viernes, 22 de febrero de 2019

“Del Color de la Leche” de Nell Leyshon análisis AMUM


Resultado de imagen de del color de la leche    La Asociación de Mujeres Universitarias de Marbella ha leído y trabajado sobre esta novela extraordinaria por su forma, muy inquietante, y por su contenido, una visión de la durísima vida del campo desprovista de artificios intelectuales o emocionales pero que no envidia la podredumbre moral que puede surgir en un ecosistema refinado.

    La mayor parte de las socias de AMUM quedaron fascinadas por la historia de una niña diferente, albina y coja, rebelde e inteligente, sensible y decidida que cuenta lo que cuenta porque puede, porque ha aprendido a escribir hasta el punto de poder comunicarse. Y lo hace desde la inocencia y desde la estructura y el estilo de alguien que acaba de aprender a hacerlo, lo hace desde la decisión que le da tener una herramienta para contar la verdad, desde la autoridad que da la palabra escrita.

Resultado de imagen de del color de la leche    Es verdad que para conseguir ver esta luz de satisfacción, la obra nos trasmite momentos de gran dureza y un final que algunas tertulianas consideraron sin esperanza. Pero también muy lleno de interés porque gracias a esta chica diferente, una flor que de repente nace en un prado quemado, conocemos la situación de las familias que viven en el campo trabajando de sol a sol, sin días de descanso, sin educación que les permita la ilusión de salir de ese entorno, con creencias que perpetúan el status quo, la religión, el respeto inamovible a la figura paterna que los posee a todos como fuerza de trabajo, que los dirige a base de golpes e insultos y que además maldice en voz alta su suerte por no haber concebido hijos varones que sí que son fuertes para la producción. También podemos disfrutar de las cosas sencillas, del canto de los pájaros, del calor de la vaca, de la seguridad que da dormir dos en una cama, de la relación con los abuelos, de la simpleza de sabores de una manzana rallada en un pan, de la seguridad que puede dar el olor a caca y que desde nuestro siglo XXI y país del primer mundo no comprendemos, pero que es olor pegado al ser vivo.

Resultado de imagen de del color de la leche    Y gracias a ella, también conocemos a los que viven arriba, aquí sin metáfora y con ella. La clase social de nacimiento puede permitirle a uno estudiar en la universidad, ser tratado con dignidad, pero también permite el uso del poder sobre jovencitas que entregan su sexualidad a hombres por el hecho de haberse fijado en ellas, por promesas incumplibles o por la fascinación al poder. Y desde luego, descubrimos el horror en el acto malvado del que puede, del que tiene una posición social, dinero, o posee el tesoro del alfabetismo que en este caso es moneda preciada para la niña, letras por sexo, sexo vil y pederasta, sexo de un hombre de Dios sin Dios. Ese sexo que por otra parte se ha tomado siempre de las más vulnerables, recordemos que hasta hace poco estaba en vigor el derecho de pernada en lugares como el Ducado de Medina Sidonia, aunque ya no se usara, porque el que tiene el poder hace lo que quiere puede hasta no hacer uso de él.

    La lectura de esta obra es fácil y apasionada, porque te atrapa la forma en que está escrita. Es engañosamente simple, pero subyacen temas morales de envergadura además de un retrato social propio del final del siglo XIX del campo menos lírico. En la traducción de Mariano Peyrou es evidente la urgencia, pero en la versión en inglés es aún más secuestrante, ya que la reiteración de la conjunción “and”, y y y en español, causa mucha más vibración en el abdomen y cuando te das cuenta, estás completamente involucrada en la angustia. En la cuestión formal, no utiliza mayúsculas, la chica no aprendió tanto como para tener un estilo correcto y sus frases son cortas y llenas de una sinceridad propia de la niñez, esta comprensión de la protagonista por parte de la autora nos pareció una genialidad. La obra es descriptiva, una metralleta de los sucesos que ocurrieron con descripciones bucólicas y del ámbito del cuerpo de casa incluso, de cierto valor estético.

    Distinguimos dos partes, la primera llena de esperanza, dentro de la dureza, en la que la esposa está enferma y aprecia la diversidad y rebeldía oral de la niña y una segunda, triste, desesperanzada en la que se va anticipando un destino irrevocable hacia el abuso sexual, y que aún empeora con el desenlace, aunque tenga un punto poético de justicia.  Un punto poético que nos saca media sonrisa de la que no estar muy orgullosa ya que son muchas las mujeres que siguen sufriendo abusos, muchas niñas inocentes en estos tiempos en los que incluso apreciamos un grave retroceso en los derechos de las mujeres en muchos lugares del planeta, como en la Rusia de Putín en la que este año ha habido más de diez mil mujeres muertas por violencia de género, como dijo una socia. Pero estos movimientos reaccionarios tienen su contrapartida en el resurgimiento del feminismo, mujeres y hombres que no se resignan a vivir en una sociedad injusta.
    Vimos también una analogía musical con las Cuatro Estaciones de Vivaldi, ya que la obra transcurre en un año en el que los capítulos son las estaciones, y hubo quien distinguió cierta dureza en algunos pasajes que recordaban los truenos que parecen surgir de la obra del famoso compositor.

Resultado de imagen de del color de la leche    La niña es narradora de los hechos, los que ha vivido y los que escribe porque puede, porque ha aprendido la herramienta de poder, poder para poder dejar la verdad escrita, así es como se sustentan las verdades, en La Biblia, en los libros de ciencias, en los contratos. Y sólo nos cuenta una mentira, una que desvela al final, una mentira piadosa para rebajar el dolor que sentimos hacia ella, no está escribiendo en una habitación con ventana desde la que ve el jardín, está en una celda oscura y sin ventilación, pero no hay quien pueda quitarle su ventana, porque está en ella y porque ha escrito sobre ella, sobre la luz, el aire, los pájaros y la belleza de la vida que nos ha dado Dios, no la que han reconvertido algunos hombres.

        La chica sale del círculo con una ventana a la cultura y a la capacidad crítica, aunque no sería realista que hubiera hecho estudios universitarios, sale para desaparecer y se lleva consigo a su hijo, un tema que nos hizo discutir si es mejor no nacer o nacer en determinadas circunstancias penosas.

    ¿Tan importante es saber escribir, que la niña permite el abuso sexual para tener la contraprestación del alfabetismo? Pues en mi opinión hay que caminar un buen rato con los zapatos de alguien como la protagonista para atreverse a juzgar, pero como comentaron las socias, además a Mary la sostenía la promesa que le había hecho al abuelo, al que adoraba y que es como ella una rara avis, conversador, sensible a la belleza y orgulloso de la superación y el esfuerzo diverso. Un ser que nos hace sufrir porque es abandonado en una almacén de manzanas, porque la prioridad no es la persona, sino el trabajo, la cosecha, quitar las piedras de un terreno para tener más espacio que sembrar, y no es una maldad, es la vida incómoda y dura del campo, de una época donde los padres eran Dios en las casas y nadie osaba llevarles la contraria porque siempre había sido así, igual que los golpes y los insultos y las humillaciones, no eran tiempos de motivación ni de autoestima y como dice la madre “la felicidad nunca le ha hecho bien a nadie”.
    Esta obra nos ha producido muchas emociones, casi todas terribles y nos ha recordado a aquellas que se nos instalaron con “El Color Púrpura” y “El Cuento de la Criada”. ¡Cuanto trabajo nos queda por hacer!

    El próximo mes nos reuniremos tendrá lugar el lunes 18 de marzo a las 18:30 horas, como siempre en el Marbella Club. Conversaremos sobre un libro estupendo, Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo (Editorial R. M. Verlag, 2005, 136 páginas). La calidad de la obra nos llevará sin duda alguna a un más que interesante debate.

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