viernes, 9 de agosto de 2013

“Real Sitio” de José Luís San Pedro

 es una novela compleja donde los vectores de tiempo y espacio juegan a visualizar variables de dos épocas en una misma ubicación, El Real Sitio de Aranjuez y la Villa.

    Los edificios reales, sus jardines, el río, sus cotos de caza, puentes y las calles del pueblo son el escenario donde se desarrollan dos ficciones imbricadas con dos momentos históricos: los acontecimientos que constituyeron el Motín de Aranjuez y los que un siglo más tarde derivaron en la II República.

    Esta ficción permite al autor pasear por lugares históricos, mostrarnos las costumbres, las diferencias de clases, los privilegios reales, los embriones revolucionarios de un pueblo que había dejado atrás el pensamiento Tomasiano y se resistía a tener que esperar a otra vida para merecer la justicia social, no en vano, los prolegómenos del levantamiento popular de la Villa se hicieron como reacción a los acuerdos que el “Choricero”, Godoy, se traía entre manos con Napoleón para que le hiciéramos a los franceses el pasillo camino de su invasión portuguesa, el enemigo en casa y nosotros con huelga de sables, sin opinión del pueblo, los nobles de caza, de fiesta y el pueblo que era vendido de unas manos a otras de igual poder arbitrario.

    La ficción está curiosamente encabezada por dos protagonistas, José Luís se ha empeñado en hacer un homenaje a la mujer en esta obra, un empeño cabezota que consigue evocar en mí uno de los momentos de incredulidad que esta novela me produce, ojalá, ojalá la mujer hubiera tenido ese protagonismo en ambas épocas, pero me temo que no fue así. El abuso de personaje femenino parece reflejar una sociedad donde la fémina era visible y de más sabemos que no lo era. Tanto Marta, bibliotecaria prerepublicana, como Julia azafata-institutriz entorno al Motín, son muchachas en las que se despierta un sentimiento revolucionario súbito, al sentir la injusticia en su entorno o persona, tan súbito que se contradice con su educación conservadora.

     Otro desajuste que encuentro es la homogeneidad de lenguaje entre todos los personajes y épocas, excepto Doña Sole y Quina, los demás usan el mismo vocabulario y expresiones.

    Estas pequeñas incoherencia no me han imposibilitado el disfrute, la obra está llena de paseos deliciosos por las calles y jardines de Aranjuez, de conversaciones costumbristas o políticas, todas con una buena documentación histórica.

    Particularmente me fascina el personaje de Janos, un señor mayor, guarda de noche del palacio, para el que el vector tiempo ha perdido el sentido, confundiendo los días de 1807 con los de 1930. En mi opinión éste caballero trasnochado ha leído tanto, ha oído tanto, que confunde su historia con la de los personajes que se han convertido en su vida, ni familia, ni amigos, no tiene estímulos exteriores a los muros del edificio real, su historia, tras un episodio traumático, pasa a ser la historia de la regia mansión y de sus habitantes.

    La estructura del libro es complicada, se suceden momentos fechados en el siglo XIX y XX, cada uno con sus personajes de ficción e históricos, en algunas ocasiones hay un narrador que nos relata los acontecimientos, en otros son los propios personajes los que hablan de sí o de otros. Lo genial es que este entramado arquitectónico casi no se nota, la lectura es accesible y en ningún momento se pierde el Tiempo ni el Espacio.

    Finalmente os recomendaría la lectura de esta novela, por su valor académico, documentada profundamente en los acontecimientos de los meses anteriores y coetáneos al motín de Aranjuez, donde la plebe se levantó contra el orden establecido por la política exterior impuesta por Godoy, por la frivolidad real y la conspiración de Fernando, príncipe de Asturias, contra su padre Carlos IV y su valido. Las intrigas palaciegas, la inmoralidad de los hombres y mujeres de poder, el hambre y la indignación del pueblo.

    En cuanto a los momentos históricos que preceden a la Segunda República, el mismo José Luís Sampredro comentó que se crearon con menos documentación, ya que él mismo fue testigo subjetivo de la época.

    Son de interés los episodios en los que se insinúa la afiliación de Doña Malvina a una logia de mujeres influyentes, de su dedicación al espionaje y de sus relaciones lésbicas, deviniendo en una subsociedad donde las mujeres cual amazonas se satisfacían, se ayudaban e intrigaban para cambiar el mundo. Si esto ocurrió en la realidad, no consiguieron tener suficiente relevancia en la historia.



Ana E.Venegas

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