“La Isla de Alice” de Daniel Sánchez
Arévalo, finalista del reciente Premio Planeta, ha sido la obra elegida para el club de lectura de la FNAC del mes de
Marzo en Marbella y ha resultado una reunión extraña por ser la primera vez en
que todos estábamos de acuerdo en que la obra no nos había gustado. Este hecho no
nos llena de satisfacción, como diría el exmonarca, ya que tuvimos la
oportunidad de conocer al autor y fue tan cercano que nos encantaría poder decir
otra cosa.
Sin embargo, todos coincidimos en que a la
obra le sobran más de cuatrocientas páginas. La historia en sí no da para más,
claro que si las escenas se repiten y repiten podemos llenar tomos de casas
donde poner videovigilancia y diálogos interiores sin interés para la historia,
sin profundidad para el deleite de ella.
Nos dio la impresión que esto es un guión
de cine que esperamos que la maestría del autor como director de películas lo
mejore, porque a simple vista parece un telefilm americano de sobremesa en
Antena3. Se nota mucho que la novela
contiene la historia y los recursos escénicos, cuidadosamente detallados,
listos para crear escenas de varios segundos que digan lo que Daniel ha contado
en páginas y páginas.
En principio la novela parecía bien
estructurada, un andamiaje para recoger una gran historia. Nos ha gustado el
comienzo, es genial, presagiaba un ritmo trepidante y giros inesperados. Sin
embargo, luego se ha infantilizado y repetido hasta conseguir que algunos de
los participantes de la tertulia no lo hayan acabado.
El personaje central es inverosímil, una
mujer sola con dos niñas pequeñas que tiene tiempo para visualizar la vida de
toda una comunidad a través de su equipo de espía. Nos hemos preguntado: ¿Cuándo
duerme Alice?, ¿Cuándo va al supermercado?, ¿Cuándo baña a las niñas?, ¿Quién
educa y da cariño a las hijas mientras ella visualiza los vídeos o construye
relojes-caballo de Troya de manera industrial?
Hemos apreciado el planteamiento de alguien
que tras una vivencia horrible, toma un camino catártico para recomponerse.
Aunque, si se piensa, es un camino patológico, pleno de obsesiones y poco
práctico. En realidad, lo que una persona normal hubiese hecho es coger una
foto del marido e ir a preguntar a la isla si alguien lo conocía.
El final de la novela es aún más
increíble y si se consigue llegar a él te dan ganas de pegarle al autor con el
libro, arrojándoselo a estilo zapatilla materna. Y es que pensar que un marido
y padre ejemplar, se escapa de vez en cuando para tener una vida secreta junto
a una mujer con la que llega incluso a dormir pero no tiene relaciones
sexuales, no se lo cree ni Abundio. ¿Qué pretende el autor con este final?, ¿Que
sea un final feliz?, ¿Que Alice descubra que el engaño no es tal o no tan grave?
a ver, que el marido tenía una segunda vida, con otra mujer, brufff…
El colmo es que la obra ha tenido una
pésima corrección y hemos encontrado errores ortográficos, de construcción de
la frase e incluso de coherencia, de manera que el cuñado rico y homosexual
tiene papel después de estar muerto.
Nos ha gustado el homenaje a las obras Moby
Dick, La Isla del Tesoro, Robinson Crouseau, el Hombre Invisible y Alicia en el
País de las Maravillas. Y es que la novela, en principio, tiene muy buena
estructura y el autor titula cada parte en que la divide con una de las obras
anteriores.
También nos parece interesante el tema del
Gran Hermano ilegal que la protagonista monta para conocer las vidas de los
habitantes de la isla y así, descubrir quien tuvo relaciones con su marido. Nos
hace reflexionar sobre la moralidad de la intromisión en la intimidad de las familias
y es un recurso que da pie a conocer cómo vive la clase media-alta-culta de esa
zona de Estados Unidos. Aunque, algunos contertulios comentaron que se notaba
mucho que estaba contado por un español, sobre todo por los vulgarismos que
desconciertan en bocas de americanos.
Del mismo modo, parece interesante la mezcla de la
comedia y la tragedia, sobre todo porque
a veces demuestra una agilidad beneficiosa para el ritmo. Si no fuese tan larga
y contuviera tanto y vano diálogo interno, hubiera constituido un buen
entretenimiento.
Algunos tertulianos y tertulianas
criticaron que se notaba mucho que era un hombre quien escribía en primera
persona como una mujer, en mi caso no lo percibí especialmente, quizás sí, si
nos ponemos a analizar que para una madre lo más importante serían los hijos y
mostraría más esa faceta de su educación y sus cuidados.
Todos coincidimos en que los mejores
personajes son Olivia, la hija de seis años que se vuelve obsesiva de las
cifras y el control para equilibrar un mundo que se le ha movido por la muerte
de su padre; y Antonio, el dueño de la tienda del espía, un español de Málaga
que hace el agosto con la chiflada que se gasta una fortuna en tecnología de
vigilancia. Estos personajes, hubieran dado para mucho más, pero se quedaron en
una puesta en escena y tienen poco recorrido en la obra, con lo que las
setecientas y pico de páginas están llenas de Alice y más Alice.
— ¡Que me aspen con los Planetas! —Eso dijo
una de las participantes. Y es que los Planetas cada vez defraudan más y ya ni
recordamos un premio que le hayan dado a un autor novel. Incluso se comentó que
Planeta se está quedando en un sello para famosos, Risto Mejide, Belén esteban,
cualquiera que salga en televisión tiene asegurada la publicación y
distribución de Planeta. En fin, ya lo sabemos para el año que viene, el lector
de literatura tiene poco poder, pero puede ejercerlo.
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