miércoles, 17 de septiembre de 2014

Rosario Olarte expone en Marbella

  Esta mañana he visitado el taller de Rosario Olarte en Marbella. Con la excusa de hablar sobre la muestra expuesta en el Cortijo Miraflores me he adentrado en el universo de pigmentos, barnices, maderas, metales y cachivaches a la espera de un destino mítico, inmortalizados  tras pasar los filtros físicos y psíquicos de la artista.

    Obras suyas mezcladas con las esculturas e inventos imposibles de su hermano, el peculiar personaje ya desaparecido Manuel Olarte.  Péndulos preciosos magnetizados que hacen mover otros mecanismos, “la máquina de las bulerías” o la antena para ponerse en contacto con los extraterrestres se asientan en espacios más que productivos, expositivos, de manera que esta estética del todo vale produce un conjunto de realismo mágico reforzado por el patio interior donde las plantas llegan y se desarrollan con increíble exuberancia de tamaño y color.

    Las arcadas acristaladas proporcionan un luz natural envidiable para cualquier pintor y Charo lo aprovecha para sacar los matices más dorados a sus últimos lienzos, ahí en semejante claridad, la artista cubre de oro sus lienzos, tras escribir en ellos el título o efecto que desea en ellos, luego da pigmentos, en el caso del que estaba en la mesa de trabajo, al óleo, cuyo brillo a mí me sigue gustando más que el acrílico, finalmente y creando con trozos de tela de algodón, consigue sacar las capas más profundas en una suerte de escultura ya que no pone pigmentos en su fase creativa sino que los quita produciendo escenas naturales, con ambientes simbólicos y atmósferas modernistas  cuya fase negativa queda reflejada en los trapos blancos, estas telitas están empezando a ser la obsesión de la Olarte. Estas manchas accidentales conforman una gran parte de su obra ambientada en New York expuesta con el título de Hot Chocolat”, sirviendo para simbolizar los distintos barrios de la gran urbe, elegidos de manera intuitiva y emocional y montándolos en instalaciones con diferentes arreglos y luces.


    Como bien dice el Director del CAC Fernando Francés, Rosario Olarte, su imagen, el color de su piel, el brillo aceitunado de sus grandes ojos, su envergadura y su melena blanca, ella, es su mejor obra y aunque él considera que podría ser un monstruo de la performance en mi opinión su obra se hace superlativa con su estética y su imagen cobra sentido junto a sus creaciones.

    El día de la presentación Charo creó un diálogo con sus instalaciones, formadas por lienzos más o menos figurativos, simbólicos, con la belleza de sus manchas accidentales reconvertidas en Queens, Brooklyn o la orientalista visión de China Town, su silla, su ropa propia de cada trabajo, sus materiales y sus libros que le ayudan a mantener la mente en constante movimiento, sin permitir que se obture con un pensamiento recurrente que le impida crear libremente.

    Charo es un ser de espiritualidad práctica, su profundidad le da cimientos suficiente para tener protocolos de evasión preparados, como la gran sala de experimentar a modo de diván y con paredes desnudas, donde se somete al vacío físico para permitir el razonamiento creativo. Consigue meterse dentro de las obras y el ejemplo más patente es el gran formato que se exhibe en dos tablas de la ciudad de Nueva York, cualquiera podría pensar que es un paisaje al aire libre y nada más lejos de la realidad, la Olarte escribió en el lienzo en blanco que iba a pintar la ciudad que ella deseaba y a partir de un fotograma de King Kong centró una primera línea de edificios y el Empire State Building, de ahí y siguiendo la linealidad que permite la cuadrícula de la ciudad, ha inventado una sucesión de edificios, de colores amables, cálidos, de estética pop y un poco naïf, que limitan con el Hudson y se difuminan allí en Jersey, perdiendo nitidez y distinguiendo una gran profundidad. En una época dura de su vida y antes de haber visitado New York, Rosario Olarte creó este paraíso urbano de colores y líneas, entre las que se escondía, se instalaba y construía por horas edificios inventados a su gusto que finalmente todos reconocemos como Manhattan Norte.

    “Beauty” es la obra ante la que se sitúan los objetos y herramientas con los que la pintora trabaja, su silla, sus pinturas, bajo un lienzo simbolista, donde una escalera asciende a los recuerdos, formados por sus ciudades preferidas y un ojo, el ojo todopoderoso de la memoria.    

    “Sin ti se me Acumulan los Hierros” es un guiño a la obra en metal de su desaparecido hermano y el sentimiento de desorden ante su ausencia.  Su imagen de “La mujer que Extrae los Hilos”, perturba por su mirada altiva y aguda, no así la colección de verdes de Central Park, pero así es Charo, profunda, aguda, sensible, divertida, sabia, lo suficientemente libre y una anfitriona de matrícula de honor, gracias por acogerme en tu Paraíso.



    No se pierdan la exposición en la que la Olarte traslada su estudio y su estética personal a la sala de arriba del Cortijo Miraflores de Marbella, disfruten y sean conscientes de que están ante la obra excepcional de un ser excepcional.

Ana E.Venegas 


2 comentarios:

  1. Querida Ana.
    Me encanta la sensibildad artística con la que escribes, y si es de
    nuestra Charo Olarte, ya ni te digo.
    Un beso muy fuerte.
    ¿Nos vemos en lo de Francis? ...
    Jajajja
    C.

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  2. Como siempre, en Marbella no se entera uno de los acontecimientos que hacen referencia a las artes plásticas, pero gracias a tí Ana. he podido visitar la muestra de Charo. Enhorabuena a las dos. Un abrazo. Felipe.

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