Ésta es una historia llena de historias, la principal es una ensoñación o hecho sobrenatural que el autor cuenta como autobiográfica, aunque es difícil de creer, no se sostiene como hilo conductor y el final es lamentable, como una estafa al lector.
Sin embargo, eso no me ha impedido
disfrutar de las creaciones entorno a pinturas, la mayoría en el Museo del
Prado. La idea de ilustrar la obra con todos los lienzos ha sido una genialidad
porque me ha permitido gozar de un juego ingenioso en el que se iban ilustrando
las subhistorias nacidas de cada tela.
Han sido imprescindibles las relecturas, la
vuelta a la lámina, de nuevo al texto y he de reconocer que he iniciado una
segunda ronda porque me hace pasar muy buenos ratos.
El conocimiento de la pintura Renacentista
y de la historia que arma el contexto del siglo XVI en Europa es un hipertexto
imprescindible para la comprensión, la cuestión es que gracias al libro se abre
un campo de curiosidad que te lleva a investigarlos.
Me ha encantado encontrarme de nuevo con la
biblioteca del Escorial, uno de mis edificio más preciados y con Rafael Sanzio,
el de Urbino y sobre todo con el Bosco, uno de mis pintores favoritos, con el
que fantaseo con coincidir y me explique qué tenía en la cabeza cuando pintó
“El Jardín de las Delicias” o “El carro de Heno”.
En mi opinión Javier Sierra ha perdido una excelente ocasión de hacer el libro de su vida, con el que perdurase, se ve que las prisas por publicar o la falta de creatividad han dejado la labor de escritor en mantillas si la comparamos con la labor de documentación. Es una pena!!!!
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