es una excusa y sarcasmo, una tomadura de pelo al género de espías para
hacer un homenaje a la literatura, la poesía y la narrativa, demostrando la obsesión
que tenemos por ella los que quedamos atrapados en algún momento de nuestra
vida para permanecer junto a ella sin
solución por muchos tratamientos de descodificación que hagamos.
Serena tiene la misión de conseguir adeptos
para un programa del MI15, una suerte de estrategia de control de la
intelectualidad para asegurarse mediante subvención de los artistas que no se criticara
al sistema capitalista, ya que por la práctica se comprende que en los países
de la Alianza Atlántica, los conceptos de libertad e igualdad son más profundos
que en los Comunistas. Y es que eran los tiempos de la Guerra Fría y los dos
bandos se espiaban, se ponían zancadillas y estaban en una lucha que
sobrepasaba el fortín armamentístico.
Por razones más bien del azar amatorio que
por la pura y profunda elección de una candidata, la protagonista, una mujer
con un autor a la espalda, un ser masculino intentando interpretar y reflejar
un personaje femenino, con sus dificultades, la protagonista, es propuesta para
esta labor de prospección que provocará no pocos conflictos morales, por el
intento de manipulación del pensamiento intelectual y por el secretismo dentro
de la pareja ya que Serena se enamora de uno de los escritores fichados para la
operación Dulce, debiendo ocultar el propósito de los emolumentos gratis total.
La obra no tiene tiros ni intrigas a lo Graham
Green, nada que ver con 007, las de Rudyard
Kipling, Frederick Forsyth Carré o Deighton, la trama de espionaje más bien es una burla, tan nimia,
tan absurda, aunque posible, pero intrascendente que el grueso del valor de la
obra está en el tratado sobre poesía y narrativa, autores contemporáneos y
clásicos, particularidades de las obras, la estética del amontonamiento de
libros y la deglución de ellos, las bibliotecas, las librerías como escenarios
románticos, las cenas con caldos y manjares propios de sibaritas donde la
protagonista es la letra con objetivos de ficción, de expresión de
sentimientos, de la belleza. La belleza también está en su prosa sencilla pero profunda al igual que su estructura que requiere de atención ya que la curiosidad por saber quién es el asesino o el infiltrado no es un "leitmotiv".
No se me puede pasar por alto la crítica al
intento de manipulación del pensamiento del pueblo a través de la élite
intelectual ni el uso y abuso que se hace de los fondos públicos mientras el
pueblo, y esto puede parecer demagogia aunque realmente es cabreo, pasa
necesidades.
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