Hace ya algunos años que seguimos al
escultor por las exposiciones donde se prodiga, por su obra, su amistad y
conversación. Forma parte de un grupo de artistas costasoleños que, sin proponérselo,
ponen por encima a la persona, la colaboración y el apoyo a las artes y a sus
compañeros artistas. Por este motivo, nos hemos desplazado a su casa-finca-universo,
entre Marbella y Estepona, en una ladera suave que le da al artista horizontes
suficientes para creer que todo es posible y seguir en la lucha.
Félix es un hombre poco convencional, un
artista que lo fue desde niño pero que descubrió lo que podía expresar con la
mise-en-scène de sus artísticos bufés en los establecimientos de restauración
en los que trabajó y los que regentó. Esta inquietud, lo llevó por los
derroteros de búsquedas de materiales y técnicas, maderas, metales, arcillas, poliéster,
poliuretanos, huesos, dientes, materiales de reciclaje, todo le puede resultar
útil. Por eso, Martín tiene de todo en sus almacenes, eso sí, muy bien ordenado,
como el depósito de un buen hotel, listo para ser usado.
Nada más entrar en su finca, empiezan a sorprenderte
obras terminadas por todas partes, suelos, paredes, caminos, árboles, dentro y
fuera de las dependencias, en una suerte de Museo vivo que fluctúa, si hay
obras en alguna exposición y las que se suman, las que va acabando en su vorágine
de un tiempo que parece que en él se dobla y redobla dando espacio para una
gran cantidad de actividades incluida la atención a su familia.
Una vez me dijo un gran artista que si
quiero saber si un artista es artista de verdad debía ver su taller. Lo que
tiene Félix es un despropósito maravilloso de herramientas, de máquinas de corte,
hornos de fundición, todo en su sitio, todo señalado, paredes y paredes de
objetos que son una belleza en sí y que crean una atmósfera muy creativa con su
colocación ordenada. No puedo pasar por alto la impresión que me causaron los
materiales de modelado y vaciado, arcillas, arenas moldeables, escayolas, ceras,
marmolinas, en fin, de todo lo que se pretenda.
Paseamos entre mujeres desnudas, “mujeres
raras”, como les llama de manera irónica el propio escultor, curvas sensibles,
a veces desestructuradas, a veces alargadas, estilizadas, todo tipo de mujeres,
un elemento imprescindible del universo del artista, fértiles, acogedoras,
llenas de suavidad y calor, sitio de recreo y de vida, lugar para la
creatividad y la imaginación. Durante el paseo pudimos disfrutar de caballos,
burros, gallinas exóticas de los lugares más remotos, patos extrañísimos, palomas
increíbles, columbas con jerséis de cuello vuelto o botas como trotones,
cobayas, conejos, faisanes de la India, un auténtico abrazo abrumador para los
sentidos.
Entre mujeres raras, higueras, aguacates,
caquis y productos de la huerta conseguimos maravillarnos con otro de los
motivos que Félix Matín recrea sin descanso, toros, animales fuertes,
indomables, libres, abstracciones con las que el artista va experimentando
hasta conseguir lo mínimo que se despacha en toro y que nos deja por el camino
trazos de metal, de madera, de cualquier material de gran belleza, porque al
autor lo que le gusta y le mueve es el toro, el toreo no lo trata ni lo sigue,
no le motiva la pelea, es ese animal fuerte, el indómito el que anhela, Freud
persigue el inconsciente de este hombre en su madurez.
Todos los animales que tiene Félix están
limpios, tienen ecosistemas suficientes, con charcas, espacios de sombra,
refugio y descanso. Las palomas son liberadas todos los días para que vuelen,
para que hagan ejercicio y no pierdan la esencia de su ser. Asistimos a uno de
los espectáculos más emotivos que he visto en mi vida: El escultor abrió las
puertas a las palomas y decenas de ellas salieron de sus dependencias elevando
el vuelo mostrándose sobre nosotros en bandadas de razas heterogéneas. Una gran
metáfora, a Martín le apasionan las metáforas y es otra de los grandes temas
que acomete, en sus esculturas e instalaciones, todas tienen que ver con los
derechos, con la dignidad del ser humano, con la ironía fina y divertida contra
las decisiones de los políticos y del poder económico.
Pasamos también por su biblioteca, dividida en los apartados de gastronomía, arte, política y narrativa, entre esculturas, objetos reconvertidos como en el más auténtico “ready made” de Duchamp, sus cuadros que son estudios de sus trabajos escultóricos pero que a mí me gustan por sí mismos, y sus ensayos sobre colombofilia y el nuevo diccionario que está preparando sobre términos de este tema. Allí pudimos disfrutar de algunas de sus esculturas de instrumentos musicales imposibles, picassianos, surrealistas, narrativos.
Nos invitó a desayunar manteca colorá de
solomillo hecha por él mismo, nos regaló una instalación maravillosa sobre una
tabla que colgará de una pared fuerte de mi casa y nos despidió con esa mirada cristalina
de unos enormes ojos verdes que no han perdido la condición de juventud curiosa
y emprendedora. La que nos regala una obra elegante, sensible, metafórica,
conceptual y comprometida ¡Félix!, ¡es que no nos queda más remedio que
quererte.
Fotografía de José A.Correa
el inconciente persigue siguiendo a Freud a este artista en sí mismo,en ´sí,por ello nos persigue a todos nosotros en su síntesis de Verdad y Poesía.Patricia Rivera Armesto.
ResponderEliminarEs también un creador-observador de Vida,felicitaciones don Félix!Patricia Rivera.
ResponderEliminarCuando te envuelves de voluntad creativa, sencillez y humildad nace lo bello.
ResponderEliminarSalud y suerte amigo Félix Martín Vilchez
Magnífico reportaje sobre un gran Artista
ResponderEliminarMe ha gustado este ecléctico artista y el trabajo de la reportera y su fotógrafo... Enhorabuena a los tres.
ResponderEliminar