El pasado domingo se representó “La Hora
del Té” en La Polaca de Marbella. Dos funciones con lleno hasta la bandera hicieron
disfrutar, reír y sufrir como sólo Miguel G. y Jesús Román saben provocarlo.
Fotografía de José A.Correa
Miguel G. es un experimentado escritor de
teatro entre otras muchas expresiones artísticas que domina, en esta faceta, tiene
en su haber un buen número de obras representadas y que hemos tenido la suerte
de saborear en Marbella, recordamos la desternillante comedia “La Caja de
Música” interpretada por Miguel Ángel Martín
o el psicodrama “Last Dance” representado por Jesús Román.
En esta ocasión, el escritor y director de guiones
para aun sólo autor, mucho más que un monólogo, ha creado una obra que nos
conduce por una gran cantidad de verigüetos emotivos, desde la risa más
hilarante, a la pena, la empatía, la ternura y el rechazo a las normas tradicionales
que han hecho de muchos hijos homosexuales y muchas mujeres un apéndice de
madres o padres, viejos egoístas o con un derecho social sobre las vidas de
estas personas.
Jesús Román interpreta al hijo soltero y
gay de una anciana caprichosa y absorbente, a la que cuida porque le ha tocado
en la vida, porque las cosas son así y ya está, pero también porque es su madre
y la quiere. El pobre Edmundo ha desperdiciado su existencia, no tiene relaciones
ni ocupaciones al margen de acompañar y cuidar a su santa madre. Pero, odia el
té, no lo soporta por más que deba prepararlo y tomarlo todas las tardes.
La rebelión interior de Edmundo, sus quejas
histéricas al espectador son de una gran comicidad. Pero, el estado de ánimo
cambia en espacio representativo después de una llamada telefónica. En veinte
minutos, el actor pasa por varios registros con gran credibilidad, de modo que el
espectador sale de la función habiendo reído, llorado, reflexionado y
nuevamente, sintiendo gran empatía por personas que sufren obligaciones
sociales diferentes a los machos dominantes, discriminaciones por condición
sexual.
Si tienen oportunidad vayan a verla, teatro
a un metro del actor, les garantizo que tras disfrutarla, serán diferentes,
esto es una de las funciones de la cultura.
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