Hoy me atrevo a
traeros a Simone de Bouvoir que consiguió poner en palabras muchos de los pensamientos
más esclarecedores de la situación de la mujer en nuestra historia y
actualidad. Se puede estar en desacuerdo con muchos de sus planteamientos, pero
es indudable que nadie puede poner en tela de juicio su valor como mujer libre, valiente,
cultivada que puso sobre la mesa realidades que produjeron un terremoto del
Pensamiento. Para ello os traigo esta obra de teatro biográfica y un artículo
publicado en el Español:
Obra de teatro
biográfica.
SIMONE MUJER PARTIDA
de María Dorera.
de María Dorera.
Art. De Carlos
Mayoral
A Simone le habían robado el derecho a
expresar su deseo ya desde la niñez. Un contexto social represivo y un ambiente
familiar decadente amenazaban con aplacar una personalidad arrolladora. Su
padre, culpable en parte del hundimiento del ilustre apellido familiar, le
había repetido lo mucho que le dolía no haber contado con un varón entre sus
hijos que pudiera sacarles a flote. Le achacaba, quizás inconscientemente, su
condición de mujer. Es en ese momento cuando nace su rebeldía, la necesidad de
contarle al mundo que una mujer también tiene derecho a desear.
No había terminado su padre, un amante del
teatro y de la buena literatura, de censurar la trayectoria de Simone cuando
ésta ya había roto todas las barreras académicas: se había convertido en una de
las mentes más brillantes de Francia gracias, en parte, a la censura y al gusto
de su progenitor. Para colmo, por su camino se cruza otra de las grandes mentes
del siglo XX: Jean Paul Sartre. La inquietud intelectual de Simone se
complementó a la perfección con la sabiduría del escritor parisino. Estaba lista
para llegar a la cumbre.
Nada pudo detener el desarrollo de la idea
con la que Simone de Beauvoir había crecido: la libertad como principio en
cualquier relación humana, ni el declive de su apellido, ni el
panorama social, ni las trabas que la vida errante de Sartre traía consigo...
Murió el
13 de abril de 1986. Simone había podido expresar su deseo.
Una vida dedicada a
la lucha
Simone se sintió dueña muy pronto de un
destino que no le pertenecía. Su fascinación por Sartre se tradujo en una
relación abierta, no sólo sexualmente (ambos compartían cama con otros
individuos sin que esto variara un ápice el cariño que se profesaban), sino
también a la hora de desarrollar su pensamiento y su obra. Por si fuera poco,
ejerció como respetada profesora de Filosofía en la Sorbona, un ambiente que
propició el despegue de su carrera literaria.
Pero la vida no resulta fácil cuando no se
acepta el papel que te han asignado. Pronto comprendió que la estricta sociedad
francesa no asumía el modo de vida que ella había elegido y, después de algún
altercado con Sartre relacionado con asuntos amatorios, vio cómo se truncaba su
carrera docente a través de una denuncia de una madre que no había soportado el
escarceo sexual entre su hija y la propia Simone. ¿Habría ocurrido lo mismo en
caso de haber sido un hombre el protagonista del supuesto delito?
El hecho de haber nacido mujer le
penalizaba nuevamente. Para colmo, la Segunda Guerra Mundial irrumpía en la
historia chocando frontalmente contra la filosofía predicada por la pareja.
Fueron acusados de no involucrarse demasiado en la lucha contra el nazismo y de
no rebelarse contra la ocupación alemana. Pero lo cierto es que reanudó su
trabajo como profesora sin cambiar ni una frase de su discurso y que, además,
trabajó para la radio libre emitiendo mensajes de esperanza para la población
francesa.
Proclama su ateísmo
y se compromete más que nunca con el feminismo
Terminó la guerra y con ella, el poco miedo
que Simone pudiera sentir por un futuro cada vez más turbio. Es ésta la época
en la que su conciencia se libera. Predica con el comunismo, lo que le hará
visitar aquellos países en los que la ideología ha triunfado. Se fotografía con
el Che, con Mao o con Fidel. Proclama su ateísmo y se compromete más que nunca
con el feminismo, publicando algunos títulos que han pasado a la historia como
obras cumbre del movimiento.
De ella nos queda
una obra epistolar magnífica con el escritor norteamericano Nelson Algren
Ya nadie maneja el timón de su pensamiento.
Tampoco Nelson Algren, un escritor norteamericano con el que mantuvo una
estrecha relación. De ella nos queda una obra epistolar magnífica y la certeza
de aquello que, por aquel entonces, todo el mundo ya imaginaba: tras una
disputa por celos, Simone decidió refugiarse en los brazos de aquel al que
siempre había admirado, su querido Sartre.
Mantiene una última lucha contra la escala
de valores de la sociedad europea cuando se decide a publicar las pocas
intimidades que la relación entre Sartre y ella todavía escondía. Son los
últimos años de su vida y Simone ya era irreductible. Nada ni nadie podrá evitar
que Simone de Beauvoir fueselibre. Ni siquiera el recuerdo de aquel al que amó.
La Biblia del
feminismo
Desde sus primeros párrafos, la obra de
Simone de Beauvoir está orientada a traducir la libertad que su vida personal
le había dictado. Empezando por los pequeños textos escritos durante la Segunda
Guerra Mundial y terminando por la magnífica Los Mandarines, la primera fase de
su carrera literaria se basa en la independencia intelectual, en una conciencia
férrea y en un firme deseo de libertad que desembocaría en un existencialismo
feroz.
Precisamente en Los mandarines, una novela
que le valdría el premio Goncourt, Simone dibuja un contexto político
desencantado, incapaz de aprender de los errores que desencadenaron las grandes
guerras de principio siglo. Este fracaso se debe, en parte, a la renuncia a
conceptos tales como la igualdad de género (feminismo siempre está presente) o
la libertad para elegir un camino vital. "Sí, la guerra había terminado;
al menos para él; esta noche era una fiesta de verdad, la paz comenzaba, todo
renacía: las fiestas, los ocios, el placer, los viajes, quizá la dicha,
seguramente... la libertad"- Los mandarines (1954).
Simone de Beuvoir y
Jean Paul Sartre.
Pero su compromiso no se acaba con la
última página de cada novela, es tan firme que parte de su producción literaria
se mueve en un plano que también afecta a su vida. Por eso encuentra un filón
en su correspondencia, en sus diarios y en sus pasajes autobiográficos. La
ficción y la realidad van de la mano en prácticamente toda la obra de Simone
porque tiene la necesidad de creer en cada letra que publica.
Es así como se gesta quizás el ensayo
feminista más importante del siglo XX. Hablamos de “El segundo Sexo”, bautizado
por algunos como la Biblia del feminismo. En esta obra, Simone de Beauvoir
aboga por librar a la mujer de la cárcel en la que se ha visto encerrada. Este
encarcelamiento lo reprueba exponiendo ejemplos históricos de represión
femenina.
Afirma rotundamente que el papel secundario
que la mujer desempeña sólo es justificado por la sociedad y no por la
naturaleza del ser humano. Aporta datos biológicos, psicológicos,
sociológicos... todo un tratado en favor de la independencia de la mujer, uno
de los pilares del existencialismo. "La devaluación de la mujer representa
una etapa necesaria en la historia de la Humanidad, porque no era de su valor
positivo, sino de la debilidad del hombre, de donde ella extraía su prestigio;
en ella se encarnaban los inquietantes misterios naturales: el hombre escapa a
su influencia cuando se libera de la Naturaleza"- El segundo sexo (1949).
Los últimos días de
Simone
Sartre se había despedido de Simone legando
todo su patrimonio a su hija adoptiva, Arlette Elkaïm-Sartre. Destruido por el
alcohol y las drogas, el filósofo había buscado el camino del agravio con la
que había sido su mejor compañera. Castor, que así apodaba Jean Paul a Simone,
se tomó cumplida revancha haciendo lo propio con Sylvie Le Bon, futura heredera
del imperio De Beauvoir. Con Sartre ya descansando en Montparnasse, a Simone le
quedaba un último conflicto con el que lidiar: demostrar que no era cierto
aquel desapego con el escritor del que todo el mundo hablaba. Así publica La
Ceremonia del Adiós, donde expone por última vez el existencialismo ateo del
que Sartre había renegado en la recta final de su vida. Finiquita la relación
con él emitiendo un sencillo: "Mi muerte no nos reunirá".
Para entonces, además de haber escrito el
gran tratado feminista, ya había fundado la Liga de los Derechos de la Mujer,
la asociación "Choisir la cause des femmes" (Elegir la causa de las
mujeres) y se había convertido en una activista feroz en favor de los derechos
humanos.
Seguía siendo ella, la gran luchadora, la
misma a la que no le habían permitido desear. Se marchó el 14 de abril de 1986,
fecha de la que se cumplen ahora 30 años. Fue enterrada en Montparnasse, junto
a su querido Sartre. Todavía hoy resuenan los ecos de su libertad de
pensamiento, el legado de la gran musa del feminismo. El grito de una pluma
que, por mucho que lo intentaron, no consiguieron callar.
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