El especial espacio
expositivo fuengiroleño muestra hasta el 4 de febrero la sensibilidad artística
de Margarita Román, marcada por los impactos de abigarradas figuras impresionistas
dispuestas en un orden germánico y que nos advierten de la profundidad de
pensamiento de la autora que se debate entre la tradición y la creatividad más
emotiva.
La Galería de Arte
León Markadian de Fuengirola es una gran sala diáfana que acoge las colecciones de artistas más heterogéneos
y que se transforma en lugar de representaciones teatrales para aprovechar un
espacio que hierve de inquietudes artística.
Margarita Román y su
nueva colección llena vigorosamente las paredes de este centro cultural hasta
el mes de Febrero. La maestra, formada en todo tipo de técnicas pictóricas y
escultóricas, nos atrae como péndulo hacia sus lienzos y esculturas, capturándonos
en fases que sacan lo más positivo, lo más sensible, lo más fuerte y reflexivo
de nosotros.
La Román que es una
gran amante de la música consigue el fenómeno de la armonía en bosques
subversivos y agitados, árboles con hojas o sin ellas en los que las ramas
emergen crispadas y con aspiraciones elevadas, en una fotografía del alma
inconformista de la pintora.
Otro carácter singular
de la autora es la utilización del color que produce admiración hasta que la
saturación y contraste te hace pensar que no están dispuestos sólo de una
manera estética, sino que manifiestan la poliédrica espiritualidad y la lucha
interna que Margarita sufre ante los peligros de esta manera que tenemos de
vivir el mundo.
El caso es que ella lo que pretende es provocar contemplación y admiración por este entorno que nos ha sido dado. Estudiar su desarrollo, su transformación, la plenitud de la vida, la fuerza que emerge y pide un espacio porque sabe de su belleza. Margarita siente que la existencia de la naturaleza tiene un paralelismo con el ser humano que se arraiga, que evoluciona, que necesita libertad y respeto para crecer. La sola presencia de la belleza, del color, de la armonía, es una llamada de atención hacia su necesidad de ser preservada. Como ven no es sólo un paisaje o una escena costumbrista.
La obra de Margarita
es vitalista, colorista, muy equilibrada y torturada a ratos. Es un
caleidoscopio de emociones humanas que esta mujer sensible sabe sacar a través
de sus manos moldeadoras o pintoras. La colección que en esta ocasión ha traído
la Román está realizada con diferentes técnicas desde el acrílico u óleo hasta
el polvo de bronce o la marmolina, herramientas que utiliza para regalarnos
cielos, figuras humanas y paisajes que hablan con un lenguaje casi musical con
sus allegros o andantes en una suerte de adagio vital.
El conjunto de pequeñas esculturas hacen una colección deliciosa en la que la sutilidad, la elegancia, la atención a los valores más elementales, las vivencias, de nuevo el amor por la vida y su preservación como tesoro divino no pueden por menos que emocionarnos.
La sensibilidad y
formación de la autora se refleja en los exquisitos jaikus que
acompañan a sus obras. El haiku o jaiku en español es una forma de poesía
tradicional japonesa. Consiste en un poema breve, generalmente formado por tres
versos de cinco, siete y cinco moras respectivamente, las moras japonesas
suponen sílabas en nuestro idioma.
Felicidades a la
Galería por su labor en pro de la difusión de la cultura y de un ocio
alternativo que además de entretener tenga un carácter transformador. Y
enhorabuena a Margarita que siempre nos sobrecoge y nos provoca sentimientos de
esos que muestran que aún estamos vivos.
Texto y maquetación de Ana E.Venegas
Fotografía de José A.Correa
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