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Paula Vicenti, fotografía de su biografía en redes. |


En Didáctica, una de las técnicas más
eficiente para que los niños aprendan, que desde luego no acaba en la infancia,
es el learning by doing y learning by playing, aprender haciendo y jugando. Y
es de esta manera que Paula Vincenti trabaja su identidad y escrudiña el mundo,
aprende ella y, en su alma POP, pretende que sus reflexiones lleguen al mayor
número de espectadores, no sólo a los muy entendidos en arte.
El lenguaje que Paula modula está lleno de
signos lúdicos, recortables, cuentos, disfraces, objetos de uso común,
relacionados con el maquillaje y la moda, la música, con fondos barrocos en
ocasiones, con un aire infantil e inocente en apariencia, que no agrede, que
resulta agradable, pero que por ese motivo nos invita a entrar en las
dialécticas que alimenta.
El universo artístico de Paula Vincenti es
un grito rosa fucsia, un pellizco de sonrisas, cartelería que nos invita a
tomar otra puerta, gestos al papel de la mujer, al adoctrinamiento del camino
de baldosas amarillas de los cuentos de toda la vida, que nos marca con líneas
discontinuas pero muy continuas por dónde es adecuado que sigamos caminando, de
forma que la consciencia de la realidad nos haga posible subvertirla si ese es
nuestro deseo. Y nos hace fijarnos en la tiranía de la estética en la mujer, en
la maldición que nos acerca al jarrón decorativo, al objeto.
Vincenti habla de la mujer, porque puede,
pero también habla del ser humano, igualmente porque puede, del ser humano en
su lugar, en el nuestro, y lo hace desde las prisas, el consumismo, la invasión
intelectual de los medios de comunicación. En gran parte de su obra, Paula
produce un encuentro entre los mensajes y su figurativismo surrealista y simbólico,
obras de acrílico y tinta china al
servicio de versos de canciones de los Beatles o mensajes directos que pueden
servir de llave para crear una de sus obras o ser la obra.
Think Less, por ejemplo, es una instalación
en el que las grafías toman espacio ilustrativo, lienzo monotema que se extiende
visualmente a una cama en la que se piensa menos, un diván oximorónico con
intenciones de no tener intenciones. En el Amàre el comisariado ha tenido a
bien transportar esta instalación a la entrada de ascensores de la planta baja,
cerca del diván, en un comisariado ingenioso que de igual manera se extiende a
escalera llenando todo el espacio de, “El Mundo como yo lo Veo”, así se llama
la muestra, y es el mundo como lo ve Paula Vincenti y como tiene la generosidad
de compartirlo con todos nosotros. Conciencia a través de impulsos lúdicos, un buen
recurso Paula.
Fotografías de José A.
Correa
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