martes, 27 de agosto de 2013

“El abuelo que saltó por la ventana y se largó” de Jonas Jonasson


    La novela que este periodista Sueco nos regala es una comedia de estilo inglés a través de la que se viaja alrededor del mundo en cien años, mezclando historia con creación de forma naturalmente surrealista.

    La estructura de la obra es una suma de dos tiempos, uno actual que se desarrolla durante dos semanas de 2005 y otro progresivo desde 1905, cerciorándose de dar explicación a cómo un anciano de 100 años puede mentalmente escapar de su fiesta de cumpleaños. Gracias al intercalado de la biografía de Allan, su niñez, su estancia en un hospital psiquiátrico, sus relaciones con Franco, Truman, Stalin, Mao, y otras personalidades históricas, es posible aceptar el absurdo como puro deleite, sabes que la creación es improbable, que no se sostiene,  desde el principio, pero no te importa, decides disfrutarla, te abandonas en brazos de lo imposible, la creación debe estar libre de ataduras, “que la realidad no te estropee una buena noticia”.

    Los especiales personajes ayudan a quedarse abducido, nada de pretensiones, un abuelo de cien años que tras ser considerado retrasado mental, consigue llegar de manera ingenua a ser un punto de inflexión imprescindible en la vida de los más renombrados mandatarios de la historia del Siglo XX; un delincuente conocido y apartado de la sociedad, que acoge al abuelo y lo trata como un ser válido con semejante edad, claro que Julius ya era setentón; dos hermanos que se reúnen tras la chaladura más grande de situación divergente, el tratamiento de la herencia familiar por estos dos es digna de leerse, sólo decir que es un absoluto despropósito; una señora estrafalaria que vive con una elefanta; el hermano bastardo y torpe de Einstein y patéticos servidores de la ley.

 
    El caso particular de Allan es digno de análisis, el autor lo presenta como un hombre que ha sido considerado discapacitado intelectual, sin embargo, son muchas las parcelas del talento y habilidades sociales en las que brilla, corre por su vida, viaja por el mundo, progresa por la historia del siglo XX , es un ir sin cansancio, como alimentado por el propio camino, me recuerda a Forrest Gump atravesando Estados Unidos de evento en evento, sin fatiga, apreciado por todos. Podría ver un cuadro de Asperger en él pero no tengo claro que el autor haya considerado este síndrome como característica del personaje. El hecho de que lo esterilizaran es un recurso ingenioso para disfrutar una vida al margen de los convencionalismos de la familia, no hay anclajes, no hay desviaciones del rumbo que el escritor se ha propuesto, sólo al final nos hace un guiño que te mueve a  preguntarte si no ha sido una vida desperdiciada, a lo que te respondes, de ninguna manera, ha sido muy plena….

   Como ya hemos comentado hay una trama actual en la que se desenvuelven los principales caracteres, una novela negra con todas sus especias, una maleta, tráficos de sustancias, un grupo mafioso, policías obsesionados con el caso, huidas  persecuciones, “fiambres” y todo eso sin un momento de angustia ya que nuestro protagonista tiene poco que perder y los nervios bien templados, el sentimiento es de reconocimiento, empatía, envidia, nos gustaría llegar a los setenta al menos y tener aventuras que contar.

   La sintaxis y el léxico son sencillos y rítmicos, con frases cortas, rápidas, abundan las descripciones chispeantes e ingeniosas, rayanas en lo absurdo, separadas por puntos de igual manera que yo uso la coma, es cuestión de estilo.

    En mi opinión ésta es una novela muy recomendable para el estado de ánimo y la inteligencia, la razón es que provoca carcajadas y admites que la irrealidad desvergonzada permita un juego en la obra y en el lector, cómplice innegable en la aceptación por puro placer lúdico. Es histriónica a ratos pero también goza de unos momentos de paz que se soportan sobre el descontrol de un mundo que no puede empeorar más, por mucho que los protagonistas hagan de las suyas. Incita a la esperanza comprobar que personas en el borde social, se comporten con valores de respeto, solidaridad, camaradería, cariño, tolerancia, que saben ver lo positivo de cada uno, que se complementan para formar un equipo incomprensiblemente productivo. Te deja un agradable regusto, te alías con lo ilegal, lo sientes más justo y más divertido.


Ana E.Venegas

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