jueves, 15 de agosto de 2013

“LA SONRISA ETRUSCA” DE José Luís Sampedro


    Esta es una novela entrañable, la ternura es el sentimiento que más me ha acompañado durante su lectura, la comprensión,  deben ser cosas de la madurez….

    En esta obra Sampedro nos presenta a un señor de edad avanzada, calabrés, machista, tradicionalista, con ideas férreas del bien y del mal, prototipo de su cultura, lleno de rencores que lo acompañan toda la vida y que le dan vida, precisamente, para seguir adelante. Este señor de trato difícil había sido partisano, de los que combatieron huidos a la montaña contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, a sus años, Salvatore confunde la realidad con el pasado y cree, a veces,  estar en plena conflicto, usa vocabulario bélico, duro, de supervivencia.

    El Calabrés recaba en Milán para tratarse un cáncer de próstata, “La Rusca”. Su hijo lo recoge en Roma, donde ve el sarcófago de la pareja Etrusca, quedando impresionado de su fuerza y decisión. Más tarde, también quedará conmocionado por la fuerza de “La Pietà” de Miguel Ángel. Estos dos hechos de la novela son significativos del hombre sensible que se esconde bajo el tosco vestido de antiguo partisano, aprendizaje conductual típico del que tiene que luchar por su supervivencia.

    El enfermo aparece cargado de viandas, vinos y quesos fuertes del sur de Italia, donde los sabores son tan extremos como los caracteres, acaba escondiéndolos debajo de la cama. Como es lógico, se produce un fuerte choque cultural entre el abuelo y su familia Milanesa, entre el abuelo y toda la ciudad. No comprende los comportamientos igualitarios entre hombres y mujeres, las prisas, las nuevas técnicas de educación de niños, el orden social, su concepto de lo adecuado es radicalmente diferente del de su nuera, incluso la considera fea porque es delgada.  

    El pensamiento del abuelo empieza a progresar cuando descubre el placer, la satisfacción que produce cuidar a su nieto, hecho que le sorprende pues él nunca había cuidado a sus hijos, labor propia de las mujeres calabresas. Se desencadena una carrera por afianzar los lazos con el nieto, premura inspirada por la proximidad de la muerte. Los monólogos del abuelo instruyen  al nieto en la filosofía “importante de la vida”, el amor a su tierra, Amalfi, los deseos de vivir, la perseverancia, la dignidad, la amistad, los contratiempos, los enemigos, el amor propio, la aceptación de la muerte….

    Conoce a Hortensia, una señora sureña que lo comprende y sabe sacar lo mejor de él, no enfrentándolo, sino atendiendo a su fondo extraordinario de ser humano “entero”. Empiezan una corta pero madura relación de amor, lo que supone una relación basada en el respeto, la compañía, la admiración, muy lejos quedan los amores físicos y pasionales o el que le unió a su esposa, basado en la cotidianidad y el costumbrismo calabrés.

    Salvatore pone patas arriba la vida de su hijo, saltándose a la torera las normas de educación modernas, se pasa las noche acompañando al nieto, contándole historias, abrazándolo y sintiendo el calor de sus manitas. La nuera se siente perturbada pero sucumbe en silencio a las “cosas” del abuelo, el respeto y la ternura son representadas como los valores más importantes de la existencia de la familia.

Vino tinto calabria    El nombre de guerra del protagonista fue Bruno y por casualidad es el que escogen los esposos para el niño, éste hecho hace revivir la etapa más importante de la vida del abuelo, cuando luchaba en las montañas contra los alemanes, la camaradería, las victorias, el sexo salvaje del guerrero. Ese estado de ánimo regresa a Salvatore para luchar contra la muerte, las nuevas formas de crianza de los hijos y las reglas sociales del norte de Italia que lo consideran un campesino, estereotipo de hombre inculto, intolerante, cuestión que tiene profunda verdad y profunda mentira, las personas desarrollamos las habilidades propias para subsistir en el medio que nos toca, sería una estupidez irse a cuidar cabras sin más experiencia que el conocimiento de las declinaciones latinas.

    Pero Bruno también se equivoca y aprende de los intelectuales milaneses, en un principio cree que se van a reír de él cuando le proponen hacer un estudio sobre su habla y sus mitos, incluso exagera, se inventa, para provocar, sin embargo descubre que los profesores realmente están interesados en él como producto de su cultura. Tanto aprende el abuelo en su última etapa que da por satisfecha su vida y no se rebela ante su muerte, la acoge agradecido del tiempo que le ha dado. Finalmente, el “Nonno” se extasía en plena sonrisa etrusca.


    Os recomiendo esta novela de prosa sencilla y correcta. Es un placer saborear una historia llena de temas elegantemente encajados, propuestas culturales, etnográficas, diversas, llenas de dialécticas con conclusión consensuada, donde la ternura, la comprensión, el respeto y la empatía nos hacen comprender que hay sitio para todos en nuestro mundo. Sampedro es un genio, ¿cómo se puede mantener el interés en una obra donde el protagonista es un abuelo con sus cosas de “viejo”?, pues lo hace y de verdad que no puedes parar de leer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario