“Canción de Navidad” o “A Christmas Carroll”
es una de las obras emblemáticas de Charles Dickens, un regalo de la literatura
del inglés que denunció en plena época victoriana la situación en la que vivían
las familias pobres y en especial los más vulnerables, niños, enfermos y
abuelos. Los
integrantes del Club de Lectura de la FNAC de Marbella hemos acertado de lleno
al elegir este libro para estas fechas y como la cultura, la literatura buena,
debe hacer más persona al lector, nos va a servir para ser más conscientes y
disfrutar de estas fechas con lo que de verdad merece la pena, el amor, la
ilusión, la esperanza, la familia, los amigos, nada que vendan en un centro
comercial.
Esta novella, novela corta, es una joya de
estilo, como toda la bibliografía de Dickens, las páginas huelen a manjares
navideños, a sábanas húmedas, a té, a niños hartos de jugar, a amas de casa poliédricas, a viejunidad y humanidad, a pobreza y a gente. El autor es un maestro de la observación,
del reconocimiento de los tuétanos humanos, de los entresijos psicológicos, de
la realidad y es capaz de ponerla en papel no sin unas dosis de ironía y
sentido del humor, una presentación de la realidad carente de amargura. La
descripción de lugares y personajes denotan un conocimiento profundo del ser
humano y una habilidad narradora que le sirve para manejar imágenes
imprescindibles para su creación. Es por lo que un tema tan moralista y
navideño no nos resulta un pestiño enmelado sino una obra de arte.
Dickens consiguió con esta narración
revivir una tradición en decadencia por culpa de la carestía del siglo XIX, lo
editó en 1843 por entregas. Su fe y su actitud ante la vida sustentan este
cuento en el que un viejo avaro recibe al fantasma de su socio, recién
fallecido, para incitarle a un carpe diem navideño, a que dé gracias y disfrute
de cada momento, que comparta, que se impregne de las buenas intenciones y de
la disposición a mejorar las relaciones y expresar el amor que se exacerban en
esta época del año en memoria del nacimiento de Jesús de Nazaret.
El fantasma del socio del anciano Sr.
Scroogle, “cargado con las cadenas que ha forjado a lo largo de toda su vida”,
se presenta ante el protagonista, avaro y amargado, le anuncia la avenida de
tres espíritus que lo pondrán frente a frente con sus Navidades pasadas,
presentes y futuras. En este juego revisor, el protagonista, el Sr. Scroogle se
ve a sí mismo de niño, de joven y de adulto, pero el lector puede comprobar que
las personas somos resultado de nuestras decisiones, de nuestros caminos, y
siempre hay más de uno, ¿por qué los elegimos?, muchas veces son aprendizajes,
conductas aprendidas que nos hacen decantarnos. Pero sobre todo, lo importante
es que no hay nada que impida modificar esa conducta si no nos hace felices, la
posibilidad de cambio se empieza a vislumbrar en “Canción de Navidad” con el Espíritu
del Presente y es absolutamente necesario en el del Futuro, son nuestras
actitudes ante la vida las que la hacen diferente, todo el mundo tiene
problemas, desengaños, enfermedades, épocas de más y menos bonanza, momentos de
pérdidas, de soledad, está en la persona recrearse en la desgracia o
transformar estos momentos en oportunidades de disfrutar de un modo diferente,
de adaptarse. Por más que un hombre es sus circunstancias y sus vivencias, un
ser humano es dueño de su pensamiento, es una responsabilidad y un regalo, a
ver qué hacemos con él.
Esta lectura es muy apropiada para los días
que vienen, los últimos del año, a todo el mundo lo pondrá a funcionar en un
sentido menos “miserable” como dicen los ingleses, “al igual que la enfermedad,
la risa y la generosidad se pueden contagiar”. Los jóvenes y los mayores
podemos tener una conversación muy productiva sobre valores, sobre actitud,
sobre el perdón y sobre un regalo de la Inteligencia Emocional que nos hace
tolerantes, libres y mucho más relajados, NO JUZGAR, si no juzgas no se
distingue un posible error, si no se juzga no se inmiscuye uno en las decisiones
de los demás, si no se juzga se respeta, si no se juzga no hace falta perdonar,
no hay ofensa, no duele, no hay que vengarse ni devolverla, NO JUZGAR es un
regalo. El sobrino del Sr. Scroogle, el verdadero espíritu del libro, un hombre
bueno, se empeña en invitar a su tío a la cena de Navidad pese a que este no
cree en ella, pero él no ceja, no piensa: “este es un viejo cascarrabias
amargado que no tiene remedio”, como no lo juzga, ni permite que nadie lo haga
en su presencia, no contamina sus emociones hacia su tío, hace lo que debe que
es invitarlo y cuando acepta se siente encantado, mientras hubo la posibilidad
de que no lo hiciera ni siquiera le dedicó un mal pensamiento, lo respetó. Qué
sabiduría la de Dickens, Inteligencia Emocional, la que debería ser asignatura
obligatoria en las familias y en el colegio y que este inglés victoriano
manejaba como Daniel Goleman.
Esta obra debe ser una de las más versionadas de la historia de la literatura, sin ir más lejos, esta semana hemos tenido en Marbella teatro y ballet con adaptaciones de “A Chritsmas Carrol” y son cientos las producciones que en la historia y a través del orbe se han realizado de ellas, hay algunas de los Teleñecos, del Pato Donald y el Tío Gilito, dibujos animados, radioteatro, películas, musicales, teatro para todos los públicos, tradicional, vanguardista, en fin un tema muy estudiado por su actualidad y fotografía de personajes de todos los tiempos.
Ha sido un acierto volver a leerlo y no
estaría mal hacerlo cada principio de diciembre, se emprenden estos momentos del
año con un talante más prometedor.
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