Pasados los oropeles y gentíos propios de
la inauguración del Centro Pompidou de Málaga. Relajados y reflexivos, podemos
apreciar la verdadera dimensión del hecho insólito de que parte de los fondos
de uno de los tres mejores centros de arte contemporáneos del mundo se
encuentren a “tiro de piedra” de cualquier malagueño, de cualquier costasolense
y de cualquiera de los miles de visitantes que nos acompañan durante todo el
año.
El germen de este singular acuerdo entre el
ayuntamiento de Málaga y el Centro Pomoidou de París dicen que se gestó en un
partido de fútbol que se celebró en la Rosaleda con la presencia de la ministra
de cultura francesa. Sea como fuere. El edificio que queda soterrado bajo el
impresionante cubo de colores ha resultado un magnífico envoltorio para una
colección, para la que los amigos galos no han escatimado en verdaderas obras
de arte de autores reconocidos y calidad excepcional.
Su muestra está diferenciada en dos partes,
una exposición temporal en la que actualmente se encuentran una colección de video-creaciones
que muestran las distintas posibilidades de los movimientos de bailarines.
Muchas veces integrados en un mundo que lleva su propio ritmo y en el que los
artistas de la danza deambulan como islas de belleza y expresión corporal.
En cuanto a la muestra permanente he de
deciros que aunque las indicaciones digan que se puede ver en 45 minutos la
verdad es que yo estuve más de dos horas. Merece mucho la pena comprender el
concepto de la distribución de las obras, la metamorfosis, los retratos en
evolución, la idea del rostro del espectador de las obras y otras cuestiones
tan humanas como contemporáneas.
Cuenta con una colección de esculturas
entre las que destacan una mujer desnuda de Giacometti, un Miró, una Brancusi, un
Max Erns que debe ser la inspiración de la familia Simpson e incluso una cabeza
de Calder cuyas sombras, provocadas por la magnífica iluminación me gustan
incluso más que la obra.
En cuanto a la pintura, es una verdadera
muestra de generosidad por parte del prestigiosos Centro Pompidou de París
haber compartidos con nosotros estas obras de pintores grandiosos y cuya calidad
es propia de un gran museo.
En las paredes de la planta baja,
iluminados por una cúpula trasparente y la del cubo, se encuentran reunidos “la
Mujer del Sombrero de Flores” de Picasso, otra mujer de Saura, “El Marco” un
autorretrato pequeño y delicioso de Frida Khalo, un angustioso autorretrato de
Francis Bacon, “La Violación” de Magrit, un gran tamaño surrealista de Max Erns,
otro de Tapies que es de los más bellos de la exposición, al igual que la obra
desconocida para mí “Dos Personajes” de Giorgio de Chirico que también es maravillosa,
otras de Julio González, Erro, Chagall, Leger, y muchos más que no pueden dejar
indiferentes a los amantes del arte.
No podemos dejar de apreciar las creaciones
en vídeo y las dos enormes instalaciones, una de Kader Attia que es una
reproducción de la expuesta en el centro Pompidou de París y para la que se han
necesitado cien estudiantes de bellas artes, con las que se ha conseguido
reproducir la sala alineada de orantes fantasmas en aluminio que ocupa el atrio
central del centro de arte malagueño.
En fin, un auténtico lujo poder contar con
estas magníficas obras en un edificio que las engrandece y que facilita al
visitante el deleite de apreciarlas con tranquilidad, gracias a espacios
abiertos, diáfanos, blancos, bien iluminados y con asientos donde poder reposar
mientras se degustan creaciones en vídeo o atmósferas inverosímiles que
alimentan el alma.
Texto: Ana E.Venegas
Fotografía: José A. Correa
Buenísimo artículo sobre lo será una de las atracciones mas importantes de la Costa del Sol.
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