El presente mes de febrero nos ha traído la
lectura de esta obra que ha ganado el Premio Planeta 2016. No la hubiésemos
elegido si no fuese por la próxima visita de la autora a las instalaciones de
FNAC Marbella, ya que cada año nos defraudan más los Premios Planeta y en esta
ocasión no ha sido menos.
Con un comienzo que evocaba sensiblemente a
la “Isla de Alice” de Daniel Sánchez Arévalo, finalista del Planeta del año anterior, la
autora nos plantea un thriller poco creíble en el que consigue tocar todos los
palos, “meterse en todos los charcos” como dijo uno de los contertulios, desde
la homosexualidad, el clasismo social, la drogadicción, los abusos sexuales por
parte del clero, la vinicultura, la literatura y el amor a los animales. Con este cóctel que
parece un guion, podemos asegurar y aventurar que esta novela se va a vender
como churros.
Sin embargo, las opiniones de los asistentes
al club de lectura coincidieron en que
el asesinato de varias personas en una familia es motivo de alarma e
investigación policial por muy adinerada que fuese la familia, que Galicia en
la actualidad no es la profunda y oscura era de nobles y pudientes. Si tal
situación se hubiera producido en la Rivera Sacra el caso lo hubiesen llevado
forenses, criminalistas y policías especializados, no un marido escritor y un
guardia civil retirado. Algunos de los asistentes habían leído su anterior trilogía de Baztán y coinciden que el primer volumen es bastante más interesante que el actual trabajo.
Hay muchas incoherencias en la obra, desde
que el marido secreto de un homosexual entra y sale de los dominios de una
añeja familia que lo odia, hasta que el más pequeño y delicado de los
personajes pueda matar a hombres como trinquetes. Es difícil no sentir la
superficialidad de los personajes y los temas, y en la opinión de todos, el
marido muy bien pudiera haber sido una esposa, tales son los esfuerzos que hace
la escritora por la normalización, que resulta poco natural. Pero el más
increíble es el personaje del niño, un niño que parece que tiene “un viejo en
la barriga”, como se decía antes, que se enrosca en el cuello del marido de su
tío como si lo hubiese criado cuando ni siquiera tenía una gran relación con su
tío, pues esa familia era su doble vida, es más, es increíble que un niño vaya
metiendo flores en los bolsillos como una orden dada por su tío para que se descubra
la verdad, si el tío no la podía conocer antes de morir. Otra cuestión
increíble es que al escritor lo reconozca la gente y le pidan autógrafos, ja,
eso es lo que quisiéramos los que escribimos, que la lectura fuera trending
topic, pero lo de que te paren por la calle y te pidan autógrafos no le ocurre
ni a Pérez Reverte.
Por otra parte, el libro es largo,
larguísimo, le sobran trescientas páginas, la autora se enreda en descripciones
que no vienen a cuento y aunque puede enganchar si eres un lector de lectura
ligera y poco reflexiva, para lo que tienes todo tu derecho, a nosotros nos
resultó tedioso y de poco interés.
La autora tiene oficio, eso opinó uno de
los contertulios, sabe decir lo que pretende y lo hace con orden y una
estructura bien planificada. En cuanto a la corrección, ahí hay un problema,
esta escritora no distingue entre pronombres personales, y el leísmo, laísmo y
todos los ismos posibles los comete sin misericordia, sin atener a su función
sintáctica y sin respeto a un lector que como mínimo pide el uso adecuado del
idioma. Este problema se le puede hasta comprender a Dolores, por su lugar de
origen, pero a la ¿editorial?, ¿qué tipo de corrección se ha hecho de esta
novela?, en fin, hay quien ni siquiera se da cuenta de estos “horrores” al
leer, porque al ser propio de zona de España donde se utiliza, pero los
andaluces, sentimos una punzada en el estómago cada vez que se dice “yo la doy
de comer”, y aunque seamos muy criticados por nuestro uso del español, recordad
siempre que distinguimos muy bien entre Lengua y Habla y que un escritor, por
más novel que sea no se le ocurre escribir un participio que no acabe en -do o -da.
En fin, mucha suerte a la autora y a la
editorial, aunque no la necesitan, van a vender muchísimos ejemplares, pero permítannos
ser críticos y sentirnos nuevamente defraudados con los Premios Planeta.
***La próxima tertulia será el 23 de marzo volvemos
una vez más alos clásicos. Discutiremos sobre “Tristana”, obra de Benito Pérez
Galdos, considerada una de las “espiritualistas” y que aborda de frente la emancipación
de la mujer. A ver qué nos depara. Todo el que quiera asistir está invitado, es un club de lectura abierto.
Estoy completamente de acuerdo con elartículo. Descripciones tediosas, leismos y laismos para aburrir... una vergüenza que este libro sea un premio Planeta.
ResponderEliminarSu prosa es buena, bien elaborada, con un amplio conocimiento del léxico, si bien aún tiene mucho que mejorar: el leísmo en que incurre se hace cacofónico para el lector, no hay página sin ese vicio del habla, propio de zonas de Castilla la Vieja, pero que hiere los sentidos para el resto de hispanohablantes. Por este motivo merece un duro reproche. De un premio Planeta se presupone un dominio de la lengua. El contínuo leísmo afea muchísimo el resultado final: es un español mal hablado y mal escrito.
ResponderEliminarLo del leismo es insoportable, está permanentemente y la historia es completamente impostada, es absurda, no es creible unos personajes así. Creo que lo único que pretende es sdaptarse al tic de moda actual. No me ha gustado nada. Es increíble que pueda tener ningún premio
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