“Los Bienes de Este Mundo” de Irène Nemiroski
Este mes nos
volvimos a reunir en el Marbella Club con la intención de analizar y opinar
sobre la obra de esta escritora francesa, nacida en Kiev y sufridora en carne
propia de todos los despropósitos bélicos de la primera mitad del siglo XX.
Hubo un consenso en
cuanto al talento de la autora que ya conocíamos pues meses atrás su “Suite
Francesa” ocupó una de nuestras reuniones. A las socias les fascinó el talante
trasparente, tolerante, fluido, delicado y esperanzador de la prosa que se haría magnífica en la citada obra póstuma.
Encontramos que
la historia de amor es una excusa para plantear la urgencia de cambio de
mentalidad de una sociedad que aunque se resista se verá arrastrada por sentimientos
tan duros como la necesidad y el miedo en un entorno de guerra e invasión, que
sirve para cambiar los valores de las personas aferradas a bienes materiales,
asistiendo a un desmoronamiento de la escala que los mantenía en equilibrio. Las
tertulianas coincidieron en qué forma dolorosa la vida demostraba a los
seres humanos cuales eran los verdaderos Bienes del Mundo, el amor y la vida sobre
todo.
Se comentó la
magnífica exposición de personajes estereotipados, el avaro, el hombre generoso, la burguesa, la
mujer desdeñada, el vividor… Incluso hubo un análisis genial que los presentaba
por parejas, de manera que cada pareja presentaba caras opuestas como en Jano, el Dios que presentaba las dos caras, la dualidad, tan presente en el
mundo.
Convinimos en que
la obra es de gran talento psicológico que Irène consiguió escribir magníficamente
desde sus vivencias, de forma que no necesita grandes trabajos de documentación, así este trabajo quizás no le exigiera un esfuerzo extra, además hemos descubierto
ciertas incoherencias como qué ocurre con algún personaje, Colette, o algún “baile”
de tiempos. Hubo también alguna compañera que encontró el final poco propio de
la Nemiroski, más bien de un folletín romántico, pero en mi opinión hay que
pensar en el tiempo en que la autora debió poner punto y final a su obra, en
pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial, un final feliz lleno de amor es más
bien un deseo, un ruego, una plegaria.
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