivencias, los
sentimientos, los recuerdos, las divagaciones y las fantasías de escritora en
una suerte de elementos simbólicos dignos de una auténtica genio de la
elaboración mental.
La autora coetánea de lo que se dio en
llamar de la Generación la Mitad del Siglo XX, nos muestra a mujeres
encerradas en sus propios pensamientos, clausurados por los roles y
tradiciones, pero individuos inquietos a poco que tengan una oportunidad de
formación, críticos a poco que su mente tenga espacio para tareas que no sean
embrutecedoras, capaces de la piedad ante otras mujeres, hijas y esposas de
hombres poderosos que secuestran su opinión. Todo, reflexiones, realidad, biografía,
fantasía y cuarenta años de dictadura le caben a Martín Gaite en una noche de
insomnio.
Ana E.Venegas
Pintura de Remedios Varo
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