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Los "débiles del salón" son víctimas de acoso en el aula
Basyl MacíasTres días necesitó Elena Segovia de Terán para recuperarse emocionalmente y redactar una carta dirigida a la dirección del liceo donde estudia su hijo de 14 años de edad, luego que éste le confesara ser víctima de una situación de acoso físico, verbal y psicológico por parte de uno de sus compañeros de aula.
Un maltrato idéntico reciben de este joven acosador, otros alumnos que al parecer se niegan a aplaudir sus reiterados episodios de sometimiento, a quienes considera los "débiles del salón", aprovechando la ausencia del docente o en horas del recreo.
En la carta describe que lo ocurrido fue la gota que derramó el vaso, y manifiesta que éste, aparte de ser un caso más de violencia escolar, pudiera estar comprometiendo el futuro de ambos adolescentes, su salud emocional, incluso la paz familiar y la de terceras personas.
Este es sólo uno de los casos de violencia escolar que todas las semanas son denunciados ante la oficina de la ONG No permitas malos tratos, en Valencia. En el período enero-octubre 2010 atendieron 165 casos de abuso a niños, niñas y adolescentes; y entre noviembre de 2010 al 20 de enero de 2011, 56 casos.
"Sabemos que este fenómeno social de hostigamiento entre escolares en el aula, afecta a todo el mundo; y que los niños o adolescentes que presencian acosos a otros compañeros, temen hablar sobre el asunto y comunicarlo a los adultos, por miedo a represalias personales", advierte Mayela Carrillo, presidenta de la ONG No permitas malos tratos.
En el período entre octubre 2008-septiembre 2009, en el país se registraron 3.231 casos sobre violencia contra niños, niñas y adolescentes, de los cuales 26,25% corresponde a violencia escolar, según el informe "Inseguridad Violencia en Venezuela, de editores Roberto Briceño, Olga Avila y Alberto Camardiel.
Identificar los casos
La violencia escolar es toda acción de un miembro de la comunidad educativa que busque producir dolor a otro (físico o/y emocional), u ocasionar daño a instalaciones o cosas (vandalismo).
Acoso escolar o en el aula, consiste en la exposición de un estudiante, en forma repetida en el tiempo, a acciones negativas que causen daño o incomodidad por parte de otro o varios estudiantes, afirma la defensora de Derechos Humanos.
Poca ayuda de los adultos
Mayela Carrillo sostiene que existe una tendencia general entre los adultos a descalificar el problema o a esperar más de los niños y jóvenes, de lo que efectivamente pueden hacer por sí mismos para lidiar con el hostigamiento. Hacen afirmaciones como: "es que los niños son crueles", "todos hemos pasado por eso", "les forma el carácter", "los niños tienen que aprender a resolver sus propios problemas". Esto ha contribuido a perpetuar el problema.
La escuela es una comunidad que se construye a través de tres factores básicos: alumnos, profesores y familia. De ahí que el programa de intervención debe involucrar a estos tres sectores.
El objetivo irrenunciable debe ser lograr un ambiente de paz y seguridad en los centros educativos y en su entorno, donde puedan formarse y socializarse adecuadamente. Debemos evitar resignarnos a aceptar la existencia de prácticas de acoso o matonismo entre nuestros hijos, como algo inherente a la vida de los centros escolares e institutos.
Elena de Terán al final de la carta exhorta a la institución educativa, en procura de la tranquilidad emocional, espiritual y psicológica de su hijo, a aplicar de inmediato los correctivos necesarios a las que hubiere lugar, para remediar esta problemática.
El agresor
Los agresores típicos tienen un modelo de reacción agresiva que puede estar combinado con fortaleza física (predominantemente cuando se trata de varones). Esto lo vemos en el hostigamiento que existe un desbalance de poder en la relación. El agresor puede ser más grande, fuerte, hábil verbalmente, de diferente raza o sexo, o parte de una pandilla. No es una relación entre iguales.
Hay una intención deliberada de hacer daño, no es un evento único, se repite, no es un incidente de agresión por un asunto específico, ni una respuesta impulsiva y esporádica.
Carrillo sostiene que las acciones de los profesores pueden resultar insuficientes para detener el hostigamiento entre estudiantes en las escuelas.
La víctima
Los niños o jóvenes pueden ser victimizados por distintas razones, como: su apariencia física, determinados manerismos o movimientos, por mostrar algún tipo de dificultad (académica, social, motriz, sensorial, de lenguaje), enfermedad crónica, por ser percibidos frágiles emocionalmente, por ser exitosos académicamente o en otros ámbitos o simplemente por no calzar dentro del grupo.
Pueden ser niños o jóvenes con debilidad física (muy flacos, muy gordos). Las víctimas típicas son alumnos más ansiosos e inseguros que el resto. Cuando se sienten atacados pueden tender a reaccionar llorando o alejándose. Actitud sumisa y pasiva que genera en otros señales de blanco fácil. Muestran inadecuadas estrategias de afrontamiento.
Estos tratan de mantenerse cerca de un adulto durante el recreo. Pertenecen a familias con patrones de crianza inadecuados: sobreprotección, indiferencia, pobre comunicación. Estos pueden identificarse como víctimas pasivas. Otro tipo de víctimas son las activas o provocadoras. Se comportan de forma que causan tensión e irritación a su alrededor. Algunos son muy intranquilos, hiperactivos, impulsivos y ansiosos y su conducta puede provocar a muchos alumnos de la clase.
Acoso físico y verbal
Acoso físico, es cuando se le hace daño físico a una persona o a su propiedad. Incluye (pegar, empujar, escupir, dar lepes, coquitos, torcer un brazo, destruir la propiedad personal, artículos deportivos, ropa de la víctima, herir con un arma, abusar sexualmente, entre otros).
Acoso verbal, (es el más utilizado de todos, quizás porque no deja huellas y puede pasar fácilmente desapercibido por los adultos), consiste en insultos, burlas, sobrenombres, decir groserías, calumniar, esparcir rumores o chismes que generen rechazo, comentarios racistas o sexistas, xenofóbicos, criticar a la gente que es o luce diferente, asustarlos, humillarlos o herir sus sentimientos de cualquier forma. Este acoso verbal puede realizarse o bien en persona, por teléfono o incluso mediante Internet (mail, chats).
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