Gauguin y Tahití, sueños sucesivos
El Thyssen dedica a Gauguin una de las muestras de la temporada. Su exposición del vigésimo aniversario sitúa en los viajes del pintor el origen de la ruptura del arte moderno y la semilla de las corrientes visuales más fértiles del siglo XX
Título de la Exposición:
Gauguin y el viaje a lo exótico
Del 09 de octubre de 2012 al 13 de enero de 2013
Una buena exposición cuenta una historia y formula una hipótesis. En Gauguin y el exotismo, su comisaria, Paloma Alarcó, ha contado la huida de Paul Gauguin a los mares del Sur como el gran viaje de ruptura del arte moderno, que tiene su origen en los viajes románticos de la época de Chateaubriand y Delacroix y se proyecta hacia delante en la fascinación por lo salvaje de los expresionistas alemanes, y en una mitología de la aventura exótica prolongada por el cine.
En el arte, las obras individuales se comprenden mejor cuando pueden verse en el juego de sus conexiones y sus resonancias. Paul Gauguin es uno de los pocos artistas inmediatamente reconocibles, dueño de un estilo y de un catálogo de imágenes que casi cualquiera identifica sin vacilación como suyos. Pero para comprender su originalidad es muy útil relacionarlo con los modelos en los que se fijó, y su relevancia no sería tan grande si no hubiera inspirado algunas de las corrientes visuales más fértiles del siglo XX.
La huida de Paul Gauguin a Tahití, donde reconquistó el primitivismo a través del exotismo, es el hilo conductor de esta exposición que, mediante una amplia selección de artistas de finales del siglo XIX y principios del XX, descubrirá de qué forma el viaje hacia mundos supuestamente más auténticos produjo una transformación del lenguaje creativo, y en qué medida esta experiencia condicionó la transformación del modernismo.
El itinerario que propone Paloma Alarcó, jefe de Conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza y comisaria de la muestra, mostrará al visitante los frutos de las exploraciones artísticas de Gauguin, Matisse, Kandinsky, Klee o Macke, entre otros, así como la impronta de Gauguin en los expresionistas alemanes y los fauves franceses, poniendo así de manifiesto cómo la figura de Gauguin se alza como el creador de un nuevo canon exótico que sirvió de arranque de los lenguajes de la modernidad de las primeras décadas del siglo XX.
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