sábado, 9 de julio de 2016

Seraphine de Senlis, Ana E.Venegas comenta en el Museo Ralli de Marbella

(vídeo de la conferencia y película abajo)
   “Última sesión programada dentro del ciclo de cine Mujer Sentido y Arte que se ha organizado entorno a la exposición “Retratos de Mujer”, que ha ce una retrospectiva de la mujer en la pintura, como modelo y como artista. En ella disfrutamos de la película francesa "Séraphine", biópic de la artista Séraphine Louis. Para la ocasión contamos con la colaboración de Ana Eugenia Venegas Moreno, columnista cultural, escritora y amante de las artes en general. La conferencia versó sobre la obra de Séraphine, con reflexiones sobre su técnica y resultado final, las particularidades de la vida de Séraphine vistas ya desde la época actual y sus relaciones con otros estilos pictóricos y vanguardias (a pesar de que la pintora los desconocía por completo). Además, pudimos conocer un poco más el trabajo de nuestra invitada”. Museo Ralli
   “Film bellísimo, muy galardonado en el 2008 , y que nos muestra como, una vida tristísima y carencial, si existen capacidades, puede desembocar en la sublimación genial. Eso sí, desencadenando la enajenación y la locura. El ser humano tiene un techo para la sublimación.  La película, con un guión magistral y con una fotografía a la altura del mejor cuadro costumbrista, te va metiendo en el interior del personaje. Entiendes como crea, y porqué crea. No se puede explicar mejor. Hoy día su obra está expuesta en los Museos al lado de los grandes”. Inés Martín, psiquiatra.

Seraphine de Senlis
(material de la conferencia)
    Nació en Arsy (Oise) el 3 de septiembre de 1864. Su padre era obrero y su madre procedía de una familia de campesinos. Cuando Séraphine tenía apenas un año murió su madre. Su padre, que había vuelto a casarse, murió seis años después. Huérfana, vivía con su hermana mayor. Empezó su dura vida laboral como pastora. A partir de 1881 trabajó como asistenta en el convento de las Hermanas de la Providencia, en Clermont y en 1901 comenzó a trabajar en el servicio doméstico para diferentes casas de Senlis.
    Los siguientes años lo vivió en Senlis, donde paso casi toda su triste vida, se dedicó a limpiar, lustrar muebles y encerar pisos. Casi analfabeta, con un imaginario religioso primitivo forjado entre monjas beatas, fue acumulando en su vida dolor, esperanzas religiosas, y sueños de un vano amor perdido. Al terminar sus labores, por las que apenas le daban unos centavos para pagar su cuartucho donde dormía, salía al campo para abrazar y hablar a los árboles y las flores. En esa época, pintó por las noches plantas y flores en pequeños rectángulos de madera, sin pensar que sus obras podrían tener algún valor comercial.
   En 1912  alquiló una casa en Senlis el galerista, coleccionista, descubridor de talentos y marchante Wilhelm Uhde, dedicado a exponer obras de impresionistas y cubistas. Wilhem comenzó a consagrar gran parte de su fortuna a los pintores “Naïfs” o Ingenuos, a los que prefería llamar Primitivos Modernos y a los que también llamó Pintores del Sagrado Corazón. Allí, quedó impactado al encontrarse con una naturaleza muerta con manzanas, pero quedó más impresionado al saber que la autora era la mujer de limpieza que según decía, pintaba por indicación de su ángel de la guarda.
    Estuvo bajo la protección de Uhde, quien le compró casi todas sus obras, convirtiéndose en una pintora Naif  del momento, como Henri Rouseau y André Bauchant.
    Al estallar la guerra en 1914 Uhde huyó a Paris  y perdió contacto con Seraphine, quien siguió pintando sus lienzos sin que nadie los viera. En el año 1927  en Senlis, en una exposición de artistas noveles, Wilhem encontró dos de sus grandes lienzos que presentaban un gran colorido y fantasía. Entre 1927 y 1930 Wilhelm la visitaba constantemente, para poder apreciar sus trabajos recientes y comprarlas. Sus obras fueron reconocidas entre los habitantes de Senlis y pudo ampliar su habitación, comprarse materiales artísticos, comida y ropa. En 1929 se dedicó la primera exposición colectiva de artistas Naif en París, entre ellos Camille Bombois, Louis Vivin y Séraphine.
    En 1932  pinta con desesperación, pues deseaba tener una exposición individual en París, aunque nunca se llegó a realizarla en vida. El marchante dejó de visitarla tan a menudo, lo que la llevó a sentirse abandonada, frustrada y sin amigos, cayendo en la locura y siendo internada en un hospital Psiquiátrico de Erquery, al principio a instancias de Udhe, para ser luego dejada a su peor suerte.
   El marchante tuvo su propio calvario personal, vivió dos guerras siendo alemán en un país ocupado por su patria de origen y siendo para ella traídor y homosexual. Tambíen sufrió la tuberculosis y muerte de su amante y graves problemas económicos derivados del Crack del 29.
    Murió en 1942 a los 78 años de edad en circunstancias terribles y desoladoras a causa de las dosis masivas de tranquilizantes, de las privaciones físicas y la falta de alimento durante la ocupación alemana de Francia en La Segunda Guerra Mundial.  El alistamiento o exilio de los profesionales que asistían a los enfermos mentales y la falta de medios básicos fueron fatales para los miles de hombres y mujeres que vivían en centros psiquiátricos. Fue enterrada en una fosa común.
    Tras la Guerra aparecieron algunos de sus cuadros, hermosos, fulgurantes, enigmáticos, que entusiasmaron a Andrée Breton, debo suponer que por su carga intuitiva e inconsciente.
    Aunque Wilhelm informó de que había fallecido en 1934, en realidad Louis sobrevivió hasta 1942. La primera exposición consagrada a Séraphine Louis tuvo lugar en 1945, en París, a instancias de Uhde, que exhibió decenas de sus obras. Ya para entonces, de los 200 cuadros que ella pintó, sólo quedan 70, que hoy están repartidos entre los museos de Arte de Maillol en París, El Museo de Arte de Senlis, El Museo de Arte Naif en Niza y El Centro Pompidou de París.
   Seraphine estaba dotada de un talento completamente particular e innato, era una prodigio. Sus obras eran elaboradas a base el uso de la pintura Ripolin (la más común del mercado), mezclada con la cera de velas que cogía en la iglesia, tierra extraída del cementerio, plantas y de las flores obtenía algunos colores. Entre otros campos utilizó su propia sangre, que extraía de sus heridas y daba vida a sus cuadros.
    Sus cuadros están llenos de sencillez y belleza. Vemos en sus lienzos una labor de artesanía, un entramado de hojas, flores y frutos, elaborados con minuciosidad. Son una explosión de color y vida como el Árbol del Paraíso, o el Árbol de la Vida. En su trabajo “Margaritas blancas” destaca por su ingenuidad, pero, como en toda su obra, es un cuadro que tiene vida propia. Una rama de un árbol se transforma, gracias a su pincel, en algo diferente y sabes que hay misterio en su interior. Su bouquet no suele ser un mero ramillete de flores, te hacen sentir su perfume. Algunos, como el árbol de navidad, es el más bello que puedas algún día decorar. Sus cuadros te transmiten paz y armonía: a veces te hacen pensar en una particular visión del paraíso Las plantas y flores están plenas de frutos ricos, abundantes, suntuosos. Otras veces, te conmueven produciendo en el espectador cierto desasosiego. Plasmó su mundo interior, lejos de las penalidades y miserias que rodearon su existencia. Decían que en su psicosis oía voces, pero seguro que fueron voces de un paraíso, el que le faltó en la tierra que creó con su arte.
    La artista no tenía formación pictórico pero poseía un sentido intuitivo del equilibrio de formas y colores, y una energía que se percibe en sus cuadros con brochazos enérgicos, locos, vangonianos.
    Seraphine es una mente particular que no alcanzo a comprender si era un portento de la resiliencia, un caso perfecto ejemplo de la inteligencias múltiples y no coordinadas, un Asperger o qué. Tenía la cualidad de mostrar lo mejor de su mundo, de centrarse en la belleza de lo natural, la inteligencia para innovar en materiales para plasmarlo y la valentía, osadía, perseverancia o incosciencia propia del que tiene fe.

    Tenía un sentido muy enraizado de la espiritualidad y abrazaba árboles como a la Diosa Naturaleza, a la par que sentía el catolicismo más iconoclasta.

    La película  es un drama biográfico con mucho de documental. Un biotópic que muestra su relación con el mundo, su personalidad y su descubrimiento por el coleccionista Wilhem Uldhe. Consigue acercándonos a la experiencia de esta mujer con el arte, la religión y la enfermedad mental.

                La interpretación de Yolande Moreau es portentosa se presenta con su mirada perdida de mujer que extravió su razón, pero es más, su cuerpo, su forma de andar, mover los brazos o cantar mientras pinta en una especie de éxtasis gozoso nos hacen olvidar por completo a la actriz para centrarnos en el tremendo personaje. La interpretación nos trasporta a una mujer con  manos toscas, desaseadas, de mente turbia, nada cultivada, una rara avis del arte; ahí reside el misterio del film y del personaje, de esta puesta en escena sale el centro medular de esta bellísima cinta, los mensajeros imprevisibles y toscos de los que se sirve la creación artística para trascender y llegar a nosotros, de ese extraño proceso que no se puede racionalizar y parece un don divino.

     Martin Provost, el director cuenta su historia con una narrativa elíptica, fracturada, que, suavemente, convierte a Séraphine en la arrebatadora disección de una extraña forma de santidad y los insondables abismos que la circundan. Consiguen evocar toda la sensorialidad del arte y de la naturaleza circundante. No le sobra nada, no le falta nada, avanza sin que el espectador lo perciba, consigue su objetivo con una sucesión exacta de escenas significativas.
    La fotografía es tan buena que trasmite la particular relación que la peculiar pintora tenía con la naturaleza. La luz entrando por las ventanas de las habitaciones y creando claroscuros, los detalles de las casas filmados con mimo, el elemento paisajístico. No podemos olvidar el sonido del agua, el viento, el vino y ese magistral plano que cierra el film, con Séraphine sentada bajo la sombra de un frondoso y solitario árbol hacen una historia redonda.
   “Seraphine” fue la gran triunfadora de la 34ª edición de los Premios César , otorgados por la Academia del Cine Francés, obtuvo 7 premios, además de muchos otros internacionales, especialmente a la interpretación de la Moreau, al director, al secundario Ulrich Tukur  a la fotografía, a la película, el guión y al vestuario.
    El largometraje es una coproducción entre Francia y Bélgica. Se estrenó el 7 de septiembre de 2008 en el Festival de Toronto.
    Pero lo que se suponía era un guión original quedó demostrado ante la justicia francesa que había sido un plagio. Existe una biografía novelada titulada “Seraphine de Senlis” de Alain Vircondelet que es seguida con pulcritud por la película. La verdad es que ese libro, la película y las setenta obras que persisten son los documentos que yo he podido encontrar de esta pintora que ha sido olvidada por la historia pese a que la fuerza de sus cuadros puja por no caer en el olvido.  
 Conferencia

Película
para verla con subtítulos hay que activarlos



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