Marbella que es una ciudad con
encanto de pueblo nos permite disfrutar de momentos sublimes como el que
vivimos en la Polaca el pasado jueves: Manuel Salas, nuestro reconocido y premiado
actor adaptó e interpretó uno de los cuentos del también nuestro, Alejandro
Pedregosa.
Alejandro es un escritor
accesible que desarrolló su personalidad por los colegios, playas y escenarios
de Marbella cuando además tenía una banda. Ahora, gracias a su trabajo, a su estudio
y a su creatividad, es uno de los intelectuales imprescindibles en nuestro
país, escribe para varias publicaciones y tiene un bagaje como escritor de
novelas, relatos y poesía de una importancia casi tan grande como su bonhomía. A
mí, me gustan particularmente su poesía y sus relatos cortos, llenos de
narrativa y con unos giros tan sorprendentes y pegados al tuétano de la
realidad que me dejan sin respiración.
Manuel Salas, actor de series, películas y
teatro, unos ojos que no necesitan boca, aunque además la tiene, se fascinó por
el relato “El Buen Samaritano o el Vasallaje”, uno de los cuentos
pertenecientes a su colección “O”. Salas confiesa que nada más leerlo vio la adaptación teatral,
que el texto estaba listo para ello. Claro que estaba listo, porque Manuel es
capaz de lo más difícil, la cantidad de registros que domina permiten realizar
una puesta en escena sin otro atrezo que un trapo tirado en el suelo. Nuestro
actor, porque es de los nuestros y porque fue uno de los fundadores de la
Asociación de Amigos del Teatro de Marbella y es tan accesible como Pedregosa y trajo a la escena, él solo, a un narrador, un niño, su padre, un sindicalista
y al cacique del pueblo, a los que vimos y sufrimos, a los que comprendimos,
con los que empatizamos y a los que odiamos con resignación. Sus palabras, su
expresión corporal y facial, la intensidad de sus ojos y sus manos nos hicieron
olvidar completamente que teníamos delante a un señor con unos vaqueros y una
camisa blanca, ¡cuánto talento!
La obra que representó Manuel Salas y es
idea original de Alejandro Pedregosa es un relato de terror, del terror del que
hablaba Joseph Conrad, del humano, nada de espíritus ni fantasmas, ¿para qué
queremos más horror que la dura realidad haga comprender a un niño que
le conviene más servir al poder que a la justicia? ¿para qué queremos más
horror que ver perder la inocencia de un chaval, ver podar su capacidad de reivindicar lo justo?
¿Para qué queremos más horror que convertir en adulto sometido a un niño que
tendría que estar lleno fantasía e idealismo? Salvando las distancia narrativas,
este cuento-obra de teatro, recuerda mucho a la novela de Jesús Carrasco “Intemperie”,
¡pobres niños!, ¡pobres todos!
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