
La obra ha provocado desiguales opiniones
entre los concurrentes, dependiendo de si eran lectores que disfrutaban con los
thrillers o si preferían otro tipo de literatura más intimista. De todas maneras, sacamos un buen número de
conclusiones tras casi dos horas intensas de discusión, a veces acalorada.
“Cicatriz” es un thriller con todas las
características. Mantiene un ritmo. Se lee fácil gracias a la sencillez de sus
frases y a la intriga que te absorbe a través de las páginas. Los personajes
están bien definidos pero no se profundiza en ellos, como es propio de los
libros que pretenden entretener y no se enreda en digresiones al margen de la
historia ni disquisiciones filosóficas. “Cicatriz” es una novela que no deja
cicatriz, pero es absurdo pedirle a un libro de este género que lo haga.


Esta obra nos llevó a una discusión sobre
la literatura y cómo vivir de ella que subió mucho de tono el ambiente. Ya que
algunos contertulios pensaban que algunos escritores, al igual que algunos
pintores cuando encuentran un estilo y un tema que vende, insisten en él, para
hacer caja, que el artista pasa muchas “fatiguitas”. Hay escritores que
escriben porque les gusta, obviamente, pero que se dejan influenciar sobre lo
que saben es un valor seguro de ventas. Parece que esto es un hecho y no hay
nada que criticar porque cada uno con su pluma hace lo que le da la gana. Pero
hubo alguien que incluso insinuó que este libro parece un encargo de la
editorial, el que se le hace a un personaje de renombre, con lectores fieles,
con un oficio ya consagrado y sobre un género y temática que huele desde lejos
a ventas. Que esto sea así o no, no desmerece la novela que tiene matices
interesantes.
Se ve la maestría del autor en la
estructura donde conviven varias tramas. Y es muy destacable que se pase de
narrar la historia de Simon en primera persona, al narrador omnisciente de la
historia que corresponde a Irina, sin que el lector se dé cuenta. También nos
ha gustado el capítulo completo en diálogo, y los flashbacks hilados con
maestría.
Hemos agradecido también las muestras de
humor, ironía y cinismo que Juan Gómez-Jurado introduce en su narración,
despertando más de una sonrisa. Y la pequeña discusión sobre qué es el amor,
aunque no estamos de acuerdo en que deba ser “necesidad”, las dependencias
emocionales son muy peligrosas.
Finalmente, la obra nos ha hecho pensar que
el límite físico y psíquico de toda persona está por encima de lo que creemos.
Lo que no es poco beneficio para una lectura.
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