La Asociación
de Mujeres Universitarias de Marbella ha leído y trabajado sobre esta novela extraordinaria
por su forma, muy inquietante, y por su contenido, una visión de la durísima
vida del campo desprovista de artificios intelectuales o emocionales pero que
no envidia la podredumbre moral que puede surgir en un ecosistema refinado.
La mayor parte
de las socias de AMUM quedaron fascinadas por la historia de una niña
diferente, albina y coja, rebelde e inteligente, sensible y decidida que cuenta
lo que cuenta porque puede, porque ha aprendido a escribir hasta el punto de
poder comunicarse. Y lo hace desde la inocencia y desde la estructura y el
estilo de alguien que acaba de aprender a hacerlo, lo hace desde la decisión
que le da tener una herramienta para contar la verdad, desde la autoridad que
da la palabra escrita.
Es verdad que
para conseguir ver esta luz de satisfacción, la obra nos trasmite momentos de
gran dureza y un final que algunas tertulianas consideraron sin esperanza. Pero
también muy lleno de interés porque gracias a esta chica diferente, una flor
que de repente nace en un prado quemado, conocemos la situación de las familias
que viven en el campo trabajando de sol a sol, sin días de descanso, sin
educación que les permita la ilusión de salir de ese entorno, con creencias que
perpetúan el status quo, la religión, el respeto inamovible a la figura paterna
que los posee a todos como fuerza de trabajo, que los dirige a base de golpes e
insultos y que además maldice en voz alta su suerte por no haber concebido
hijos varones que sí que son fuertes para la producción. También podemos
disfrutar de las cosas sencillas, del canto de los pájaros, del calor de la
vaca, de la seguridad que da dormir dos en una cama, de la relación con los
abuelos, de la simpleza de sabores de una manzana rallada en un pan, de la
seguridad que puede dar el olor a caca y que desde nuestro siglo XXI y país del
primer mundo no comprendemos, pero que es olor pegado al ser vivo.
Y gracias a
ella, también conocemos a los que viven arriba, aquí sin metáfora y con ella.
La clase social de nacimiento puede permitirle a uno estudiar en la
universidad, ser tratado con dignidad, pero también permite el uso del poder
sobre jovencitas que entregan su sexualidad a hombres por el hecho de haberse
fijado en ellas, por promesas incumplibles o por la fascinación al poder. Y
desde luego, descubrimos el horror en el acto malvado del que puede, del que
tiene una posición social, dinero, o posee el tesoro del alfabetismo que en
este caso es moneda preciada para la niña, letras por sexo, sexo vil y
pederasta, sexo de un hombre de Dios sin Dios. Ese sexo que por otra parte se
ha tomado siempre de las más vulnerables, recordemos que hasta hace poco estaba
en vigor el derecho de pernada en lugares como el Ducado de Medina Sidonia,
aunque ya no se usara, porque el que tiene el poder hace lo que quiere puede
hasta no hacer uso de él.
La lectura de
esta obra es fácil y apasionada, porque te atrapa la forma en que está escrita.
Es engañosamente simple, pero subyacen temas morales de envergadura además de
un retrato social propio del final del siglo XIX del campo menos lírico. En la
traducción de Mariano Peyrou es evidente la urgencia, pero en la versión en
inglés es aún más secuestrante, ya que la reiteración de la conjunción “and”, y
y y en español, causa mucha más vibración en el abdomen y cuando te das cuenta,
estás completamente involucrada en la angustia. En la cuestión formal, no
utiliza mayúsculas, la chica no aprendió tanto como para tener un estilo
correcto y sus frases son cortas y llenas de una sinceridad propia de la niñez,
esta comprensión de la protagonista por parte de la autora nos pareció una
genialidad. La obra es descriptiva, una metralleta de los sucesos que
ocurrieron con descripciones bucólicas y del ámbito del cuerpo de casa incluso,
de cierto valor estético.
Distinguimos
dos partes, la primera llena de esperanza, dentro de la dureza, en la que la
esposa está enferma y aprecia la diversidad y rebeldía oral de la niña y una
segunda, triste, desesperanzada en la que se va anticipando un destino
irrevocable hacia el abuso sexual, y que aún empeora con el desenlace, aunque
tenga un punto poético de justicia. Un
punto poético que nos saca media sonrisa de la que no estar muy orgullosa ya
que son muchas las mujeres que siguen sufriendo abusos, muchas niñas inocentes
en estos tiempos en los que incluso apreciamos un grave retroceso en los
derechos de las mujeres en muchos lugares del planeta, como en la Rusia de
Putín en la que este año ha habido más de diez mil mujeres muertas por
violencia de género, como dijo una socia. Pero estos movimientos reaccionarios
tienen su contrapartida en el resurgimiento del feminismo, mujeres y hombres
que no se resignan a vivir en una sociedad injusta.
Vimos también
una analogía musical con las Cuatro Estaciones de Vivaldi, ya que la obra
transcurre en un año en el que los capítulos son las estaciones, y hubo quien
distinguió cierta dureza en algunos pasajes que recordaban los truenos que
parecen surgir de la obra del famoso compositor.
La niña es
narradora de los hechos, los que ha vivido y los que escribe porque puede,
porque ha aprendido la herramienta de poder, poder para poder dejar la verdad
escrita, así es como se sustentan las verdades, en La Biblia, en los libros de
ciencias, en los contratos. Y sólo nos cuenta una mentira, una que desvela al
final, una mentira piadosa para rebajar el dolor que sentimos hacia ella, no
está escribiendo en una habitación con ventana desde la que ve el jardín, está
en una celda oscura y sin ventilación, pero no hay quien pueda quitarle su
ventana, porque está en ella y porque ha escrito sobre ella, sobre la luz, el
aire, los pájaros y la belleza de la vida que nos ha dado Dios, no la que han
reconvertido algunos hombres.
La chica sale del círculo con una ventana a
la cultura y a la capacidad crítica, aunque no sería realista que hubiera hecho
estudios universitarios, sale para desaparecer y se lleva consigo a su hijo, un
tema que nos hizo discutir si es mejor no nacer o nacer en determinadas
circunstancias penosas.
¿Tan importante
es saber escribir, que la niña permite el abuso sexual para tener la
contraprestación del alfabetismo? Pues en mi opinión hay que caminar un buen
rato con los zapatos de alguien como la protagonista para atreverse a juzgar,
pero como comentaron las socias, además a Mary la sostenía la promesa que le
había hecho al abuelo, al que adoraba y que es como ella una rara avis,
conversador, sensible a la belleza y orgulloso de la superación y el esfuerzo
diverso. Un ser que nos hace sufrir porque es abandonado en una almacén de
manzanas, porque la prioridad no es la persona, sino el trabajo, la cosecha,
quitar las piedras de un terreno para tener más espacio que sembrar, y no es
una maldad, es la vida incómoda y dura del campo, de una época donde los padres
eran Dios en las casas y nadie osaba llevarles la contraria porque siempre
había sido así, igual que los golpes y los insultos y las humillaciones, no
eran tiempos de motivación ni de autoestima y como dice la madre “la felicidad
nunca le ha hecho bien a nadie”.
Esta obra nos
ha producido muchas emociones, casi todas terribles y nos ha recordado a
aquellas que se nos instalaron con “El Color Púrpura” y “El Cuento de la
Criada”. ¡Cuanto trabajo nos queda por hacer!
El próximo mes
nos reuniremos tendrá lugar el lunes 18 de marzo a las 18:30 horas, como
siempre en el Marbella Club. Conversaremos sobre un libro estupendo, Pedro
Páramo, del mexicano Juan Rulfo (Editorial R. M. Verlag, 2005, 136 páginas). La
calidad de la obra nos llevará sin duda alguna a un más que interesante debate.
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