
Rose Valand, historiadora del arte, con
títulos para empapelar mi despacho, fue tomada por una simple ayudante por las
fuerzas invasoras, oh, una mujer, no podía tener nada en ese cerebro, lo
impedía sus dos pechos y otras cosas, en fin, que hay más tontos que botellines
y siempre los ha habido.
Lo que ocurrió es que Rose hizo un
inventario de todas las obras que pasaban por ese lugar de expolio, contactó
con la Resistencia francesa e impidió que miles de obras del Louvre y otros
centros de arte llegaran a Alemania, algunas no salieron ni de París. Con un
par…
Tanto la desestimaron que acabó la guerra y
ella quedó indemne, ni siquiera se “coscaron” de que la mujer pusilánime detrás
de las gafas de miope les había desmantelado el plan. Fue reconocida por el
gobierno francés y encargada de los programas de recuperación del patrimonio
artístico. En 1961, escribió sobre sus experiencias durante la guerra en un
libro publicado bajo el título Le delante de l'art (reeditado
en 1997).
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