Alguna socia confesó haberse sentido
confundida en un principio por el rompedor formato, incluso hubo una que no
consiguió disfrutar ante un texto de tal elipsis que le resultaba inconexo, telegráfico
pero noqueador. Y es que la autora produce una prosa a latigazos, “to the point”,
al grano, de un efecto mordaz, olores, sabores, colores, acciones que se
suceden, pinceladas en las que no hacen falta más palabras, sujeto+verbo+complemento,
tres palabras en innumerables ocasiones. En la traducción en español se ha
optado incluso por omitir verbos, sujetos, encerrando un adjetivo entre puntos
y seguidos, una coma bilabial y oclusiva. Pero esta forma de escribir infringe
el ritmo de mil vidas en una, nos queda el regusto de que nos han contado mucho
en comparación con otros libros que se retuercen sobre las ideas con palabras y
más palabras, como espirales entorno a un eje semántico. Una tertuliana habló
sobre el efecto de espontaneidad, que no puede ser más engañosa porque la ausencia
de palabras está muy trabajada, se debe
a un objetivo de estilo. Hubo quien vio el intento de comunicarse de un
alcohólico en las palabras-mensaje. Otras percibimos una osadía gramatical
propia de una mujer muy inteligente, indomable y trasgresora.

Las mujeres que la autora nos presenta son
hijas y nietas de alcohólicos, una alcohólica ella misma. Este enorme problema
nos da relatos terroríficos de adictos, de la cotidianidad del adicto, del
síndrome de abstinencia, de lo que se es capaz de hacer por un trago o por un “viaje”.
Una tertuliana apuntó que se veían en la
colección, con claridad, los dos factores que influyen en las adicciones, el
componente genético y el ambiental. Tanto la autora como “su Protagonista” ha
estado sometida a las dos influencias. Sin embargo, es una madre preocupada que
hace cualquier trabajo para sacar adelante a sus hijos, un aprendizaje por reacción
al comportamiento de la suya propia.
Algo que gustó mucho fue la sensación de
que existían dos niveles. Ya el escritor y crítico literario argentino Ricardo
Pligia contó, en alguno de sus ensayos, que en los cuentos había dos historias,
una debajo de otra, la prueba de ello en esta obra son los finales, llenos de
pequeñas sorpresas, confesiones del alma, giros a la historia principal.
Lucía Berlín publicó 77 relatos en revistas
y periódicos, de ellos 43 están en esta colección. Alguna socia sintió que
había relatos de relleno, otras en cambio vieron que no era posible porque se
habían publicado de forma individual y que por poco que pareciera importar,
seguían conformando la historia y el personaje que te hacen sentir que has
leído una novela, en vez de unos relatos sin conexión.

Las socias hemos aportado numerosos
detalles en cuanto a la obra y la autora
que demuestra ser muy valiente, creativa, libre, osada, sensible en el trato
con las personas enfermas, solas, adictas; las niñas que han sufrido abusos
sexuales, incluso en su propia familia; habla de muchos temas, de muchas
historias, de muchos personajes, de muchos lugares, de la capacidad de
adaptación, de la lucha, la pelea de la vida, el sufrimiento y la aceptación,
sin dramatizar, sin aspavientos, dejando incluso un regusto victorioso, haber
sobrevivido.
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