El Nuevo Premio Primavera de 2015 ha
recaído en una original novela del escritor de ficción y ensayo histórico Juan
Eslava Galán. En este caso nos encontramos ante una novelación del hecho verídico
del encarcelamiento de Miguel de Cervantes y su familia, acusados de la muerte
de un mujeriego de la corte Vallisoletana llamado Espeleta.
El autor de “La Historia de España para
Escépticos” ha conseguido la genialidad de escribir una historia con el
vocabulario y las expresiones propias del Siglo de Oro, rescatando palabras
desaparecidas en la actualidad que definían bebidas, comidas, ropas, usos y costumbres.
Y no sólo las ha rescatado sino que las ha puesto perfectamente en boca y
pensamiento de personajes de diferente linaje, con un estudio minucioso del
lenguaje de la época y de los estratos sociales a los que ha identificado por
su habla, por sus modales, sus casas y ropajes.
Pero no sólo de forma vive esta obra, sino
que también de argumento y ahí también nos ha seducido el escritor con los
acontecimientos novelados entorno al momento en que el autor del “Quijote” es
encarcelado, como maniobra probablemente de distracción ya que el verdadero
culpable era un hombre notable. La genialidad reside en que Eslava Galán pone a
trabajar a la Segunda parte de la gran obra cervantina, utilizando una
metonimia gigante, en la que la Duquesa llama a Doña Dorotea, otra enorme metonimia,
que simboliza la primera parte del Quijote, para que ayude al autor a salir de
la cárcel y de su estado de ánimo, para que escriba esa Segunda Parte de “El
Hidalgo”. Tamaño conocimiento e intertextualidad, yo no había visto nunca y la
verdad es que me costó trabajo llegar hasta el fondo de esta obra y me quedé
bastante perpleja cuando desaparece la Casa de La Duquesa. Comprendido el hecho
del juego creativo del autor, no tengo más que ponerme a sus pies y gritar:
¡maestro!
La historia tiene su suspense, pues como
novela del género negro, nos encontramos ante una detective que va
entrevistando y asistiendo a acontecimientos que van enredando para luego,
finalmente, aclarar la autoría del asesinato. Mientras, asistimos a una gran
cabalgata de personajes estereotipados de la época, como las beatas cotillas
que sólo consideraban pecado los del sexo y pecadoras a las mujeres, aunque,
ellas fuesen patéticas, glotonas, vilipendiadoras y maledicentes. Así, encontramos
una sociedad decadente. Se percibe a los pillos, los hidalgos arruinados, el
hambre, la miseria, los despilfarros de la Corte y la situación de la mujer
como criatura a la que no se dejaba crecer, para indicarle luego lo inferior
que era. Todo ello se siente como un retrato presentado por el autor, poniendo
en evidencia un imperio en el que los pobres y desgraciados españoles de a pié no
medraron y siguieron sufriendo los envites del frío, el hambre, el inmovilismo social
y el poder despótico.
Les aconsejo vivamente la lectura de esta
novela histórica, una novela negra con detective travestido en el Siglo XVI, el
atrevimiento y la osadía la hacen muy buena merecedora del Premio Primavera de
Novela. Ojalá yo escribiese algo así.
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