El pasado sábado pudimos disfrutar de una
tarde noche mágica en los jardines de la Clínica Buchinger, a través, de
numerosos imputs multisensoriales entre los que destacaba el sonido del
cuarteto de Ernesto Aunignac, que llenó de susurros graves cada centímetro del
aire que nos envolvía.
En un ambiente delicioso, en un vergel de
plantas, mientras degustábamos aguas de pepino y lima, de limón, zumos naturales
de naranja y mango, y nos rodeábamos de un público selecto por su sensibilidad,
comenzó el concierto de jazz más delicado y sublime al que he asistido.
Las notas del saxo del internacional y
afamado Ernesto Aurignac salían de dentro de sus pulmones ya programadas para
modificarse en un instrumento cuya personalidad es imponente. La técnica del
maestro está sobreentendida pero la personalidad de artista que se expande a
través de un saxo exquisito, consigue dar una dimensión energética al alma.
No me extraña que la música se considere medicinal, estoy segura que el estado del cerebro de un ser que disfruta este acontecimiento, debe ser una máquina de órdenes de creación de endorfinas y dopamina. Así lo afirmó el mismo saxofonista, que entre otras cosas nos contó que ya ha dejado de sufrir con el perfeccionismo y ha pasado a una dimensión superior de gozo.
En el concierto la banda nos ofreció
famosas canciones americanas y temas propios que forman parte de su nuevo
trabajo. Los cuatro componentes son fantásticos músicos con una sensibilidad
exquisita, con un sentido de los silencios tan importante que sobrecogen hasta
el momento esperado de la próxima nota. La herencia Parkeriana de la banda es
indiscutible y cerrar los ojos es transportarse a clubs de jazz de negros
virtuosos.
Muchas gracias a la Clínica Buchinger y a su director, Clause Roher que presentó la velada, por seguir
apostando por la salud desde todos los ángulos y especialmente con sus eventos
artísticos y culturales que enriquecen el panorama de Marbella.
Texto: Ana E.Venegas
Fotografía: José A. Correa
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