es una novela compleja donde los vectores de tiempo y espacio juegan a
visualizar variables de dos épocas en una misma ubicación, El Real Sitio de
Aranjuez y la Villa.
Los edificios reales, sus
jardines, el río, sus cotos de caza, puentes y las calles del pueblo son el
escenario donde se desarrollan dos ficciones imbricadas con dos momentos
históricos: los acontecimientos que constituyeron el Motín de Aranjuez y los
que un siglo más tarde derivaron en la II República.
Esta ficción permite al autor
pasear por lugares históricos, mostrarnos las costumbres, las diferencias de
clases, los privilegios reales, los embriones revolucionarios de un pueblo que
había dejado atrás el pensamiento Tomasiano y se resistía a tener que esperar a
otra vida para merecer la justicia social, no en vano, los prolegómenos del
levantamiento popular de la Villa se hicieron como reacción a los acuerdos que el
“Choricero”, Godoy, se traía entre manos con Napoleón para que le hiciéramos a
los franceses el pasillo camino de su invasión portuguesa, el enemigo en casa y
nosotros con huelga de sables, sin opinión del pueblo, los nobles de caza, de
fiesta y el pueblo que era vendido de unas manos a otras de igual poder arbitrario.
La ficción está curiosamente
encabezada por dos protagonistas, José Luís se ha empeñado en hacer un homenaje
a la mujer en esta obra, un empeño cabezota que consigue evocar en mí uno de los
momentos de incredulidad que esta novela me produce, ojalá, ojalá la mujer
hubiera tenido ese protagonismo en ambas épocas, pero me temo que no fue así.
El abuso de personaje femenino parece reflejar una sociedad donde la fémina era
visible y de más sabemos que no lo era. Tanto Marta, bibliotecaria
prerepublicana, como Julia azafata-institutriz entorno al Motín, son muchachas
en las que se despierta un sentimiento revolucionario súbito, al sentir la injusticia
en su entorno o persona, tan súbito que se contradice con su educación
conservadora.
Otro desajuste que encuentro es
la homogeneidad de lenguaje entre todos los personajes y épocas, excepto Doña
Sole y Quina, los demás usan el mismo vocabulario y expresiones.
Estas pequeñas incoherencia no me
han imposibilitado el disfrute, la obra está llena de paseos deliciosos por las
calles y jardines de Aranjuez, de conversaciones costumbristas o políticas,
todas con una buena documentación histórica.
Particularmente me fascina el
personaje de Janos, un señor mayor, guarda de noche del palacio, para el que el
vector tiempo ha perdido el sentido, confundiendo los días de 1807 con los de
1930. En mi opinión éste caballero trasnochado ha leído tanto, ha oído tanto,
que confunde su historia con la de los personajes que se han convertido en su
vida, ni familia, ni amigos, no tiene estímulos exteriores a los muros del
edificio real, su historia, tras un episodio traumático, pasa a ser la historia
de la regia mansión y de sus habitantes.
La estructura del libro es
complicada, se suceden momentos fechados en el siglo XIX y XX, cada uno con sus
personajes de ficción e históricos, en algunas ocasiones hay un narrador que
nos relata los acontecimientos, en otros son los propios personajes los que
hablan de sí o de otros. Lo genial es que este entramado arquitectónico casi no
se nota, la lectura es accesible y en ningún momento se pierde el Tiempo ni el
Espacio.
Finalmente os recomendaría la lectura
de esta novela, por su valor académico, documentada profundamente en los
acontecimientos de los meses anteriores y coetáneos al motín de Aranjuez, donde la plebe se levantó contra el orden establecido por la política exterior
impuesta por Godoy, por la frivolidad real y la conspiración de Fernando,
príncipe de Asturias, contra su padre Carlos IV y su valido. Las intrigas
palaciegas, la inmoralidad de los hombres y mujeres de poder, el hambre y la
indignación del pueblo.
En cuanto a los momentos
históricos que preceden a la Segunda República, el mismo José Luís Sampredro
comentó que se crearon con menos documentación, ya que él mismo fue testigo
subjetivo de la época.
Son de interés los episodios en
los que se insinúa la afiliación de Doña Malvina a una logia de mujeres
influyentes, de su dedicación al espionaje y de sus relaciones lésbicas,
deviniendo en una subsociedad donde las mujeres cual amazonas se satisfacían,
se ayudaban e intrigaban para cambiar el mundo. Si esto ocurrió en la realidad,
no consiguieron tener suficiente relevancia en la historia.
Ana E.Venegas
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