




El cartel de este año es
del artista Germán Borrachero, un acierto que presenta al hombre común, un
joven cualquiera cuya condición física nos hace adivinar un esfuerzo y una
sensibilidad vestido de jeans y camiseta, artistas de carne y hueso que si son
divos lo son por sus puestas en escenas, sus interpretaciones, las historias
que cuentan, los diálogos que provocan, la energía que trasmiten, los
sentimientos, las emociones, no por su actitud distante y elitista.
De entre todas estas
propuestas nos vamos a quedar con la fascinante investigación que hace Israel
Galván en “FLA.CO.MEN”, un espectáculo con fuertes cimientos en el flamenco,
las bulerías, las alegrías y las sevillanas, de una arrebatada condición contemporánea, una
performance en la que los cuerpos son instrumentos musicales, en el que el
sonido es una composición compleja y expresionista llena de quejíos y sones
flamencos , turcos, de los Balcanes, con percusiones realizadas por el bailarín
o su compañía, que ahí bailan, tocan y cantan todos, metales, cuerdas, no es el
cuerpo el que sigue a la música, es el cuerpo el que la provoca.
Es música lo que compone
Israel, música brillante, provocadora, descarada, con ciertos toques de humor. Pero,
un compositor tan avezado, sabe que en la música tanta importancia expresiva
tienen las notas como los silencios, esos silencios que Galván agota hasta el
desasosiego de cierto público, cada uno tiene su propio nivel de tolerancia y
en este espectáculo se pone a prueba el aplomo del respetable. Los “stops” son
una muestra del descaro, un atentado al horror vacui, una muestra de madurez y
un ejercicio de libertad.
La obra no ceja en implicar
al espectador, necesita sus risas, sus comentarios y sus aplausos, aunque sea
para acallarlos, para pedir que cesen y continúe la maravilla. A la salida hubo
personas que no querían ni podían hablar, emocionados, sobrecogidos se
permitieron mostrarse introspectivos y no romper el encanto, la libertad es
contagiosa. Otros hubieran vuelto a repetir la experiencia desde el principio,
sabemos que es imposible, el desgaste físico de Israel y el sufrimiento de sus
músculos y articulaciones merecieron una sesión de hielo contundente, así nos
lo comentó cuando regresaba al hotel, el genio también es humano.
Fotografía y vídeo de internet, no se podía grabar, lógico.
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