viernes, 26 de febrero de 2016

"Cicatriz" de Juan Gómez-Jurado. Marbella, club de la FNAC

   Cicatriz” de Juan Gómez-Jurado ha sido el libro elegido por el Club de lectura de la FNAC para este mes. Un grupo lectores y lectoras se han reunido en el espacio de eventos de la tienda de Marbella para hablar sobre la obra, sobre otros libros y sobre el oficio de escritor. Coordinados por la escritora Regina Roman.

    La obra ha provocado desiguales opiniones entre los concurrentes, dependiendo de si eran lectores que disfrutaban con los thrillers o si preferían otro tipo de literatura más intimista.  De todas maneras, sacamos un buen número de conclusiones tras casi dos horas intensas de discusión, a veces acalorada.

    “Cicatriz” es un thriller con todas las características. Mantiene un ritmo. Se lee fácil gracias a la sencillez de sus frases y a la intriga que te absorbe a través de las páginas. Los personajes están bien definidos pero no se profundiza en ellos, como es propio de los libros que pretenden entretener y no se enreda en digresiones al margen de la historia ni disquisiciones filosóficas. “Cicatriz” es una novela que no deja cicatriz, pero es absurdo pedirle a un libro de este género que lo haga.

    La temática es actual y comprometida con las heridas de este mundo: Tenemos un anciano soldado ruso que se hizo adicto a la heroína en Afganistán, donde dejó su alma hueca; una joven víctima de trata de blancas; el mercado de esposas de la Europa del este; las mafias rusas y un personaje producto de nuestra sociedad tecnológica, un programador con escasas habilidades para las relaciones sociales pero un genio de la informática, del que discutimos por un tiempo si tenía rasgos Asperger o no. Pero como el propio autor dice las historias son siempre las mismas y algún tertuliano indicó la correspondencia de historias entre Irina y el personaje que interpreta Uma Thurmam en Kill Bill, un personaje mil veces inventado en el que alguien se prepara, se entrena para cumplir una venganza, otro Edmundo Dantés.

   El thriller es un género de siempre que ha tenido un renacer tras los éxitos del Planeta de Lorenzo Silva. Este en concreto coincide con otros en su ritmo, los giros sorprendentes, las escenas violentas, los personajes peligrosos, la droga, la mafia, la venta de carne de mujer en todo su espectro… Algunos compañeros admitieron que este thriller no es ni uno de los más complicados ni uno de los más inteligentes pero que aunque a ellos y ellas no les hubiera aportado nada, seguro que hacía una magnífica función a los seguidores del género.

    Esta obra nos llevó a una discusión sobre la literatura y cómo vivir de ella que subió mucho de tono el ambiente. Ya que algunos contertulios pensaban que algunos escritores, al igual que algunos pintores cuando encuentran un estilo y un tema que vende, insisten en él, para hacer caja, que el artista pasa muchas “fatiguitas”. Hay escritores que escriben porque les gusta, obviamente, pero que se dejan influenciar sobre lo que saben es un valor seguro de ventas. Parece que esto es un hecho y no hay nada que criticar porque cada uno con su pluma hace lo que le da la gana. Pero hubo alguien que incluso insinuó que este libro parece un encargo de la editorial, el que se le hace a un personaje de renombre, con lectores fieles, con un oficio ya consagrado y sobre un género y temática que huele desde lejos a ventas. Que esto sea así o no, no desmerece la novela que tiene matices interesantes.

    Se ve la maestría del autor en la estructura donde conviven varias tramas. Y es muy destacable que se pase de narrar la historia de Simon en primera persona, al narrador omnisciente de la historia que corresponde a Irina, sin que el lector se dé cuenta. También nos ha gustado el capítulo completo en diálogo, y los flashbacks hilados con maestría.

    Hemos agradecido también las muestras de humor, ironía y cinismo que Juan Gómez-Jurado introduce en su narración, despertando más de una sonrisa. Y la pequeña discusión sobre qué es el amor, aunque no estamos de acuerdo en que deba ser “necesidad”, las dependencias emocionales son muy peligrosas.


    Finalmente, la obra nos ha hecho pensar que el límite físico y psíquico de toda persona está por encima de lo que creemos. Lo que no es poco beneficio para una lectura.

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