Los problemas de concentración son muy frecuentes y pueden representar verdaderas complicaciones para las personas que los padecen, sin importar cuáles sean las causas que los determinan. Como se ha demostrado empíricamente ya varios atrás, el cuerpo y la mente no deben ser dos conceptos a tomarse por separado sino, contrariamente, estos dos elementos representan un todo y deben considerarse de esta manera.
¿Qué es la concentración?
Antes de saber cómo atacar a nuestro “enemigo”, tenemos que conocerlo profundamente.
La concentración es una capacidad que se fundamenta en la posibilidad de centrar voluntariamente la atención en una tarea o razonamiento en particular y, al mismo tiempo, bloquear otras tareas y estímulos que representen distracciones. Estos estímulos pueden ser de toda clase, desde pensamientos y recuerdos, hasta ruidos molestos y aromas.
La concentración, si bien es un proceso natural de nuestro organismo, puede ser controlada y aprehendida a través de distintas técnicas, las cuales describiremos a continuación.
Técnicas para mejorar la concentración
1. Rutinas
El hábito de generar rutinas y apegarnos a ellas será potencialmente bueno para nuestros problemas de concentración, ya que estaremos acostumbrando a nuestro cuerpo y mente a realizar determinadas tareas específicas en determinados horarios y a NO hacer otras tareas que corresponden a otro momento.
Si estructuramos nuestro día en pequeñas rutinas organizadas, podremos canalizar mejor nuestra concentración. Sin embargo, debemos ser conscientes que para generar hábitos rutinarios necesitamos que pase cierta cantidad de tiempo que nos permita acostumbrarnos correctamente y no frustrarnos si al principio no logramos la concentración que buscamos en los períodos de tiempo que hemos estipulado para ello.
2. Distracciones
Las distracciones son nuestro enemigo y debemos combatirlas cuando lo necesitamos. Cuando elijas esos períodos de tiempo en los que quieres concentrarte en determinadas actividades, planifica de antemano desconectar el teléfono, apagar el móvil, alejarte de redes sociales, evitar escuchar música que pueda alterarte, etc.
Si aprendes a manejar las distracciones correctamente, verás importantes resultados en cuanto a tu concentración, mejorarás tu productividad en las actividades que realizas frecuentemente y, por lo tanto, ganarás tiempo para disfrutar en otras actividades o simplemente descansando.
3. Conócete
No todos somos iguales y, por lo tanto, no funcionamos igualmente. Es muy importante que aprendas a conocer cuáles son los períodos en los que puedes concentrarte mejor en promedio. Todos sabemos que no somos igual de productivos a la mañana que a la noche, luego de haber trabajado 8 horas. Es fundamental aprender a identificar estos bloques de tiempo en los que sentimos poder concentrarnos mejor y, si tenemos la posibilidad y los medios para hacerlo, organizar nuestra rutina entorno a estos horarios.
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